Poner en duda y cuestionar los testimonios de las mujeres que denuncian una situación de abuso y trato denigrante, aun cuando estos han sido contrastados por la periodista que ha hecho la investigación del caso de las azafatas de Kuwait Airways, suele ser una práctica bastante habitual entre quienes actúan desde lo reactivo en vez desde lo reflexivo. Sorprende que la primera comunicación pública de la empresa convocante del proceso de selección, la compañía Mectti, fuese la de amenazar con acciones legales por la difusión de los testimonios de las mujeres y dudar de estos, en vez de anunciar una investigación, pedir disculpas y hacer públicos sus protocolos de selección en estos procesos. Esta hubiera sido la mejor forma de despejar toda duda respecto a las gravísimas actuaciones vejatorias que hemos venido conociendo. Sin embargo, a pesar de ahora decir Mectti que va a investigar a la empresa subcontratada para el proceso de selección, sigue quedando una incógnita: ¿cuáles son sus protocolos para la selección de personal, y en concreto de azafatas?
Un poco de transparencia sería de agradecer en vez de cargar contra las mujeres, el medio y la empresa subcontratada. Especialmente cuando el país de procedencia de la aerolínea cliente de Mectti, Kuwait Airways, no se caracteriza por respetar los derechos de las mujeres y dar un trato de igualdad a estas frente a los hombres. No fue hasta mediados del año 2021 cuando las mujeres pudieron votar y ser votadas en Kuwait, siempre y cuando estas acaten la sharia. Tras el último Examen Periódico Universal de Naciones Unidas, el rico país árabe se negó a seguir las recomendaciones dirigidas a garantizar la plena igualdad entre hombres y mujeres o a penalizar la violencia sexual dentro de la relación conyugal, entre otros aspectos. Las mujeres culturalmente son seres inferiores sobre cuyas vidas y cuyos cuerpos se puede disponer, de hecho está permitido el matrimonio infantil o no consentido si lo autoriza el hombre de la familia.
Mujeres seres inferiores, sumisos y disponibles. Algo así debieron pensar los responsables y encargados del proceso de selección para Kuwait Airways cuando irrumpieron en la intimidad física de las candidatas al puesto de azafata al hacerles quedarse en ropa interior, les examinaron la dentadura, comprobaron que no tuvieran tatuajes, les levantaron la ropa sin permiso y les vejaron en su intimidad e integridad para comprobar que eran “las mujeres” adecuadas al puesto. Las que han denunciado públicamente las actuaciones durante el proceso de selección claramente no lo eran, pero ¿qué pasa con las que sí lo han sido? ¿Qué sabemos de las mujeres que sí pasaron el proceso de selección? ¿Cuáles son los requisitos y exigencias que ahora deben cumplir? ¿Qué código de conducta deben seguir? ¿Atenta este de alguna forma contra la legislación española tanto laboral como en materia de igualdad entre hombres y mujeres? Este sería un aspecto que debería aclarar la aerolínea kuwaití, las condiciones “laborales” de su flota de azafatas.
Las claves del escándalo están claras, de hecho la inspección de trabajo y la denuncia de CCOO darán con ellas a partir de la investigación realizada por Ana Requena para este medio. Sin embargo, es necesario poner el foco en las azafatas seleccionadas, en las mujeres que sí pasaron la prueba y en los motivos que hicieron que ellas sí fueran aptas, especialmente en saber cuáles son las condiciones de su relación laboral con la aerolínea kuwaití. Porque, más allá del aspecto profesional, parece que lo que se ha puesto en valor son aspectos que entran en contradicción con el principio de dignidad de las mujeres y el derecho internacional, como si más que firmar un contrato laboral estuvieran diciendo sí a un contrato de tutela hacia una autoridad patriarcal con derecho a su cuerpo y su voluntad. Son más las explicaciones que deben dar Mectti y Kuwait Airways que las que deben pedir, especialmente sobre cómo respetan los derechos de las mujeres que participan en los procesos de selección y que son seleccionadas.