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Todos contra Colau, último asalto

La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau.

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La campaña de las municipales en Barcelona es un todos contra Ada Colau. Junts y el actual PSC (que sigue en el equipo de gobierno) tienen en la cabeza un modelo de ciudad muy parecido. Cualquiera de los dos puede hacerse con la alcaldía, según apuntan unos sondeos cuyos márgenes de error, con porcentajes tan apretados, hacen de momento imposible saber quién llegará primero. Ambos, además, ya coquetean con la posibilidad de gobernar juntos. Mientras, los comuns fían su futuro a los votantes de izquierdas desencantados que, pese a todo (incluso pese a no decirlo públicamente), consideran que Colau sigue siendo la única alternativa a la Barcelona de los de siempre. 

Jaume Collboni y Xavier Trias se presentan como los candidatos de ‘orden’, aunque sea un orden preestablecido por los intereses de los que han controlado la ciudad durante décadas, sean los promotores o empresas que recibieron de uñas a los comuns porque vieron peligrar sus beneficios. Se preocuparon innecesariamente porque a veces por impotencia, a veces por incompetencia de los gestores municipales, estas corporaciones, que actúan como ‘lobbies’ en sectores estratégicos de la ciudad, en la mayoría de veces tenían la partida ganada de antemano. Y aun así han buscado auxilio en los tribunales a base de querellas más o menos anónimas y que sí responden al concepto de ‘lawfare’. 

No les han faltado altavoces mediáticos para debilitar a la alcaldesa de Barcelona, a menudo más a base de prejuicios que de argumentos. Los mismos altavoces, por cierto, que desde el Ayuntamiento han regado también con generosidad con las campañas de publicidad propias de cualquier institución y propaganda de la de toda la vida (cambian los gobiernos pero hay cosas que no cambian). 

Todo lo que Colau prometió no podía cumplirlo porque como ella misma reconoció al poco de llegar a la alcaldía, una vez en el cargo se dio cuenta de la complejidad que implica gestionar una capital como Barcelona. Algunos de los que la acompañaban no tenían ni su carisma ni tampoco las ganas de arremangarse que la nueva etapa requería. 

Pero, según el balance del propio ayuntamiento, en ocho años se han ganado más de 4.000 viviendas públicas y hay otras 2.000 ya proyectadas. Claro que son pocas. Pero si cumplen, en una década se habrá duplicado la cifra respecto a lo que había en 2015. Son menos de las que prometieron. Pero son una inversión de 1.000 millones. Que sea motivo de crítica por parte de formaciones como el PP suena a chiste si no fuese que Colau y dos concejales están actualmente imputados por la querella presentada por un fondo buitre.

Que el exalcalde de Barcelona Joan Clos sea el presidente de la Asociación de Propietarios de Vivienda en Alquiler (Asval) y defienda que el tope al alquiler de la vivienda “no es progresista” explica las dificultades para aprobar la ley que PSOE y Unidas Podemos se comprometieron a impulsar y que la alcaldesa de Barcelona lleva reclamando hace años.

La apuesta por la pacificación de algunas calles, las famosas supermanzanas, que son ejemplo para urbanistas y ayuntamientos de grandes capitales del mundo, se ha convertido en una de las broncas entre gobierno, oposición, y el PSC, que sigue como socio de los comuns mientras intenta echarlos y critica un modelo que busca priorizar al peatón y complicar la presencia de los coches en algunas zonas. 

Coincido con aquellos que pronostican que dentro de unos pocos años los mismos que ahora rechazan estas vías harán ver que no fue así y que no estaban en contra. El mismo día que una docena de grandes capitales, París, Londres o Milán, entre otras, apoyaban este modelo, el exarquitecto jefe de Barcelona en la etapa socialista, Josep Antoni Acebillo, lograba que un juez admitiese su querella contra los ejes verdes. Como la memoria es frágil igual estaría bien recordar que él era el impulsor del famoso tambor de Glòries. Para los que no sean de Barcelona o los que no lo tengan presente, si se hubiese llevado a cabo su idea, donde ahora se ha diseñado una zona verde, existiría un scalextric de varias pistas para coches. 

El inconveniente es que los alrededores de estas zonas pacificadas en las que se prioriza el peatón al coche sufrirán un incremento en los precios de la vivienda, sea de alquiler o propiedad, que las convertirá en prohibitivas para los que todavía creen que en Barcelona, además de inversores y turistas, podemos vivir los vecinos. Se ha impulsado un plan de usos para intentar evitar ese fenómeno, puramente especulativo, pero no será fácil y lo más probable es que los precios se disparen.  

P. D. Algunos de los detractores de la gestión de los comuns han llevado el rechazo a un campo personal intolerable. A Colau la han situado viviendo en un ático de lujo en Sant Gervasi (140 metros y dos plazas de parking) o se ha publicado que estaba un fin de semana en un hotel de lujo de Andorra (a 800 euros la noche). Son bulos que ayudan a entender hasta dónde ha llegado la campaña del ‘todos contra Colau’ durante estos años.

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