Va el ‘ardor guerrero’ ambulante de Pablo Casado y dice, muy serio, que es como si le mirasen ahora a su señorito los trabajos “de sexto de EGB”, o como si le evaluasen la forma de encuadernar los papeles que enseñó, la puntita nada más, diciendo que eran ‘trabajos’; asunto que este periódico desmontó en su día de forma prolija. Dos caricaturas impostadas por parte del portavoz de propaganda de Casado que encubren culpa redundante.
La jueza dice en auto; es decir, por escrito pensado, que alumnos que asistieron regularmente al máster de Casado, alguno comiendo en el tren para hacer compatible su trabajo con el máster, sacaron peores notas que la patulea de ‘alumnos vips’ del PP, que sin ir a clase un puñetero día, hicieron acopio de sobresalientes sin tregua, ni anestesia, en unas horas; todo ello sin pisar el aula, oiga. Vas a clase y sacas peor nota que si no vas y eres del PP. Menudo modelo.
Es lo que Esperanza Aguirre hubiera definido en su día como ‘cultura del esfuerzo’; esto es, por la mañana no hago nada, por la tarde lo paso a limpio y me saco la carrera en un santiamén. Casado se hizo un máster y media carrera así. Mamandurria como animal de compañía.
Alumnos ‘ordinarios’ y alumnos ‘clase ambasador’. Cuestión de clases. De eso se trata, de tener los carnets en regla; del PP, claro.
Todo convoca al tal pepero Enrique Álvarez Conde; una suerte de máquina de corruptelas, fluido de vasos comunicantes entre el PP, la supuesta universidad y las prebendas inherentes al cargo. Tú me das alumnos que necesitan títulos para engordar, así sea el currículo, que mola, así sea el escalafón policial, que también es dinero. Yo te bendigo en el nombre del padre académico y reparto títulos a los ‘vuestros’, que son ‘los nuestros’, en régimen de ventilador, y luego tú, PP, me envías todo el dinero público que puedas por los servicios prestados.
No dirán que la derecha no gestiona bien la cosa de la pasta. A pedalear, que el mundo se acaba.
La comida con quien sea, para lubricar, la paga Álvarez Conde con la Visa, como si fuera cosa suya y alardeando a cuenta del dinero público.
La supuesta ‘cultura del esfuerzo’, defendida en su día con ahínco por Esperanza Aguirre, mentora, con Aznar, del muy liberal Casado, ha quedado reducida al siguiente esquema: el instituto expende títulos a gentes del PP, a policías adictos, que para ascender, y cobrar más, necesitan un papel, a políticos con gonorrea de currículo. Luego, el tal instituto expende el recibo y pasa la gorra.
Decía Casado que él no tenía mochila. Llegó a acusar en las primarias del PP a Soraya Sáenz de Santamaría de haber apoyado a ETA.
No tendrá mochila Casado, pero tiene un petate que lo incapacita.