Cien años sin John Reed
El pasado 17 de octubre se cumplió el centenario de la muerte de John Reed, quien fuera el periodista de las revoluciones y los levantamientos. Sus primeros trabajo fueron en Nueva York, en el American y posteriormente en The Masses, un mensual alternativo de izquierdas. En esa época ya publica reportajes claramente comprometidos como la cobertura de la huelga de trabajadores de la seda en Paterson (Nueva Jersey). En noviembre de 1913 va a México como corresponsal de guerra del Metropolitan Magazine, donde cubrió el avance de las tropas revolucionarias de Pancho Villa en el norte del país. De esa experiencia saldría su libro México insurgente. Siendo ya un periodista de éxito, vuelve a Estados Unidos donde sigue publicando reportajes de luchas obreras desde la línea del frente, como sucedió con la matanza de mineros del carbón en huelga en Colorado.
A finales de verano de 1914 se va como corresponsal del Metropolitan a la Primera Guerra Mundial (Inglaterra, Francia, Suiza, Italia, Alemania y Belgica) y vuelve impactado y todavía más radical en febrero de 1915. Un mes después regresa a los Balcanes, al frente oriental de la guerra, desde allí seguiría escribiendo para Metropolitan y The Masses. Con todo este material escribiría su segundo libro: La guerra en Europa oriental. Consigue que el New York Mail le contrate un artículo diario y rompe su relación con el Metropolitan.
Atraído por las apasionantes noticias que llegaban de la Rusia revolucionaria, partió hacia allí en septiembre de 1917 y permanecería hasta febrero del año siguiente. De esta forma vivió los espectaculares sucesos de la Revolución de Octubre. Es con todo el material recogido con el que publica, Díez días que estremecieron el mundo, considerado uno de los mejores reportajes periodísticos del siglo XX.
Ya en Estados Unidos, su espíritu bolchevique continúa en ebullición. Comienza a involucrarse en el Partido Socialista, del que sería expulsado junto con otros radicales con los que fundó el Partido Comunista Radical. Su situación legal en Estados Unidos se complica y decide viajar a Rusia para inscribir su partido en la Internacional Socialista. Cuando volvía a su país, en enero de 1920, fue interceptado y encarcelado en Finlandia. Esos meses afectaron gravemente a su salud. Fue liberado en junio, salió hacia Petrogrado y después a Moscú. Permaneció allí hasta septiembre, cuando contrajo el tifus y murió el 17 de octubre de 1920 a los 32 años. Está enterrado al pie de la Muralla Roja del Kremlin, en el lugar reservado a los héroes de la Revolución de Octubre.
Se suele decir que el periodismo impreso termina envolviendo el pescado al día siguiente de su difusión. Ahora, con el ritmo trepidante de internet y las redes, el periodismo escrito ni siquiera dura eso. Sin embargo, existe un periodismo que perdura durante décadas, es el periodismo que explica el mundo. No, no se trata de tratados de historia ni de análisis complejos de geopolítica, es puro periodismo que cuenta lo que sucede, lo interpreta y nos ayuda a comprender los acontecimientos. Pues bien, ese es el periodismo de John Reed.
John Reed es también el paradigma del periodista comprometido. Pepe Rodríguez, el editor del libro dedicado a Reed Rojos y Rojas, afirma que “en su obra, no oculta, todo lo contrario, su toma de posición. Este gesto fue entendido hasta por sus críticos y adversarios, porque comprendieron que en una obra histórica como en una obra de arte –y los Díez días es ambas cosas–, la sinceridad es más importante que la falsa objetividad”.
Es emocionante, ya en sus primeros trabajos, leer como iniciaba la crónica de la huelga de trabajadores de la seda: “Hay una guerra en Peterson, Nueva Jersey. Pero es un curioso tipo de guerra. Toda la violencia es obra de un bando: los dueños de las fábricas. Su servidumbre, la policía, golpea a los hombres y mujeres que no ofrecen resistencia y atropella a multitudes respetuosas de la ley. Sus mercenarios a sueldo, los detectives armados, tirotean y matan a personas inocentes”.
John Reed demostró que su compromiso político no estaba reñido con su deontología profesional. Él mismo, en el prefacio de Diez días que estremecieron al mundo, aclara sus principios: no neutralidad y apego a la verdad.
“En la contienda mis simpatías no fueron neutrales. Pero al relatar la historia de aquellos grandes días, me he esforzado por observar los acontecimientos con ojo de concienzudo analista, interesado en hacer constar la verdad.”
Lo indiscutible de toda la obra de John Reed es que su posición política nunca fue un impedimento para su profesionalidad periodística, su apego a los hechos, su veracidad. Algo que contrasta mucho con la realidad de muchos periodistas actuales. Reed, que nunca ocultó sus posiciones ideológicas y políticas, que incluso fundó y militó en partidos políticos, siempre hizo un periodismo riguroso, desde el lugar de los acontecimientos y con la verdad como bandera. Hoy, muchos de los periodistas que dicen ser apolíticos y neutrales, curiosamente, en realidad están militando más que John Reed y abandonando toda deontología y ética en la profesión.
Pascual Serrano es autor del libro Contra la neutralidad. Tras los pasos de John Reed, Ryszard Kapuściński, Rodolfo Walsh, Edgar Snow y Robert Capa (Península)
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