Ayer asistimos al desenlace de la segunda moción de censura contra Mariano Rajoy. El Congreso Extraordinario que concluyó ayer fue un Congreso de desaprobación. Frente a la continuidad que representaba la candidatura de la ex vicepresidenta del Gobierno, los compromisarios del partido optaron por la discontinuidad que representaba el candidato alternativo. La presidencia de Mariano Rajoy había conducido a la parálisis tanto al sistema político español como al PP. Hace unas semanas se produjo la reacción en el Congreso de los Diputados. Ayer se produjo la reacción dentro del partido, que no podía dirigirse contra Mariano Rajoy directamente porque ya había dimitido, pero que sí tenía que dirigirse contra su “heredera”. Había que dejar atrás la época Rajoy. Era la única manera posible para el PP de situarse en condiciones de volver a hacer política. Pablo Casado lo ha resumido con una frase rotunda: “El PP HA VUELTO”. Mariano Rajoy nos había puesto en fuera de juego y si queríamos volver a competir, teníamos que dejar atrás todo aquello en lo que él, como presidente del Gobierno, se había convertido y en lo que había convertido al PP como partido de Gobierno. Él se había inhabilitado con su conducta y había esterilizado al partido. Había que poner fin a esa situación.
A diferencia de lo que ocurrió en el Congreso de los Diputados, en el partido había que agradecerle los servicios prestados, pero también había que dejar claro que se había entrado en una nueva época. De ahí el resultado tan contundente de la votación. Al final no hubo el empate que se anticipaba, sino un resultado rotundo. Formalmente ha sido una “coalición de perdedores” la que se ha impuesto, pero materialmente no ha sido así. De la misma manera que tampoco es una coalición de perdedores la que elige a los alcaldes, presidentes de Comunidades Autónomas o presidente del Gobierno de la Nación, que no son del PP. Pedro Sánchez es tan legítimo presidente del Gobierno como Pablo Casado presidente del PP. La democracia es la democracia. Es bueno que el PP lo aprenda, aunque estoy convencido de que volverá a las andadas.
El fin de Mariano Rajoy posibilita que se pueda hacer política. De ahí la sensación de alivio que se ha producido en la sociedad española y la sensación de alivio que se va a producir en el interior del PP. Pero los problemas de fondo con los que tiene que enfrentarse el sistema político español y con los que tiene que enfrentarse el PP continúan siendo los mismos. Ahora se puede empezar a intentar hacerles frente políticamente, que no es poco. Pero nada más. El fin de la era Rajoy era condición necesaria, pero no suficiente para resolver los problemas a los que la sociedad española, por un lado, y el PP, por otro, tienen que dar respuesta.
Afortunadamente vamos a entrar en un ciclo electoral de una enorme intensidad. Y digo afortunadamente, por dos motivos:
1º Porque la sociedad española tiene urgentemente que hacer una síntesis política de sí misma que le permita tomar decisiones. Desde el 2015 no lo ha conseguido. Se nos han ido acumulando problemas para los que no hemos tenido respuestas y que no podemos dejar transcurrir mucho tiempo sin encontrarlas, porque, de no ser así, se convertirán en problemas inmanejables. Y eso exige la consulta a los ciudadanos.
2º Porque, para hacer esta síntesis política, todos los partidos van a tener que examinarse no una vez, sino varias veces en menos de un año. Y de asignaturas muy distintas. Pues la asignatura andaluza que es la primera es distinta de las asignaturas autonómicas de mayo de 2019 y éstas distintas de las asignaturas municipales y todas de la asignatura europea. Y cuando se hayan pasado estos exámenes parciales, vendrá casi inmediatamente el examen final de las elecciones generales.
El calendario no permite equivocaciones, porque no se va a disponer de tiempo para rectificar. En consecuencia, cada partido va a tener que ser extraordinariamente cuidadoso con lo que dice y con lo que hace. Como, además, nos encontramos en un escenario distinto de aquél en que los diferentes partidos se han movido en él pasado, no hay manual de instrucciones al que se pueda acudir.
Esta es la situación en que nos encontramos. Llevamos más de dos años de estancamiento, en los que la Constitución formalmente ha estado en vigor, pero materialmente ha estado en buena medida suspendida. El estancamiento es la antesala de la descomposición. El éxito de la doble moción de censura contra Mariano Rajoy no nos saca de esa situación. Posibilita encontrar una salida, pero no garantiza que la encontremos.