Todas las vidas importan, pero algunas trascienden su propio relato porque cambian la Historia. La de Pedro Zerolo ha sido una vida demasiado breve para que no nos desgarre su adiós. Una vida enorme, sin embargo, porque sirvió para mejorar la de millones de personas, en su tiempo y en el que vendrá. No se puede imaginar mejor herencia, mejor paso por esta tierra, que él hizo así más leve.
Creía que “el amor es el mejor de los activismos” y ese lema marcó su existencia, personal y política. Porque Pedro Zerolo era un activista. Muere siendo diputado del PSOE en la Asamblea de Madrid y secretario de Movimientos Sociales de la Ejecutiva socialista, pero vivió siendo un activista. Es decir, un luchador. Él mismo aseguraba que siempre lo fue, desde que tuvo que salir del armario de la homofobia, esa asquerosa represión que confina a las personas a esconder lo más hermoso y preciado de la vida: el amor y la libertad. Alguien con la lucidez y la sensibilidad de Pedro, pronto advirtió que ese armario era un atentado a la justicia y a la belleza.
Con la exquisitez de su espíritu, la generosidad de su trato, la luz de su sonrisa y la firmeza de su verdad, Pedro Zerolo se enfrentó a lo que merece ser más combatido: el oscurantismo y la violencia de quienes niegan el amor a los demás. Por eso le guiaban la poesía y las mujeres. Por eso defendió siempre los valores republicanos y laicos. Con qué inteligencia y lucidez hizo el difícil trabajo de hacer salir este país de las mazmorras de la ignominia para llevarlo a la primera línea de la evolución social.
La salud de Pedro Zerolo dio vida a millones de vidas. La enfermedad ha dado muerte a una trayectoria que podría habernos dado, lo he dicho muchas veces, un alcalde de Madrid que habría dignificado nuestra ciudad y la trascendencia histórica de su formación política.
He vivido con Pedro la lucha en la calle, en los despachos y en los medios por los derechos LGTB, derechos humanos. He vivido con Pedro la explosión de felicidad de la celebración de los primeros Orgullos. He vivido con Pedro su boda radiante y militante con Jesús. He vivido con Pedro su isla y su padre. He vivido con Pedro la muerte prematura de queridos amigos. No he dejado de reír con Pedro, que siempre confundía el nombre de mi novio y el nombre de mi perro, cómo me conocía.
Pedro, mi niño, cuánta vida.
Pedro, compañero, has sido y serás un referente político y vital. Has cambiado la Historia para bien.