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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Una y no cincuenta y una

Doce de octubre, y ustedes con esos pelos rojoseparatistas. ¿No se dan cuenta de que hoy toca pasar la ITV de la españolidad? Pues como no se apliquen, catearán y Wert les mandará un retén de evangelistas armados con el libro de FEN. Si no quieren que eso ocurra, empiecen repitiendo con el editorialista de ABC: “Ser y sentirse español no representa actitud reaccionaria alguna, sino formar parte de una Historia extraordinaria e irrenunciable”.

Bien, esa era la parte fácil. Ahora llega el comentario de texto. A ver si captan el doble sentido de la expresión “élites intelectuales” en esta larga frase del amanuense del vetusto diario: “Un día como hoy también es una buena oportunidad para esperar nuevas élites intelectuales que, como sucediera en otros siglos y ante otras crisis, promuevan la regeneración de nuestro país y animen a reforzar el proyecto nacional de España, porque no todo puede ni debe quedar en manos de la clase política ni de las mayorías parlamentarias”.

¿No acaban de caer? Calma, que el siempre solícito Alfonso Ussía les echa una mano desde La Razón. Las tales élites llevan una cabra y son el último bastión de la decencia: “Es muy complicado en España hoy en día –Cataluña incluida, claro–, acudir a una celebración compuesta en su totalidad por españoles decentes, muchos de ellos, catalanes. Esa decencia que desfilará ante el Rey ha elegido por vocación el servicio a España y los españoles”.

Para que se les pase el tembleque de las rodillas o quizá para que termine de darles una aplopejía, tómense una pildorita del Doctor Marhuenda administrada por su editorialista de confianza: “Somos, pues, una vieja nación a la que la historia no siempre ha tratado bien, pero que ha sabido sobreponerse a las dificultades. Conviene recordarlo, sobre todo en este tiempo de graves dificultades que opaca las virtudes y llama al desánimo. Y conviene recordarlo, especialmente, frente a quienes desde posturas disgregadoras retratan en blanco y negro un país cuajado de colores”. ¡Oh, uh, ah, qué lirismo!

Qué pena que lo venga a romper, desde las páginas de El Mundo pedrojotesco, la mismísima alcaldesa de la Villa y Corte, Ana Botella. Sonrójense a gusto ante la profundidad (modelo pozo séptico o así) del discurso: “Hoy celebramos nuestra fiesta nacional. Un día grande para todos los españoles, y también para todos los hispanoamericanos. Muchos de ellos han hecho de España su hogar y su lugar de trabajo”. Eso no lo supera ni Leticia Sabater.

Por la misma línea entre minimalista y mononeuronal, la columnera de Libertad Digital, Cristina Losada, les aclara lo que va del nacionalismo fetén al nacionalismo no fetén. Atiendan: “El nacionalismo excluye, España integra. El nacionalismo uniformiza, España sostiene la pluralidad. Ésa es la diferencia”. Recuérdenlo por si quieren impresionar a sus amistades mientras toman el vermú tras haber participado en la contra-diada convocada para hoy en la Plaza de Catalunya.

Irán, ¿verdad? No le hagan el feo a Santiago Abascal, que se ha trepado con su correaje y su canesú hasta el chiringo de Federico sólo para convencerles. Hasta les va a conmover su arenga: “Con fe en que la victoria estará de nuestro lado, y que los separatistas y su proyecto antiespañol, egoísta y liberticida volverán a quedar en los márgenes de la Historia; la historia pequeña de los traidores, la historia de los hombres de visión estrecha y miserable”. Dan ganas de ponerse a silbar el himno de la legión, rediós.

Ya están casi españolizados como le gusta al calvo divino. El único detallito que les falta es la bandera que regala hoy La Gaceta... pero solamente a sus lectores de los dos territorios levantiscos. Lástima. Si no viven en la Vasconia irredenta o en la pecaminosa Catalonia, deberán conformarse con la portada del pasquín intereconómico. Siete aviones surcan el cielo dejando sendas estelas (con perdón) de color rojo, amarillo y otra vez rojo. El lema reza: “España, sí”. Pueden ir en paz.