Querida Maria Dolores,
Me vas a permitir que te tutee. Que te hable así, de mujer a mujer, ya que creo que es lo único que tenemos en común. O a lo mejor ni eso. Llevo desde ayer que no dejo de pensar en ti. La verdad es que últimamente tus balbuceos ocupan buena parte de los pensamientos y los comentarios en las tertulias patrias. No sé si es estrategia, pero funciona, en el sentido de que mientras descendemos el nivel del discurso a la altura de la Línea 6 en Cuatro Caminos (5 pisos bajo el suelo), no nos ocupamos de enriquecer el debate, de argumentar en serio y de construir. Como ayer.
Ayer dijiste algo (también balbuceando, pero menos), a lo que no puedo menos que responder. Me refiero, claro, a eso de los sistemas de cuotas. Esa medida que tú consideras “ofensiva, lo más machista que existe, porque nos considera a las mujeres como una masa deforme y que somos todas iguales”.
Mujer, iguales, iguales... ¡Claro que no! Seguro que tú consideras que eres mucho mejor que las demás, y que por eso has alcanzado los altos cargos que ostentas en tu partido y en el Gobierno de tu comunidad. ¿Acaso crees que si no hay más mujeres que acceden “limpiamente” a los Parlamentos y Gobiernos es porque no son lo bastante inteligentes? Oh, no... Existen barreras, María Dolores. Barreras específicas, culturales, económicas, sociales, que nos lo impiden, y está más que comprobado que las cuotas son la mejor forma de aumentar esa participación y compensar esas barreras.
Es posible que haya mujeres que no percibís esas barreras, cuando os sentáis por la mañana a disfrutar viendo cómo visten a vuestros hijos. Os imagino saboreando un buen café cuidadosamente preparado y servido por otra mujer, que probablemente ha dejado atrás su país y a sus hijos para atender a los tuyos, y que, ella sí, se topa de bruces con ellas, las barreras, a diario.
Puede a tú, que valoras mucho el linaje y el “parecerlo aunque no lo seas”, creas que es más meritorio ascender “por méritos propios”, luchar y ganar los espacios en una supuesta igualdad de condiciones con los hombres. Esos Don Quijotes vuestros que os abren gustosamente el camino, porque vosotras lo valeis. Todo muy justo.
Igual no te das cuenta porque no lo conoces, pero a nosotras, las mujeres normales del mundo real, las que trabajamos una doble, triple o cuádruple jornada cada día, y todavía encontramos tiempo y fuerzas para hacer política (en un partido, en un movimiento, en la calle, en la asociación de vecinos, en la asamblea de barrio o en el Ampa del cole de nuestros hijos e hijas...), a nosotras, digo, no nos importa (incluso exigimos, fíjate lo que te digo), que nos faciliten un poco el acceso a unas instituciones a las que nuestros hombres siguen entrando por la ancha avenida de la dedicación exclusiva. Que para eso nosotras les facilitamos a ellos ese acceso, al liberarles cada día de todas esas otras tareas, para que puedan dedicarse de lleno a “hacer carrera”.
Y no nos importa, y lo exigimos, porque en los países que han implantado sistemas de cuotas o medidas de paridad parlamentaria, incluida España, se han conseguido importantes avances en la representación de las mujeres. De hecho, esas medidas temporales seguirán siendo necesarias para corregir la discriminación y la desigualdad de oportunidades, mientras sigan existiendo. Si no hubiera un punto desigual de partida, no harían falta. O al revés: donde no hay cuotas para mujeres, las hay de facto para hombres. Ojo, que no lo digo yo, lo dice la ONU.
Aunque quizás con tu comentario de ayer te referías al sobradamente conocido “sistema machista” imperante en países como Dinamarca, Noruega, Suecia o Finlandia, cuyos sistemas de representación son paritarios. O puede que hicieras alusión al “avance del feminismo” en Egipto, que en su nuevo parlamento y gracias al aumento de la influencia de las corrientes religiosas, ha eliminado el anterior sistema de representación de las mujeres, dejando a sólo ocho mujeres parlamentarias de un total de 508 miembros. Éso sí es progresista e igualitario. Seguro que las mujeres egipcias lo ven como un gran avance en su lucha por la representación política y la igualdad.
Y hablando de progresismo. Con tu charla de ayer, más propia de un café entre amigas que de un discurso político formado y argumentado, quizás nos quieres dar a entender que la exigencia de cuotas es una agenda “de izquierdas”. Nada más lejos de la realidad, María Dolores. Es una cuestión de Derechos, no de ideologías. De hecho, ahí fuera, en países tan distintos como Suecia o El Salvador, las mujeres dejan de lado sus diferencias de partido y se unen para exigir en sus países leyes y sistemas de cuotas que garanticen su representación.
Y, aunque tú lo quieras presentar así, un sistema de cuotas no persigue defender el derecho de una mujer individual a que se le reconozca su mérito personal. Tampoco es para permitir a las mujeres aportar “una visión diferente” o “una forma femenina de hacer política”. Simplemente, defiende un derecho colectivo a ser representadas como lo que somos: la mitad de la población. Es, por lo tanto, una cuestión de democracia y de justicia.
Por cierto, el feminismo tampoco es una masa deforme. Puede ser informe, o mejor, plural, diverso. Adopta muchas formas. Pero desde luego ninguna de ellas es la vuestra. No creas, María Dolores, que no entendemos la jugada. No es casual ni inocente que tu compañero Gallardón hable de “violencia de género estructural” para referirse al derecho al aborto. No pretendáis cooptar el discurso y las palabras de los feminismos (igual que intentais hacer con conceptos como democracia y transparencia) para cambiarles el significado y encubrir las posturas más machistas y reaccionarias. No lo intenteis siquiera, porque se os nota mucho. Que las mujeres podemos ser “una masa deforme”, pero no somos tontas.
PD: No puedo menos que recordarte que por muchas facilidades que tengáis, las estructuras que discriminan a las mujeres en este país también funcionan con vosotras, aunque no las queráis reconocer. Y las cuotas también son para vosotras, también os benefician. Si no fuera por las políticas de igualdad de este país tú no estarías donde estás. Estaría alguien posiblemente tan inútil como tú, pero hombre.