La COP26 y la “infantilización” de la crisis climática

12 de noviembre de 2021 22:30 h

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Se realizó hasta el 12 de noviembre la Conferencia de Naciones Unidas sobre el cambio climático –COP26- que en esta ocasión se llevó a cabo en Glasgow (Escocia). Es la reunión más importante de líderes del mundo hablando sobre el futuro climático del planeta, ya lo habrán visto en las noticias, en las redes sociales. En fin, no vengo a hablarles de los señores allá reunidos, sino más bien de lo que pasa y viene pasando desde hace algunos años fuera de esas grandes cumbres y de los despachos de esos líderes mundiales. 

Dentro de los niños y niñas que están abanderando la causa ambientalista en el mundo y que se encuentran movilizándose por cambios reales en la COP26, está Francisco Javier Vera Manzanares, de 12 años, fundador de un movimiento integrado por niños, niñas y jóvenes llamado “Guardianes Por la Vida” mediante el cual realizan actividades de concienciación y divulgación sobre la causa ambientalista en Colombia. Creció en un entorno rural rodeado de animales y el verde del campo y eso le llevó primero a ser animalista y luego a ser ambientalista, a entender como él lo dice que “la naturaleza no nos pertenece a nosotros, nosotros le pertenecemos a ella.” 

La elocuencia, fluidez y coherencia de su discurso es impresionante y su perspectiva del problema de la crisis medioambiental y climática en el mundo tiene unas dimensiones que no tiene nada que envidiar a cualquier experto en el tema. En 2019 cuando tenía 10 años, Francisco realizó una intervención en el Congreso de la República de Colombia pidiéndole a los congresistas que legislaran para la vida y que esto se traducía en políticas públicas contra el fracking, el testeo animal, los plásticos de un solo uso y el maltrato animal.

Eso catapultó su visibilidad y le ha llevado incluso a recibir amenazas de muerte en febrero pasado por pedir al gobierno nacional que garantizara la conectividad en todos los territorios del país a las niñas y niños para poder volver a clases. Según la ONG Global Witness Colombia es el país del mundo en el que más se asesinan activistas medioambientales y defensores de derechos humanos; así que la tarea que realiza Francisco no es nada fácil y mucho menos, segura. 

Fue designado por su trabajo como Embajador de buena voluntad por la Unión Europea y eso ha permitido que esté ahora en la COP26, allí se ha encontrado con Greta Thunberg quien le ha dicho que lo admira, que es una inspiración para ella, que nunca se detenga y que cuenta con todo su apoyo, lo cual ha sido un momento muy especial para él quien en diversas ocasiones había manifestado su admiración por ella.  

Esos niños y niñas que hoy hacen frente al problema de la crisis medioambiental y climática en el mundo han reforzado mi cuestionamiento sobre el adultocentrismo, sobre esa superioridad a todos los niveles que las personas adultas experimentamos frente a la infancia. Cuando no les creemos capaces y asumimos que son dependientes siempre, que no pueden ni siquiera tener un juicio crítico por sí solos. Cuando hablamos de “infantilizar” en un sentido peyorativo realmente estamos proyectando eso a lo que nosotros hemos reducido a la infancia, no lo que en verdad son, auténticos sujetos de derechos y agentes de cambio. Hemos ignorado que pueden cuestionarlo todo, incluso su seguridad medioambiental. 

Francisco se encarga de recordar esto cuando cuestiona la actitud que la sociedad mantiene hacia los niños impidiéndoles opinar y ser agentes directos de sus derechos, así por ejemplo en una entrevista que le concedió a la cadena alemana DW en su versión en español: “algo que no me gustaría volver a escuchar es que no opine, que le digan a los niños que no opinen (..) realmente es que es un derecho y yo creo que la garantía de los derechos humanos es algo sumamente importante y por lo cual me movilizo (…)el concepto del niño no solo se reduce a juego o a estudio, creo que un niño es un sujeto que hace lo que le apasiona, lo que le hace feliz”

Francisco y Greta son apenas dos de las miles de niñas, niños y jóvenes que hacen activismo en el mundo por la defensa del medio ambiente (y otras muchas causas sociales), que desde su ciudadanía activa recuerdan a los Estados sus responsabilidades, que no callan y que no se detienen. Recordemos esto cuando volvamos a hablar de “infantilizar”, cuando en nuestra vida cotidiana interactuemos con niñas y niños, con esa infancia que lucha, que cuestiona, que se moviliza y que hoy nos está confrontando con el planeta que estamos dejando. Qué manera más valiente, libre y trasgresora de infantilizar una causa.