Contando Lamborghinis en la España literal

7 de septiembre de 2024 22:03 h

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Pedro Sánchez se mueve bien en el conflicto, en el plebiscito continuo, huye de los remansos de paz como de la peste y es un maestro en el arte de la chistera y de la paloma. Una semana más, ha eludido explicar la letra pequeña del pacto con ERC que ha permitido la investidura de Salvador Illa y no acaba de mostrar ese documento firmado que tanto le reclama Emiliano García-Page, la penúltima vez en comité federal, pero en su estrategia de evasión y victoria cuenta con la inestimable ayuda de la España de la literalidad, un reino cuyos habitantes obligan a perder el tiempo explicando lo evidente, incapaces de detectar una figura retórica y descifrar el significado de una metáfora, atrofiando el discurso público hasta el límite del ridículo.

Esta semana medios, tertulianos y gente común ha malgastado horas de conversación contando cuántos coches de una determinada marca de lujo hay matriculados en España, solo porque el presidente inauguró el curso político diciendo que “más autobuses y menos Lamborghinis”, sabiendo como sabe que ya somos incapaces de distinguir la realidad de la ficción.

Una prueba reciente de este estado de confusión es la Moncloa paralela que se montó Alberto Núñez Feijóo en el Palacete de los Duques de Pastrana de Madrid, un espacio ideal para bodas y otras puestas en escena. Feijóo olvida que, para gobierno paralelo, el que tiene él en casa, algo que Sánchez sí recuerda con su decisión de convertir a Isabel Díaz Ayuso en la diana de sus críticas, en justa reciprocidad. Como sabe lo que nos encanta una imagen, Madrid es ya el paraíso de los regalos para los ricos, y lo dice con su uniforme de batalla del federalismo, esa camisa vaquera que va a pasar a la historia de la socialdemocracia. Para calmar el revuelo interno por el pacto con ERC, se ha mostrado dispuesto a hacer “nuevas transferencias competenciales” y “a reconocer singularidades”, así como a “permitir que todas las comunidades autónomas que lo deseen recauden y gestionen más competencias”. La vieja promesa del café para todos con la innovación de que todos somos singulares.

En algo sí tiene razón Pedro Sánchez, y es que el nuevo populismo está encabezado por privilegiados y megamillonarios como Elon Musk o el propio Donald Trump. La élite enarbolando la bandera del antielitismo es el reverso de cada uno de nosotros contando Lamborghinis para concluir que, en fin, tampoco hay tantos. Mientras tanto, en el mundo real, una mujer ha sido violada durante años por decenas de hombres. Drogada por el monstruo que era su marido con el que compartió medio siglo de vida, hijos y nietos. Como en muchas ocasiones el reino de la literalidad es campo abonado a la crueldad, muchos hombres se han ofendido ante la existencia de la cultura de la violación y el maltrato que acaba con la vida de miles de mujeres. Porque la literalidad es analfabetismo y muchas veces, también, barbarie.