Los CSI del cambio climático

Juan Antonio Añel Cabanelas

Investigador de la Oxford University y la Universidade de Vigo —

El problema que hoy nos ocupa, el cambio climático que todos que en mayor o menor proporción inducimos en nuestro planeta, se presta a la búsqueda de culpables. De hecho muchas veces cuando se habla de este fenómeno se dilapida una parte considerable del tiempo repartiendo culpas en lugar de intentar aportar soluciones. Así que antes de nada a continuación un par de párrafos repartiendo culpas, que no por ser ideas repetidas son inoportunas.

El cambio climático que provocamos es entre otras cosas un problema de educación. En nuestras sociedades del siglo XXI calificadas de desarolladas se nos enseña que consumir es bueno, que es algo que puede quitar estrés y que incluso es necesario para la buena marcha de la economía. La verdad es que consumimos mucho y queremos hacerlo de la forma más barata posible. Cómo se haga, no importa. El problema es que esto normalmente va enlazado con un consumo irresponsable desde el punto de vista de la conservación de nuestro planeta.

Nuestros representantes en las instituciones desde luego tienen responsabilidad en la gestión del drama al que nos enfrentamos, ya que al mismo precio se pueden hacer políticas más o menos responsables con el medio ambiente. Como se suele decir, la vida es cuestión de prioridades, y sencillamente el medio ambiente no cae lo suficientemente arriba en la tabla de prioridades de los ciudadanos, por lo tanto ya no digamos en muchas agendas o programas políticos. En definitiva, buena parte de la culpa del cambio climático vuelve a ser nuestra como ciudadanos.

Bueno, ya tenemos por donde empezar: un problema bien definido que es una crisis medioambiental de consecuencias en la actualidad graves, perfectamente comprobadas y, en los próximos años, potencialmente desastrosas para los humanos. Hay que añadir que el estudio de la meteorología y el clima es un cóctel muy difícil de elaborar en el que se mezclan algunas de las cuestiones más complejas de física, matemáticas y química. Hasta tenemos culpables, pero eso solo nos puede aportar el saber a quién pedirle los cuartos para intentar solventarlo.

Llegados a este punto, con ya cinco informes emitidos a lo largo de unos 25 años por el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) de la ONU que avisan del problema, seguimos intentando curar una grave hemorragia con tiritas. Somos inmutables, como unos artificieros que llegasen adonde hay colocada una bomba atómica, miraran el contador, vieran que todavía queda tiempo de sobra antes de que explote y se fueran de fiesta.

Es decir, la gente no percibe la gravedad del asunto y además el cambio climático a 20 años queda muy lejos de las próximas elecciones. Llegados a este punto los científicos tenemos que volvernos mucho más pragmáticos. El clima está bien, pero no se percibe, la meteorología, el tiempo, eso sí se recuerda, se 'toca' y preocupa al ciudadano.

Todo este razonamiento es el que nos conduce al informe que hoy se presenta. ¿Dudas de la capacidad para predecir el cambio climático futuro? Sin problema, hablemos del pasado, del que ya hemos visto. En concreto, hablemos del año pasado, que lo tienes fresco en la memoria. ¿Te acuerdas de todos esos ingresos en urgencias por la ola de calor?, ¿recuerdas esos dos días que no pudiste salir de casa porque tu calle estaba anegada, el río se desbordó y se llevó tu coche?, pues sí, mira, blanco sobre negro, sin cambio climático quizás no habrías tenido que comprarte un coche nuevo, solicitar ese préstamo para arreglar tu casa, el seguro de tu cosecha de uva habría sido mucho más barato y quizás nos habríamos ahorrado algo en sanidad. Además esa inundación dejó víctimas mortales, ¿te acuerdas?. Por cierto, tu factura energética (luz, gas,..) también está en el lío y es más cara por culpa del cambio climático. Cuando tu consumo de calefacción o aire acondicionado se vuelve impredecible eso se paga y el cambio climático lo hace mucho menos predecible.

Bola extra: los cambios meteorológicos causados por el cambio climático representan un peligro mucho mayor en las zonas más pobres de nuestro planeta, por si ya hubiera poca injusticia en el mundo.

Casi 100 científicos firmamos el informe de este año. Es un informe forense. Hemos investigado si el cambio climático tenía algo que ver con 22 extremos meteorológicos que por unas circunstancias u otras nos parecían interesantes. La selección ha sido bastante aleatoria. Hemos intentado avanzar un poco, urgando en problemas muy complejos como la precipitación de nieve. En más del 60% de ellos nuestro hemos encontrado la pistola humeante del cambio climático, en el resto no hemos juntado pruebas suficientes, en alguno de ellos quizás en el futuro podamos reabrir el caso.

Podemos recordar cumbres como la de la semana pasada en Naciones Unidas, sus discursos y buenas intenciones son famosos desde hace años, pero las intenciones no son acciones. El contador de la bomba sigue restando minutos, los artificieros siguen de fiesta y los únicos que podemos pararla somos nosotros, por nosotros mismos y obligando a los artificieros a volver al trabajo. Lo peor de todo, ni siquiera sabemos si estamos a tiempo, la bomba ya ha sido fabricada y conectada hace tiempo.