Chistoso, si no fuera un patrón de conducta

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“La verdad no tiene doblez: dice lo que quiere decir y ya está”, afirma la señora Grassiela, uno de los personajes de 'Tres enigmas para la Organización', la última novela de Eduardo Mendoza. “En cambio”, añade la susodicha, “las mentiras tienen muchos significados y la gracia está en encontrarles el más revelador”.

Cierto es que Pedro Sánchez cambió de criterio respecto a una amnistía para los implicados en el procés al necesitar los votos de Junts para su investidura como presidente del Gobierno. Es esta una verdad tan clara como el agua y que ni el mismo Sánchez discute. Pero también es igualmente cierto que somos millones los que intuimos que la amnistía puede ser beneficiosa para Cataluña y para el conjunto de España. Para seguir desinflamando el conflicto y para ofrecernos a todos una salida, por temporal que sea, a la zona de curvas peligrosas. 

Así que tiene razón la señora Grassiela: las verdades son fáciles de explicar. Las mentiras, por el contrario, se enredan como las cerezas en un cuenco. Tiras de una y salen enganchadas unas cuantas más. Es lo que pasa cuando hablas de Feijóo, el político doctorado en subir y bajar las escaleras a la vez.

Ahora resulta que, según le contó la dirección del PP a 16 periodistas a la vez, Feijóo no descarta indultar a Puigdemont. Aún más, durante un tiempo, 24 horas al menos, hasta le dio vueltas a la posibilidad de una amnistía para cientos de catalanes. Vamos a ver, ¿no es este el señor que lleva seis meses dando la tabarra con que cualquier tipo de medida de gracia relacionada con el procés es inconstitucional, ilegal, inmoral, injusta, catastrófica, diabólica incluso? ¿No va predicando por las plazas de España que el borrón y cuenta nueva es la antesala del fin de la democracia, del Estado de derecho, de la mismísima España?

Ay, Feijóo, desde tu llegada a Madrid, te has ido ganando a pulso el apodo de Fakejóo con el que muchos te conocemos. No sabías que tu compinche Marcial Dorado era un narco porque en aquellos tiempos no había Internet. Te desgañitas anunciando que España está en bancarrota, aunque crezca económicamente y cree más empleo que sus socios europeos. Haces patente que la lucha contra el cambio climático te parece irrisoria al lado de la urgencia de derrocar el Gobierno de España que ejerce ETA a través de Sánchez. Y le haces la campaña publicitaria a Securitas Direct afirmando que, alentados por el bolchevismo, los okupas acechan por doquier. 

Señor Feijóo, es usted un cenizo, una especie de sacristán del Apocalipsis. Pero, bueno, este es un rasgo caracterológico, y no soy yo el llamado a corregirlo. Lo grave, lo que sí que es de incumbencia pública, es que tiene usted un serio problema con la verdad. Fíjese, el único debate que le ha ganado al satánico #PerroSanxe fue aquel televisado en vísperas del 23J, en que usó el truco de la ametralladora de bulos, falacias y medias verdades llamada Galope de Gish.

No, Feijóo ni es moderado ni es honesto. Ansía desesperadamente el poder monclovita que le habían presentado como seguro los que le promovieron como sucesor del guillotinado Pablo Casado en el caudillaje del PP. Y para ello está dispuesto a todo. A aliarse con Vox. A reírle todas las gracias a esa Ayuso que afila los cuchillos a sus espaldas. A ponerle zancadillas a España en Bruselas. A promover motines y prevaricaciones de fiscales y jueces. Ahora sabemos que hasta indultaría a Puigdemont, si no fuera porque entonces perdería los votos de Vox; caramba, eso sí que es mala suerte.

Feijóo no es presidente porque no quiere, Puigdemont no está indultado por Feijóo porque no quiere y los amigos de mis amigas son mis amigos, ¡vaya lío! Chistoso, si no fuera porque es un patrón de conducta. No sé ustedes, pero, incluso tratándose de contrincantes, yo prefiero a los que vienen de cara. Ah, señor Feijóo, me resulta usted demasiado hipocritón. Aunque, en fin, ahora que lo escribo, me digo que quizá por eso ha llegado su señoría tan alto en su partido. ¿No fue el PP quien, una vez en el Gobierno, indultó a terroristas de Terra Lliure, negoció con aquel “movimiento vasco de liberación” llamado ETA, le hizo a Jordi Pujol sabrosas concesiones y hasta habló catalán en la intimidad

Hagamos genealogía, que sin ella no hay saga que valga. ¿No refundó ese PP un tal Aznar, autor de los dos mayores embustes de nuestra democracia? Recuerden: Irak tiene armas de destrucción masiva, créanme. Recuerden: los atentados del 11M los ha cometido ETA y el que diga lo contrario es un miserable.

Pues sí, mentira tras mentira, vamos llegando a lo más revelador, señora Grassiela. Lo más revelador se le escapó a Richard Nixon, el abuelo sucio y tramposo de las derechas occidentales, en su entrevista televisiva de 1977 con David Frost. Cuando, ya dimitido, pero todavía acorralado por el escándalo Watergate, Nixon soltó aquella bomba de que cualquier cosa que él hubiera hecho desde la Casa Blanca pensando en el bien de su país, incluido el espionaje de sus rivales políticos, era intrínsecamente legal.  Todo, cualquier cosa que saliera de su presidencial persona era tan lícita como la condena del asesinato.

Queridos niños, a ver si lo pillamos de una vez por todas. Negociar con terroristas, indultar a separatistas, usar a la Policía para mancillar a los opositores, cobrar sobresueldos, tener cuentas en paraísos fiscales, incumplir la Constitución, manipular el poder judicial, todo esto y más, mucho más, les está permitido consustancialmente a las derechas. Es por una buena causa, por la mejor de todas: ¡la patria! Ellos son la patria, los demás estamos de paso.