Carta a Antonio Muñoz Molina

  • El escritor dijo que hay que distinguir entre un Estado y las políticas concretas de sus gobiernos

Estimado Antonio Muñoz Molina,

El anuncio de su viaje a Israel el próximo 10 de febrero para recoger el premio Jerusalén, ha decepcionado a muchos de sus lectores y lectoras. En calidad de personas que nos dedicamos a la literatura, el arte y la cultura, comprometidas con la defensa de la paz y la justicia, le rogamos que cancele su viaje, por las razones que le explicamos a continuación.

En su sesión de noviembre 2011 en Suráfrica, el Tribunal Russell sobre Palestina resolvió, tras examinar las pruebas y escuchar los testimonios devastadores de israelíes y palestinos, que Israel es culpable de Apartheid contra la población palestina, tanto dentro de Israel como en el Territorio Ocupado Palestino. En su sentencia, el Jurado (1) llamó a “la sociedad civil global, incluyendo los grupos y particulares que trabajan para poner fin al sistema de dominación racial en Israel, a replicar el espíritu de solidaridad que contribuyó a acabar con el Apartheid en Sudáfrica, dando a conocer a los parlamentos nacionales las conclusiones del Tribunal y apoyando la campaña de Boicot, Desinversión y Sanciones contra Israel”.

El Ejército israelí ha cometido innumerables crímenes de guerra contra la población civil y asesinatos selectivos de líderes políticos palestinos. Israel ha intensificado el ritmo de construcción de colonias ilegales en Cisjordania. La anexión de tierras, acuíferos y demás recursos naturales palestinos, y la edificación del Muro del Apartheid constituyen violaciones del derecho internacional y representan graves obstáculos para la paz. Prácticas que atentan contra la dignidad humana, como son los encarcelamientos ilegales, detenciones administrativas y uso de la tortura, han sido normalizadas por el sistema israelí. Además, Israel es el país que ha violado durante el periodo de tiempo más largo, el derecho inalienable de las personas refugiadas a retornar a sus hogares y propiedades.

El premio que le ha sido concedido es patrocinado por la Municipalidad de Jerusalén. Esta Municipalidad ha sido, desde sus inicios, el cerebro e instrumento de la colonización ilegal de Jerusalén Este y su Ciudad Vieja. Es responsable del diseño y desarrollo de uno de los sistemas de Apartheid urbano más crueles del mundo, y ha sido activamente implicada en la limpieza étnica de Jerusalén Oriental, demolición ilegal de casas, confiscación arbitraria de propiedades, y en la supresión sostenida y sistemática del desarrollo económico, social y cultural en los barrios palestinos.

La calificación de la Municipalidad de Jerusalén como responsable de un sistema de Apartheid contra la población palestina ha sido ratificada por el Relator especial de Naciones Unidas por los Derechos Humanos para el Territorio Ocupado Palestino, John Dugard, que declaró que “existen grandes similitudes entre la situación de los habitantes de Jerusalén Este y los negros surafricanos bajo el Apartheid en lo relativo a sus derechos de residencia”, y que “la clasificación territorial de Jerusalén Este tiene las mismas consecuencias que la clasificación racial que existía en Suráfrica con respecto a con quien te puedes casar, donde puedes vivir y donde puedes o no ir a la escuela o acudir a un hospital”.

En este contexto, cabe recordar que el Alcalde de Jerusalén, autoridad que auspicia el acto de entrega del Premio, apoyó públicamente la candidatura de Netanyahu en las últimas elecciones porque, según sus propias declaraciones, “estaba convencido que el primer ministro seguiría apoyando un Jerusalén unido”, eufemismo común entre los israelíes para referirse a “un Jerusalén ocupado”.

Los artistas que aceptan participar en eventos oficiales israelíes como es esta ceremonia de entrega, prestan sus nombres, indirecta y a menudo inconscientemente, a la Hasbara o propaganda sionista. En el ámbito de la literatura, el premio Jerusalén es una pieza central de la propaganda cultural y mediática que el gobierno israelí financia con el fin de distraer a la opinión pública de sus violaciones de la legalidad internacional y de normalizar su ocupación ilegal del territorio palestino. La sola declaración de que el premio tiene como objetivo el reconocimiento de escritores y escritoras por su contribución a la “libertad de los individuos en la sociedad”, ofende los principios básicos de humanidad, solidaridad y honestidad. El concepto de libertad entra en total contradicción con las políticas israelíes de Apartheid, que eliminan de facto cualquier tipo de libertad en Territorio Ocupado Palestino, especialmente en la Franja de Gaza, que no es más que una cárcel a cielo abierto.

Si va a recibir el premio Jerusalén, no solamente ayudará al gobierno israelí a crear la falsa imagen de un estado que respeta y promueve la “libertad de los individuos en la sociedad”. Aceptar un premio financiado por las autoridades israelíes, de las manos de sus más altos representantes, desoyendo el llamamiento de un movimiento que lucha por la justicia, como es el movimiento de Boicot, Desinversión y Sanciones contra Israel, equivale a renunciar a comprometerse con la lucha contra las violaciones del derecho internacional, los crímenes de guerra y el sistema de Apartheid israelíes. Llevaría a sus seguidores y seguidoras a cuestionarse, no el compromiso individual que Usted probablemente tenga con los derechos humanos, la libertad y la dignidad humana, sino el valor que debería tener para activar este compromiso, y apoyar el movimiento global no-violento que busca acabar con el Apartheid israelí, en vez de posicionarse en contra.

Conscientes de las intenciones de las autoridades israelíes de lavar sus crímenes a través de la cultura, personalidades del mundo del arte han renunciado a los supuestos honores del estado israelí, o han cancelado sus actuaciones en Israel, como medio de presión para acabar con este régimen colonial. Pensamos que como artistas, tenemos la obligación de revelar al público lo que los opresores intentan mantener oculto, renunciar a que nos hagan cómplices de sus violaciones, y reclamar en alto y fuerte, “Justicia, Libertad y Dignidad” para los oprimidos.

Porque estamos convencidos de que comparte esta visión, le rogamos, estimado compañero, que reconsidere su posición y renuncie al Premio Jerusalén, como se lo han pedido el movimiento global de Boicot, Desinversión y Sanciones, la Campaña Palestina de Boicot Académico y Cultural, el movimiento israelí Boicot Desde Dentro y la Red Solidaria contra la Ocupación de Palestina.

Atentamente,

Stephane Hessel, Roger Waters, Ken Loach, John Berger, Luis García Montero, Alice Walker, Breyten Breytenbach y Paul Laverty

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(1): integrado por la Premio Nobel de la Paz Mairead Maguire, el escritor y ex-Ministro del gobierno de Sudáfrica Ronald Kasrils, el abogado y presidente de la Sociedad Haldane de abogados socialistas de Gran Bretaña Michael Mansfield, el juez emérito del Tribunal Supremo español José Antonio Martin Pallin, la diputada del Congreso de Estados Unidos por el partido de los Verdes Cynthia McKinney, la escritora y exministra de Cultura de Mali Aminata Traoré, la escritora estadounidense y defensora de los derechos de las minorías Alice Walker, y la Directora de la Fundación de Derechos Humanos de Sudáfrica, Yasmin Sooka.