Se me había olvidado que Israel está arrasando Gaza y masacrando a la población palestina, de lo poco que hablamos ya de ello. Hacía semanas que apenas merecía minutos de telediario o fotos de portada en los diarios, ni tampoco declaraciones de condena de mandatarios internacionales, pues llega un momento en que toda guerra se vuelve rutina y repetición, y ni el recuento de muertos, ni la enésima matanza de civiles, ni las fotos de la destrucción de ciudades cotizan ya en el mercado de la atención informativa.
Pero esta semana el asesinato de seis trabajadores de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA) hizo que Gaza recuperase por un momento algo de su cotización mediática y política. No es que sean los primeros trabajadores humanitarios asesinados en lo que va de guerra, ni el primer ataque a una escuela llena de refugiados, eso no sería novedad. Pero sí es el número más alto de trabajadores de la ONU asesinados en un solo ataque, y ese récord macabro ya vale para que los medios y líderes mundiales se sacudan un rato la modorra.
Así que el responsable de la política exterior europea, Josep Borrell, declaró que lo sucedido es “otro horror”, y que “las violaciones flagrantes del derecho internacional continúan siendo ignoradas por Israel”. Desde la ONU, el secretario general Antonio Guterres dijo que “lo que está ocurriendo es inaceptable, estas dramáticas violaciones del derecho humanitario internacional tienen que parar ahora”. Y desde Estados Unidos, el secretario de Estado Blinken añadió que “Israel debe garantizar la protección de los trabajadores humanitarios de la Franja de Gaza”.
Muy contundentes todos, ¿verdad? No. Más bien suenan desganados, como si volviesen a decir lo mismo otra vez, con el piloto automático. De hecho, me ha dado por buscar declaraciones de Borrell anteriores, y lo del “horror” y las “violaciones flagrantes que continúan” aparecen palabra por palabra repetidas en varias declaraciones suyas del último año. 27 de mayo: “el bombardeo israelí en un campo de refugiados es una noticia que nos horroriza”. 23 de julio: “la falta de respeto a las resoluciones de la Corte Internacional de Justicia y el consejo de seguridad de la ONU es flagrante y todavía continúa”.
Lo mismo Guterres, que lleva un año diciendo lo de “inaceptable”, “tienen que parar ahora”, “stop now”, y algunas frases hechas que le he leído una y otra vez sin cambiar una coma. Por ejemplo, “nada puede justificar el castigo colectivo del pueblo palestino”. Lo dijo tal cual en enero, en marzo, en abril, y no he querido seguir buscando por pena.
Lo de Blinken da más risa, siendo Estados Unidos aliado y proveedor de armamento de Israel. 4 de abril: “el horrible ataque de esta semana contra trabajadores humanitarios debe ser el último, deben tomar medidas para garantizar que nunca vuelva a ocurrir”. 13 de mayo: “es urgente proteger a los civiles y a los trabajadores humanitarios”. 11 de junio: “Israel debe tomar más medidas para reducir las víctimas civiles y trabajadores humanitarios”.
Yo tengo cosas mejores que hacer en domingo, pero si coges declaraciones sobre Gaza de Von der Leyen, Macron, el Papa o quien quieras, y las pones en Google, seguro que encuentras las mismas frases repetidas por los mismos líderes en distintos meses, una y otra vez. Como un corta y pega de palabras de condena, un decir por decir, un blablablá inane de quien habla por hablar, quien habla porque no está dispuesto a tomar ninguna medida real, quien habla porque piensa pasarse los meses viendo acumularse los muertos y la destrucción mientras periódicamente expresa su horror, consternación, drama, inaceptable, flagrante, debe ser la última vez, que pare ahora mismo, stop now.
Supongo que a los ciudadanos nos pasa algo parecido tras casi un año de genocidio, agotada hace muchos meses nuestra capacidad de espanto, dichas las mismas palabras, usados los mismos hashtags en redes sociales, gritados los mismos lemas en las manifestaciones, pues ya lo dijimos todo el primer mes, y desde entonces solo ha habido repetición, acumulación y multiplicación: más bombardeos, más devastación intencionada, más ataques a hospitales, más civiles asesinados, más niños asesinados, más catástrofe humanitaria, más inacción internacional.
Y lo mismo nos pasa a los columnistas que de vez en cuando nos acordamos, nos pica la mala conciencia, y escribimos otra columna sobre Gaza, como esta misma, que también tiene algo de corta y pega impotente.
(Hay quien intenta algo más que solo decir: ahí está la convocatoria de huelga general por Palestina que el sindicato CGT y un centenar de organizaciones de todo el Estado han convocado para el próximo 27 de septiembre)