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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Por fin se ha conseguido la protección del lobo en España

2 de noviembre de 2021 22:02 h

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En los últimos 30-40 años se han producido en España algunos notables avances en la conservación del medio ambiente, como son los que se indican a continuación: 

En los años ochenta se empezaron a construir las primeras depuradoras de aguas residuales, y actualmente se depuran del orden del 80% de las aguas residuales que se generan en España. Y a pesar de ello, nuestro país lleva bastante retraso al respecto, como prueban los cinco expedientes sancionadores que ya ha abierto la Comisión Europea contra España por ello.

A finales de los ochenta, las energías renovables apenas pasaban de ser casi un sueño; actualmente, una parte importante de la electricidad que se consume en el país se obtiene de plantas de energías renovables (eólica, solar,…), y además ese crecimiento continúa actualmente de forma casi exponencial.

A principios de los años noventa estaba prevista la construcción de varios centenares de nuevos grandes embalses que iban a inundar otros tantos valles; afortunadamente la mayoría de esos embalses no se han construido, y en la actualidad tan sólo están en construcción tres, y todo apunta a que pudieran ser de los últimos.

En 1985 había declarados en España tan sólo 46 espacios naturales protegidos: actualmente hay declarados un total de 1.773 en todo el país.

A esta lista podríamos incorporar otros muchos hitos, lo que confirma que se han producido algunos avances importantes en lo que a la conservación del medio ambiente se refiere, con independencia de que algunos de los problemas ambientales que sufrimos se estén agravando, y mucho, en los últimos años, como por ejemplo, el cambio climático.

Sin embargo, el lobo ibérico ha permanecido durante estas décadas al margen de estos avances en la conservación. Se quedó fuera por poco de la lista de especies protegidas de 1973, también de la de 1981, y también quedó excluida de los listados que vinieron después (Catálogo Español de Especies Amenazadas, Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial). Inexplicablemente, al lobo se lo seguía cazando hasta este mismo año.

El que todavía se permitiesen cazar lobos en 2021 resulta anacrónico, siendo sin duda alguna la más clara asignatura pendiente que tenía la conservación de la naturaleza en España, asignatura que aprobaron hace bastantes años otros países de nuestro entorno, como Portugal (con una legislación ambiental en general más laxa), o Italia, países donde se encuentra estrictamente protegido. Esta situación puede haber tenido su origen, por una parte, en las presiones continuas ejercidas por un sector del mundo cinegético, y no por todos ni mucho menos, pues son muchos los cazadores que están totalmente en contra de su caza. Por otra parte, otro sector que apoya y presiona para que se siga cazando el lobo son las organizaciones agrarias y el sector ganadero. Pero tampoco en este caso todo, ni mucho menos, pues cada vez son más los ganaderos que públicamente se muestran contrarios a la caza del lobo. Y es porque es totalmente factible la coexistencia de la presencia del lobo con la ganadería extensiva, como demuestran cada vez más explotaciones ganaderas de este tipo afincadas en Galicia, Castilla y León, Cantabria y Comunidad de Madrid. De hecho, nuestra ganadería tiene actualmente otros problemas mucho más graves de carácter económico y comercial, como son los precios que se pagan al ganadero por los productos, o las importaciones que se realizan en determinados momentos procedentes de otros países. Comparado con estos, los daños ocasionados por el lobo podrían calificarse casi de insignificantes.

Lo cierto es que los daños económicos generados por el lobo sobre el ganado a nivel nacional, daños que además pagan las administraciones, son muy reducidos. Por ejemplo, en 2014, entre todas las comunidades autónomas presupuestaron para el pago de daños un total de 1.156.035 euros, cifra de la que sólo se gastó una parte. No obstante, si se hubiese gastado en su totalidad, tocaríamos aproximadamente a 2 céntimos de euro anuales por cada ciudadano. Por el contrario, los ingresos derivados del turismo de observación del lobo en libertad, una práctica creciente en Europa y también en España, ya supera en nuestro país con creces esa cifra.

Por todo ello, resulta evidente que había que aprobar de una vez por todas esta asignatura pendiente que había quedado “colgada”, y conseguir que se prohibiese definitivamente la caza del lobo en toda España, por lo que está a favor la gran mayoría de la población española.

Y por fin parece que esa asignatura la hemos aprobado. El pasado 21 de septiembre de 2021, apareció publicado en el Boletín Oficial del Estado la Orden del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, la inclusión del lobo en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial, para todo el territorio nacional. El lobo ya es por fin una especie protegida en todo el país.

Sin embargo, algunas comunidades autónomas han manifestado su oposición a esta medida y están amenazando con recurrirla, pareciendo más que nada una respuesta de carácter populista, dirigida en buena medida a distraer la atención sobre los problemas reales que de verdad tiene la ciudadanía, y especialmente el sector ganadero. Pero como dictaminó de forma taxativa el Consejo de Estado, la Orden publicada se acomoda al régimen constitucional de distribución de competencias, y las medidas de conservación de la fauna silvestre deben prevalecer siempre sobre la regulación de la caza y la pesca.

Ahora lo que toca es hacer que esa protección sea realmente efectiva, habilitando todos los medios económicos necesarios para favorecer la plena coexistencia entre el lobo y la ganadería extensiva, potenciando la utilización de perros mastines, recogiendo el ganado por la noche, coordinando las parideras… y todo ello con el apoyo económico que se necesite de las administraciones. Así se conseguirá que en unos años el lobo, una de las especies más emblemáticas de nuestra fauna, vuelva a colonizar aquellas zonas de donde, por la presión humana, desapareció a lo largo del siglo XX.