La Canción del PPirata
El más insigne barco de la Armada Española, el buque escuela Juan Sebastián Elcano, que hace también la suerte “embajada flotante”, es noticia por su tradicional travesía entre Marín y Cádiz con civiles a bordo, a cuenta de éstos últimos.
Finalizado el periodo de instrucción militar, y tras el desembarco en Pontevedra de parte de la tropa, el trayecto hasta Cádiz se plantea como una especie de “jornadas de puertas abiertas” (para las que hay que tener la llave, eso sí) pretendiendo con esta iniciativa dar a conocer el funcionamiento del buque escuela, y brindar la oportunidad a quienes estén vinculados profesional o emocionalmente a la navegación (fuera del cuerpo militar naval) de vivir la experiencia de viajar a bordo.
Conforman la lista de invitados e invitadas militares de otros ejércitos, empresarios del mundo naval, miembros de clubes marítimos o asociaciones navales, alumnado brillante del Colegio de Huérfanos de la Armada… también periodistas y otros profesionales liberales con interés en la materia. Desde el lado institucional, cargos de Defensa, Exteriores o Interior, diplomáticos y políticos de otras órdenes (el año pasado, por ejemplo, lo hizo Zoido antes de ser ministro del Interior y otros miembros del PP andaluz), y sus respectivos cónyuges o familiares.
En todo caso, será siempre el Ajema (Almirante Jefe del Estado Mayor de la Armada) quien extienda la invitación. Se entiende que unas se procesan de oficio, digamos que serían las institucionales y de personas significadas del sector, y otras bajo petición por escrito del interesado o interesada.
Desconocemos si el marido de Cospedal, Ignacio López del Hierro, ha acudido en calidad de cónyuge de la ministra de Defensa (al no asistir ella no tendría sentido su presencia), de empresario, o de amante de la navegación, si es que lo fuera.
Las pocas crónicas sobre este viaje que pueden encontrarse, de profesores de universidad aficionados o periodistas, cuentan la experiencia haciendo alusión a la vida rutinaria de la tropa. Viven lo más parecido a ésta, durmiendo en literas, madrugando, comiendo juntos, realizando diversas tareas y asistiendo a clases sobre navegación o temas relacionados. Esto es común a todos los que se suban a bordo.
Pero, y más en el ejército, el rango es el rango. De los invitados insignes, sabemos que el año pasado realizaron el trayecto a bordo Margallo, su esposa, el Alto Comisionado para la Marca España Carlos Espinosa de los Monteros y Bernardo de Quirós, también con su respectiva pareja. Y no durmieron en literas. Disfrutaron de los pocos camarotes que hay destinados a altos cargos del buque. Suponemos que también disfrutarían de la comida con el comandante, quien de forma rotativa parece ser que intenta atender a todas las personas invitadas.
Es verdad que el Elcano no es un buque de recreo, sino de guerra, con las infraestructuras de las que dispone un navío de estas características. Pero formar parte de la tripulación en este recorrido está al alcance de pocas personas. Si la Marina entiende que, de entre quienes lo solicitan, el marido de Cospedal es el indicado para disfrutarlo, debería replantearse qué sentido quieren darle a la Canción del Pirata de Espronceda. O no, quizás está todo bien pensado.
Hay que tener en cuenta que la imaginación tiende al dramatismo. Es peculiar pensar en un gran velero con banda de música, con sacerdote claro, con peluquero… aunque ya no haya sastres o calafates. No deja de tener un punto exótico. Si sumamos empresarios, políticos , diplomáticos… rondando por la cubierta, y añadimos al elenco la opacidad para conocer quiénes disfrutan de esta travesía (que se sufraga con dinero público), podemos pasar de la indignación por el privilegio a la novela negra en un abrir y cerrar de ojos.