¿Tú eres más de condenar a Franco o a Maduro?

10 de enero de 2025 00:25 h

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Y tú, ¿a quién condenas más? ¿A Franco o a Maduro? No vale decir que a los dos, tienes que elegir, que para eso somos un país polarizado. Venga, mójate. ¿Te molesta más un dictador nuestro pero que murió hace medio siglo, o un gobernante autoritario actual pero que está a siete mil kilómetros? ¿Te pesa más la distancia temporal o la distancia geográfica? ¿Te conmueven más los familiares de las víctimas del franquismo que siguen viviendo entre nosotros, o los venezolanos exiliados que también viven entre nosotros? ¿Irías a un acto para celebrar la muerte de Franco, o a una manifestación contra el régimen venezolano?

Ya lo sé, es un dilema tramposo. Un dilema de mierda, con perdón. De hecho, una mayoría de demócratas dirá que no hay tal dilema, que no hay que elegir, que se puede condenar el franquismo sin por ello legitimar la cuestionada victoria de Maduro en las elecciones; y que se puede rechazar la deriva represiva de Venezuela sin por ello aflojar en la necesaria memoria democrática. Y que además no hay equidistancia posible, pues no son opciones contrapuestas y excluyentes: estar contra Franco no te arroja en los brazos de Maduro, de la misma forma que denunciar a Maduro no te impide condenar el franquis… Eh, espera un momento.

Que resulta que sí, que son opciones contrapuestas y excluyentes. Resulta que hay quien, si le preguntas por Franco, te responde que qué pasa con Maduro. Hay quien, como Miguel Tellado, ve “un disparate, una barbaridad y un asco que el Gobierno español celebre la muerte de Franco mientras permite que otro dictador vivito y coleando célebre su supervivencia”. Hay quien, como Díaz Ayuso, dice que “en vez de celebrar la muerte de Franco lo que hace falta es celebrar la caída de Maduro”. Hay quien, como Borja Sémper, critica que el Gobierno español “hace oposición a un dictador muerto en vez de rechazar a los dictadores vivos”. Hay quien, como Dolors Montserrat en el Parlamento Europeo, cree que “Sánchez está más preocupado por dictadores muertos que por condenar a dictadores vivos”. Hay quien, como la plana mayor del PP, no va al acto oficial por los cincuenta años sin Franco, porque dice que donde hay que estar es en las manifestaciones del exilio venezolano.

En cambio, en el otro lado del tablero, no veo a muchos que digan que para rechazar la proclamación fraudulenta de Maduro, primero haya que condenar el franquismo. No al menos en el Gobierno, que desde el primer minuto se adhirió a los países que no reconocían la victoria del presidente venezolano, y no enviará representación a su toma de posesión, aunque la derecha insista en acusarlo de complicidad, y de querer tapar su cercanía al chavismo sacando el fantasma de Franco.

Que la derecha intente colar un dilema tan tramposo (o contra Franco, o contra Maduro), y que haya tantos ciudadanos y periodistas que se lo compren, dice mucho de nuestra democracia, de nuestra memoria democrática, de la propia derecha, y de cuánto queda por hacer en el conocimiento del pasado y en la reparación de las víctimas. En su dilema trilero, “o contra Franco o contra Maduro”, acaban por darle la razón a quienes somos partidarios de seguir mirando a nuestro pasado violento y antidemocrático. Porque para defender la democracia, en Venezuela o en cualquier otro lugar, también hay que ser antifranquista.