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Casado: solo ante el peligro

A Pablo Casado no le queda más remedio que echarse el PP a sus espaldas para cruzar el desierto; de momento, el andaluz porque si se ha parado a mirar a su alrededor, habrá visto que no queda casi nadie a su lado; está prácticamente solo.  

La fotografía del poder del PP se ha desintegrado en apenas unos meses. Aquel partido mastodóntico, hegemónico que funcionaba como una máquina y que gobernaba todo menos Andalucía, Catalunya y Euskadi hace apenas 4 años se ha convertido en una formación escuálida y temblorosa.

La imagen de la mesa camilla de esta semana en Génova con Casado, Núñez Feijoo y Suarez Illana con Juanma Moreno de convidado por las andaluzas resume el menguado estado actual del cartel del PP, más allá de los lugartenientes de Casado como Teodoro García Egea o Javier Maroto.

Los populares no tienen ahora mismo ni un solo alcalde relevante a quien pasear por los mítines de toda España; pocos y desconocidos presidentes autonómicos al margen del titular de la Xunta quien, por cierto, sigue siendo más bien un rival interno y de Juan Vicente Herrera que está de salida y, sobre todo, el PP se ha quedado sin referentes. Rajoy en el registro; Cospedal liquidada por sus tratos con Villarejo; Soraya Sáenz de Santamaría en el retiro del Consejo de Estado y los ministros de Rajoy totalmente amortizados. Por no hablar de Rato, Matas, Camps, Bárcenas y todo el rosario de la Gürtel.

Puestos a mirar, solo le queda Aznar y muchos en el partido le han dicho que no abuse de las fotos con él. Así que Casado, que llegó a la presidencia después de que Feijoo no quisiera arriesgarse y aprovechándose de la guerra sin cuartel entre Soraya y Cospedal, se ha encontrado ahora con un partido convertido casi en un erial. Una sede pagada con dinero B y que ahora se queda grande y en la que ya no están tampoco otros nombres propios del partido como Esperanza Aguirre, Cristina Cifuentes, Ignacio González o Francisco Granados.

La dificultad del PP para encontrar candidatos con gancho para las municipales y autonómicas está empezando a ser clamorosa. El hecho de que se hable del hijo de Suarez para Madrid tras su paupérrimo resultado como candidato en Castilla-La Mancha es todo un síntoma.

Para colmo de males, su primera batalla, en Andalucía la tiene que dar con un candidato qué si hubiera podido, lo hubiera cambiado y con unas encuestas muy adversas que no descartan que los de Rivera les acaben superando.

Todos en el PP dan por hecho un mal resultado en Andalucía, pero si Ciudadanos consigue un voto más, se encenderían todas las alarmas. El invierno se le puede hacer muy duro y muy largo al recién estrenado presidente del PP.