En el país de la libertad que anhelan las derechas, los hombres no pueden aparecer en calzoncillos ni las mujeres insinuar que tienen pezones. No es una boutade. Es real. Es un esperpento más en dos ayuntamientos donde gobiernan PP y Vox. La simbiosis entre ambos ya es total. Ah no, perdón, que el partido de Feijóo no es el de Abascal; que ya dijo Feijóo que las diferencias entre siglas “son notorias”, que las suyas son europeístas, autonomistas, defiende las lenguas cooficiales (menos en el Congreso de los Diputados y en la UE) y bla, bla, bla….
El ridículo ha llegado al paroxismo en Quintanar de la Orden (Toledo), donde los gobiernos locales de PP y Vox han censurado una obra de teatro porque los actores salen en calzoncillos. Esa es la versión oficial, pero en realidad resulta que la representación trata temas como el acoso escolar, la relación con los padres o la diversidad sexual. ¡Sacrilegio! ¡Adoctrinamiento! Por ahí no van a pasar. Sólo faltaba que el teatro fuera un medio de discusión de la realidad social, ayudase al pensamiento crítico o fuera una expresión del contexto sociocultural.
Hay más. En Tordesillas (Valladolid), donde gobierna con mayoría absoluta el PP, se han retirado unas luces navideñas en las que aparecían las siluetas de unas hadas después de las quejas de algunos vecinos porque se les dibujaba el pecho. Vamos, que se les nota el pezón y eso no lo puede tolerar el alcalde, que ha ordenado su retirada inmediata a la empresa encargada del alumbrado.
A este paso van a cubrir de telas las estatuas de los museos municipales donde se muestre un cuerpo desnudo. Y, cuidado, porque 'La Maja desnuda' corre peligro. Igual vuelve al Depósito General de Secuestros de la calle Alcalá como cuando fue confiscada por orden de Fernando VII, primero, y secuestrada “por obscena”, después, por la Inquisición, que la ocultó en la Real Academia de San Fernando. No descarten que Almeida y Ayuso, como vocales del Patronato del Prado, lo reclamen si detectan que esto les da votos o les sirve para confrontar con el nuevo titular de Cultura, Ernest Urtasun, por ser rojo y por ser ministro de Pedro Sánchez.
Hace meses ya intentaron, con escaso éxito porque fue en un ayuntamiento del PSOE, la censura de 'La villana de Getafe' de Lope de Vega por considerarla una “perversión” con “insinuaciones sexuales”. Pero en Valdemorillo (Madrid) cancelaron un 'Orlando' de Virginia Wolf. Esgrimieron causas económicas pero lo que en realidad hubo fue un veto ideológico de la concejalía de Cultura, en manos de Vox.
Ni las películas de Disney y Pixar se salvaron de la quema tras llegar al gobierno de algunos municipios. 'Lightyear', el spinoff de 'Toy Story', que fue censurada en países como Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait o Malasia, por una secuencia en la que dos mujeres se besaban, fue sustituida en Santa Cruz de Bezana (Cantabria) en la programación de su cine de verano por otro filme de animación, en una nueva maniobra de Vox contra la comunidad LGTBI.
Y, dentro de su habitual batalla ideológica, la Memoria Histórica tampoco podía quedar fuera de sus garras, porque en el Ayuntamiento de Briviesca (Burgos) se ha cancelado la obra teatral 'El mar', inspirada en la historia del maestro republicano Antonio Benaiges, fusilado en julio de 1936.
Señales todas ellas preocupantes de una involución democrática sin precedentes en España ante las que el PP ha transigido en tiempo récord. Y no con Pablo Casado, sino con Feijóo, el moderado, el hombre tranquilo, el de la transversalidad y el viaje al centro.
¿De verdad piensa que España es esto? El líder del PP no entendió nada tras el 23J y sigue sin entenderlo. Por acción u omisión, su asociación con la derecha radical le sacará del mapa o peor: seguirá sin posibilidades reales de ser alternativa de gobierno.