La caída del partido que vivía en Matrix

Si algo han demostrado los dirigentes del Partido Popular desde que la Audiencia Nacional dictó la demoledora sentencia de la Gürtel que ha tumbado a Mariano Rajoy es que llevan años viviendo en una realidad paralela. En un universo en el que las consignas de los argumentarios sustituyen a los hechos probados para un tribunal que culminaba con su resolución seis años de investigación judicial, dos de preparación del juicio, uno de vista oral y seis meses de deliberaciones.

“Si tomas la pastilla roja te quedarás en el país de las maravillas y yo te enseñaré hasta dónde llega la madriguera de conejos”, le decía Morfeo a Neo en Matrix, la película de culto a la que se ha agarrado el PP desde que el tribunal genuino de la Gürtel diera por acreditada la existencia de su caja B de dinero negro. Y no solo eso, en la que también confirmaba, como habían apuntado ya tres jueces instructores y otros tres de la Sala de lo Penal, que durante casi veinte años la formación se nutrió de las generosas donaciones que hacían empresarios que recibían adjudicaciones amañadas.

En el PP se han atiborrado a pastillas rojas para defender que la sentencia no puede dar por probada su financiación irregular porque la caja B del PP, reconvertida por Cospedal en su comparecencia parlamentaria de esta semana en “la caja de unas personas que hacían cosas”, no se investiga en esta causa sino en la pieza separada de los papeles de Bárcenas.

Olvidan que la red Gürtel era un donante más del PP, como reflejó el propio Bárcenas anotando el nombre de Pablo Crespo en su “contabilidad extracontable”; que una decena de testigos, entre ellos dirigentes del PP como Pío García Escudero, Santiago Abascal, Calixto Ayesa o Jaime Ignacio del Burgo, reconocieron en el juicio que habían recibido fondos que no fueron comunicados al Tribunal de Cuentas; o que está probado que el extesorero ingresó en sus cuentas en Suiza 299.650,61 euros tras comprar con fondos del partido acciones de Libertad Digital. Dice la sentencia que Bárcenas robó al PP, como defendieron durante años los dirigentes de Génova. Cierto. Pero tan cierto como que ese dinero que se quedó el extesorero era de la caja B con la que los populares engañaban a Hacienda.

“No trate de doblar la cuchara. Es imposible. En vez de eso, solo trate de darse cuenta de la verdad. La verdad es que no hay cuchara. Y entonces verá que la cuchara no se dobla. Es solo usted”, decía Morfeo. “No hay ninguna caja B, ni aunque lo diga un juez. Será una contabilidad de Bárcenas pero no es la contabilidad del Partido Popular”, apuntó Cospedal el martes en el Congreso.

En el Matrix del PP no hay condena penal, como aseguró Rajoy durante el debate de la moción de censura, pero no porque los hechos enjuiciados correspondan al periodo 1999-2005 y la responsabilidad penal de los partidos políticos solo pueda aplicarse a hechos posteriores a su entrada en vigor, en 2013, sino porque la dirección del PP desconocía esos hechos. Obviando que la condena al PP es civil y que Luis Bárcenas, Álvaro Lapuerta, Jesús Sepúlveda y Guillermo Ortega formaban parte de los órganos de dirección del PP nacional y madrileño, la sentencia dice todo lo contrario: “Los responsables del Partido Popular sabían cómo se financiaban las elecciones y en nuestro caso las de Majadahonda y Pozuelo; negarlo es ir no solo contra las evidencias puestas de manifiesto sino en contra de toda lógica”. Pero, según Alicia Sánchez Camacho, “el PP no está condenado, esa es una valoración que no está en la parte dispositiva” de la sentencia.

En la realidad paralela de Génova el “entramado institucional de corrupción” que, según los magistrados, se edificó en torno a Luis Bárcenas y Álvaro Lapuerta, al que solo una demencia a los 90 años ha salvado de la condena, son hechos “sucedidos hace 15 años en dos ayuntamientos”. Aunque la resolución judicial reconozca la “financiación ilegal” del partido y aclare que no puede achacarse a los grupos municipales de Pozuelo y Majadahonda.

En Matrix, el López Hierro que aparece en los papeles de Bárcenas no es el López del Hierro que está casado con Cospedal. Lo susurraba Morfeo como lo han hecho Rajoy y los suyos hasta el último minuto, en este amargo final: “Recuerda, lo único que te ofrezco es la verdad, nada más”.