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¿Qué es corrupción?

Cristina Pardo

Corrupción, según el diccionario, es soborno o cohecho, perversión o vicio. Creo que es una definición claramente insuficiente. Faltan detalles, como en el papel que puso Ciudadanos en la sien del PP a cambio de negociar la investidura. Y así estamos. No se entienden las prisas de Albert Rivera por hacer firmar a Rajoy una vaga declaración de intenciones, que han tenido que ir matizando a cada minuto que pasa.

En este momento, con el acuerdo inicial solemnemente sellado, no sabemos si la limitación de mandatos tiene carácter retroactivo y, por lo tanto, este sería –si llega- el último gobierno de Rajoy. No sabemos por qué se le pide al PP el compromiso de reformar la ley electoral si para ello hace falta el PSOE, que no está en el pacto. Tampoco es fácil de comprender para qué sirve el compromiso genérico de eliminar los aforamientos, si para eso hay que reformar la Constitución y también es necesario el PSOE, que sigue sin estar en el pacto. Y es extraño que una de las condiciones sea la creación de una comisión de investigación sobre la presunta financiación ilegal del PP, cuando no hace falta el consentimiento de Rajoy para llevarla adelante: el resto de partidos están de acuerdo y para esto sí tendrían una mayoría suficiente. Quizá el punto que parecía más claro era el que hacía referencia a la dimisión de todos los cargos públicos imputados por corrupción. Y resulta que aquí es donde se ha enredado Ciudadanos de manera absurda.

Cada día tengo más claro que la exigencia sobre los imputados se redactó única y exclusivamente para que Rivera pudiera cobrarse la cabeza de Rita Barberá, una vez que hable el Supremo. Es lo que más rédito le ha dado a Ciudadanos hasta ahora, el poder colgarse las medallas de la jubilación de Chaves y Griñán o de aquellas personas implicadas en casos de corrupción en la Comunidad de Madrid. Y a mí me parece estupendo que trabajen por regenerar la vida política. Pero como da la sensación de que redactaron sus exigencias pensando en Barberá, se han encontrado con que hay imputaciones presentes más urgentes que las futuras. Eso les ha empujado a meterse en un frondoso jardín para definir la corrupción. Y claro, limitarlo –como hicieron en un primer momento- al enriquecimiento personal por meter la mano en la caja y a la financiación ilegal, equivale a blanquear a un montón de políticos que no se lo llevaron para ellos, pero sí despilfarraron de manera salvaje el dinero público, en muchos casos a sabiendas. Después, en Ciudadanos han abierto el abanico al enriquecimiento a terceros, pero es algo que también necesita concreción. Y sinceramente, no hay nada que le venga mejor a Rajoy que aquellas exigencias en las que caben todo y también nada. Es el camino más corto para que el líder del PP haga lo que mejor sabe hacer: todo y nada al mismo tiempo.

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