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China, la gran beneficiada de la crisis griega

El presidente del Eurogrupo, el holandés Jeroen Dijsselbloem (dcha), habla con el ministro finlandés de Finanzas, Alexander Stubb (centro), y con el titular británico de Economía, George Osborne, en Bruselas (Bélgica).

Mar Llera

Una de las mayores mentiras en circulación es hacernos creer que los protagonistas del gran teatro del mundo son los políticos cuando, en realidad, son los dueños del dinero.

En el caso de Grecia esta tesis se verifica de modo llamativo por la ausencia de Wally, ese personaje de cómic a quien de niña buscaba en todas las páginas de sus libros con la certeza de que estaba, aunque no supiera dónde. Para mí el Wally del escenario contemporáneo es China. De un modo u otro, el Gigante Asiático tiene que ver con casi todo lo que hoy sucede en el mundo, particularmente si hay dinero de por medio.

En el teatro del absurdo donde parece abocar la gran tragedia griega, superando con creces el atrevimiento de Ionesco, a Tusk, Juncker, Draghi, Schäuble y Merkel se les atribuye el papel de actores principales cuando son simples títeres: un guiñol inteligentemente tramoyado por… ¿quién? Si gozáramos de buena información sabríamos descifrar el jeróglifico de siglas SGCC-FOSUN-COSCO, que nos resultarían tan familiares como los fantoches del Eurogrupo. Pero da la casualidad de que esas referencias se escriben también con caracteres chinos y Europa todavía no sabe –o no quiere saber- que está perdiendo liderazgo, incluso para gobernar su propia casa.

Atrevámonos, pues, a desencriptar esta historia.

SGCC (China State Grid Corporation) es una gran compañía de distribución y transmisión de electricidad, propiedad del Estado chino, que actualmente compite por el control de la griega ADMIE (Independent Power Transmission Operator), cuya privatización forma parte explícita de las últimas imposiciones del Eurogrupo al Ejecutivo de Tsipras.

FOSUN, corporación china de capital privado, forma parte de un panel de inversores interesados en el antiguo complejo aeroportuario Hellenikon, otro de los grandes proyectos de privatización, presupuestado en 7.000 millones de euros.

Finalmente, COSCO (China Ocean Shipping Company), empresa pública líder en su sector, desde 2009 goza de una concesión del Estado griego por 35 años para operar en el Puerto del Pireo. Llama la atención que, contra el viento y la marea de la deuda, COSCO se ha propuesto hacer de ese enclave el más importante nudo en las comunicaciones y el transporte marítimo de mercancías entre China y Europa. La iniciativa es crucial dentro del proyecto “One Belt, One Road” (Yi Dai Yi Lu), con que el Gran Dragón trata de rememorar su esplendor, revitalizando la histórica Ruta de la Seda tanto por vía terrestre como a través del mar. Para hacer realidad sus ambiciones, COSCO aspira a controlar el 67% de las acciones de Piraeus Port Authority, pues es la mejor posicionada en la competencia con la danesa Maersk y la estadounidense Ports America. La victoria de Syriza había dejado en suspenso hasta el día de hoy la privatización del puerto, justo después de que el gigante chino comenzara las obras de ampliación con una inversión inicial de 230 millones de euros, y parece que va siendo hora de “invitar” a los griegos a recuperar la “cordura” del Ejecutivo anterior.

No olvidemos, por otra parte, que la reconstrucción de la Ruta de la Seda va a ser posible gracias al recién inaugurado Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras. La creación de esta entidad, con un capital inicial de 100.000 millones de dólares y 57 países implicados bajo el liderazgo del Gran Hermano oriental, evidencia los avales irrefutables con que cuenta el proyecto. Por si alguien no lo sabía, aunque todos los socios esperan beneficiarse, indudablemente algunos lo conseguirán más que otros, pues los primeros contratistas de esas faraónicas infraestructuras van a ser las empresas públicas chinas, lo cual no parece una cuestión menor. Tampoco es pequeña la trascendencia histórica de esta iniciativa, un paso decisivo para la construcción de un nuevo orden financiero mundial sobre el eje de China, en detrimento de las instituciones de Bretton Woods.

Por lo tanto, no se trata sólo de reconocer que China ha comprado al menos 6.000 millones de euros de deuda pública griega, gracias a la creciente influencia de los dos fondos soberanos chinos, China Investment Corporation y SAFE (State Administration of Foreign Exchange) que, a propósito, también financian nuestra deuda. Lo más inquietante es que el Eurogrupo no sirve únicamente a los intereses de las grandes corporaciones europeas… China oscurece con su sombra alargada las candilejas del escenario.

Existe tal ignorancia al respecto que el Ejecutivo de Tsipras, sorprendentemente, habló en su momento del Gran Dragón como una “alternativa”. Recordemos que a principios de 2015, el ministro de Defensa griego, Panos Kammenos, dijo que su Gobierno estaba contemplando la posibilidad de encontrar financiación fuera del Viejo Continente. Poco después, viajaban a China el Viceprimer Ministro, Dragasakism, y el Ministro de Asuntos Exteriores, Kotzias. El resultado de la visita fue un acuerdo de cooperación económica y cultural entre los dos países para el periodo 2015-2017, cuyos detalles no han sido precisamente la comidilla de la prensa.

Como corresponde a su tradición diplomática, China ha elegido un perfil bajo (Tao Guang Yang Hui) en la crisis griega. Así, no tiene que soportar la curiosidad de la prensa –que tanto parece molestar al Presidente Xi- y cede el estrellato a sus aliados europeos, principalmente a Alemania. Los expertos dicen que su papel en el desarrollo actual de los acontecimientos es secundario. Ciertamente. Pero esa discreción no se corresponde con la magnitud de las ambiciones de China en el Mediterráneo, entre las que además de los ya mencionados intereses de COSCO, FOSUN y SGCC, se encuentran los de CNOOC (China National Offshore Oil Company), que desearía explotar los recién descubiertos yacimientos de gas en el área de Chipre.

Si a esto sumamos que 2015 fue elegido como el año de la cooperación marítima entre el Gigante Asiático y el país heleno, que se reconocen mutuamente como cuna de las dos principales civilizaciones de la Historia de la Humanidad, la quintaesencia de Oriente y Occidente, no sé qué hacemos alarmándonos por las boutades de los títeres que aparecen en este guiñol.

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