La portada de mañana
Acceder
Peinado multiplica los frentes del ‘caso Begoña’ sin lograr avances significativos
El miedo “sobrenatural” a que el cáncer vuelva: “Sientes que no consigues atraparlo”
OPINIÓN | 'En el límite', por Antón Losada

Carta abierta para ¿el futuro presidente del Gobierno de España?

Estimado profesor:

Algo me dice que se está cociendo una contrarrevolución en el PSOE. Puede que no de una manera premeditada ni que tan siquiera el abanderado de la misma sea explícitamente consciente. Sin embargo, una serie de indicios y observaciones me hacen pensar que en los próximos años se avecinan cambios significativos en el aparato del partido y que estos nada tienen que ver con las no primarias en las que está inmerso.

El otro día, como parte de las actividades semanales que realizo durante mi estancia académica en Oxford, asistí a un seminario más que interesante donde se estuvo analizando de manera muy rigurosa lo que ha pasado en la arena política española desde la irrupción de Podemos. El título del mismo traducido al castellano vendría a ser algo así como '40 años de democracia en España: hacia dónde se dirige la izquierda' y los dos paneles temáticos 'Los dilemas del partido socialista y el futuro de la social democracia en España y Europa', 'Podemos: teoría y praxis del populismo político en España y en perspectiva comparada'.

En el seminario más allá de la persona que lo presentó y moderó los turnos de preguntas (César Colino, Saint Antony's Oxford) y las que resumieron las intervenciones de los paneles temáticos (Othon Anastasakis, Saint Antony's Oxford; Lamprini Rori, Saint Antony's Oxford), participaron seis investigadores. Cinco de ellos afincados en Reino Unido (Paul Kennedy, University of Bath; Jonathan Hopkin, London School of Economics; Patrik Diamond, Queen Mary University of London and Policy Network; Richard Gillespie, University of Liverpool; Luis Ramiro, University of Leicester) y uno en territorio español (Pau Marí-Klose, Universidad de Zaragoza).

Entre los panelistas también se encontraba usted, una persona con una dilatada trayectoria en la política española, en la europea y en el mundo universitario. Por lo general, puede esperarse de un personaje político de su talla que llegue de modo acelerado, que diga retóricamente cuestiones generales sin considerable profundidad, que mida al milímetro sus opiniones no vaya a ser que algún periodista infiltrado saque un titular inadecuado, o que al terminar su intervención de 25 minutos se excuse para irse rápidamente aludiendo que necesita atender un compromiso ineludible. Pero usted no solo hizo lo opuesto a lo mencionado, sino que a sus 70 años recién cumplidos y después de 38 años de militancia en el PSOE, estuvo escuchando de manera atenta durante las más de cuatro horas que duró el acto, participó de manera activa en todas las discusiones y, con total humildad, buscó respuestas que le dieran luz sobre lo que está ocurriendo a nivel político en España y en Europa.

Salí con la impresión, y aquí mis elucubraciones, que está llamado a ser, junto con algunos otros pocos como José Antonio Pérez Tapias, quien abandere en un medio-largo plazo de ciclo político (no más de 4 años) una contrarrevolución de verdad en el aparato del PSOE. Es posible que no pueda hacerlo desde dentro, pues en su partido, como se ha observado claramente, hay gente no interesada en regenerar ideas, personas y programa. En ese caso, pensaba en qué pasaría si se pusiera al frente, o de forma más visible, de un movimiento inclusivo que permita afrontar los principales errores del PSOE desde fuera del mismo: la traición de sus principios fundacionales, el giro hacia un conservadurismo retrógrado, una agenda económica neoliberal, la no socialización de la política y el “We can not…” repetido hasta la saciedad por barones (y baronesa) socialistas. De la misma manera que hiciera la derecha más reaccionaria de Thatcher en la década de los 80 con su famoso “There is no alternative”.

Según termino de escribir estas líneas me doy cuenta de que si ambas cosas son difíciles, la primera me temo que es casi imposible: el PSOE tiene tanto que barrer en casa, que para los y las socialistas reales que conozcan bien lo que se cuece será más fácil crear un hogar limpio fuera que reformar algo desde dentro, por muy Pedro Sánchez que sea el candidato.

Aun así, por si cualquiera de estas cuestiones pudiera ocurrir, voy a permitirme esbozar algunas ideas que, desde mi prisma de economista político heterodoxo, usted, ¿el futuro presidente de gobierno?, debería tener en consideración.

  • No se enrede en el análisis micro en cualquiera de las dimensiones (económica, social, energética, migratoria, geopolítica…), especialmente en la política. Muchas de las presentaciones del seminario, aunque excelentes, tuvieron un marcado carácter analítico de coyuntura.
  • Utilice esos análisis de modo instrumental, porque son útiles, pero no deje nunca de mirar más allá y tener siempre en mente un diagnóstico más amplio, de carácter sistémico. De no ser así podría pasarle como a tantos y tantas analistas, que le sorprenderá enormemente la realidad y no sabrá comprender cómo han podido ocurrir fenómenos, unos notablemente positivos, como la irrupción de Podemos en la política española, otros dramáticamente negativos como la victoria del Brexit en Reino Unido, la llegada de Trump a la Casa Blanca o el apoyo recibido por Le Pen en Francia.

Estos ejemplos no son coyunturales, como no lo son los pobres en las calles de Oxford que usted se sorprendía al ver, o los que han aparecido en las calles de mi ciudad natal (Granada) durante los últimos ocho o diez años. Estos fenómenos, de la misma manera que el desempleo, la precariedad laboral generalizada o el aumento de la polarización social, son el resultado normal del funcionamiento normal de las derivas políticas de España, Europa y el mundo. Como también lo son las tensiones cada vez más evidentes en las fronteras, el cambio climático o la deriva ultraderechista y nacionalista en Europa.

  • No es cuestión solo de ganar o perder unas elecciones, sino de mejorar las condiciones reales de vida de las personas en diferentes esferas (subsistencia, protección, afecto, entendimiento, participación, ocio, creación, identidad y libertad). También de las generaciones venideras.

Si esto es lo que realmente le motiva, y pienso sin duda que es así, aunque en su próxima andadura política se rodee de gente brillante con mirada micro-analítica, intente generar siempre un análisis crítico, estructuralista y de largo recorrido. Un análisis imposible de plantear por actores políticos meramente buscadores de votos.

Las reglas de juego políticas, aunque muchos traten de evitarlo, llevan inevitablemente a vivir en burbujas que nada tienen que ver con la realidad, y mucho menos con lo que lleva cociéndose en el capitalismo cuando transitó al posfordismo. Yo habito en la arena académica y sé bien de lo que hablo porque también nos ocurre mucho de eso.

Hay que mirar de cerca y mirar globalmente. No hacerlo será pan para hoy y hambre para mañana; y cada vez significará más hambre para mañana. No necesitamos políticos de Estado que miren por lo que ocurre en sus cortas fronteras, geográficas y temporales. Necesitamos políticos globales, de mundo, que miren cerca y a la vez tengan un ojo más allá, porque todo está tremendamente relacionado y lo estará cada vez más.

En fin, Josep, perdón, señor Borrell, querría pedirle disculpas por elucubrar, por ser un mal no periodista infiltrado en la sala. En realidad todas estas elucubraciones quizás se deban a mis ganas de ver que otra política de inmensas mayorías pueda ser posible. Creo que las cuestiones mencionadas deberían transcender las ideologías puesto que el fin último de la política debe ser en todos los casos mejorar la vida de las personas.

En mi opinión, lograr tal cosa solo será posible desde la escucha, la búsqueda de respuestas, la discusión respetuosa y la pausa. Usted sabe bien que para algunos corredores de fondo “llegar a la meta de cualquier manera no es el único objetivo”. Sin embargo el otro día me dio la sensación de que está en un momento vital que le permite intentar hacer una política diferente.

¿Por qué no ahora? Cuando lo presentaron en el acto se aludió irónicamente a que ha sido el mejor presidente socialista que nunca se tuvo. Usted respondió “Who knows?”, refiriéndose a que nunca se sabe si lo hubiera podido hacer mejor que otros. A mí me gustaría pensar que aún tenemos tiempo de comprobarlo en el futuro. Todavía es joven. Más que gran parte de sus actuales compañeros y compañeras, cuyos corazones envejecieron antes de tiempo.

Economistas sin Fronteras no se identifica necesariamente con la opinión del autor

Fernando García Queiro es investigador Post-doctoral de la Universidad de Granada en el Departamento de Teoría e Historia Económica. Actualmente se encuentra realizando una estancia de investigación en el Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Oxford.