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Opinión - Un tercio de los españoles no entienden lo que leen. Por Rosa María Artal

Esto no cuadra

Los primeros sondeos conocidos tras confirmarse la repetición electoral solo dejan meridianamente clara una cosa. La estrategia de Moncloa se antoja tan compleja y tan sutil que buena parte de los electores no la hemos entendido… aún. La supuesta “mayoría cautelosa” descubierta por los agudísimos oteadores de palacio, tras pasar inadvertida y anónima durante trece legislaturas sin que a nadie se le ocurriera ni siquiera pensar en ella, se muestra tan discreta y prudente que, de momento, prefiere votar más y mejor al Partido Popular.

Con la única excepción del barómetro del CIS, realizado antes de confirmarse el 10N, todas las encuestas publicadas coinciden en situar a los populares más cerca de los cien escaños que de los ochenta. De la amenaza fantasma de Vox solo queda la parte del fantasma. En el derrumbe de Ciudadanos, que también pronostican a día de hoy todos los estudios, Pablo Casado saldría el gran ganador sin haber hecho gran cosa, además de estarse calladito cuando debía y dejarse una barba mariana como Dios manda.

Aunque la recuperación popular no resulta un fenómeno ni tan deslumbrante, ni tan inexplicable. Empeorar el peor resultado de tu historia suele resultar más difícil de lo que parece, incluso para Casado. Cuando apelas a la estabilidad como principal criterio para el voto, la gente es tan cautelosa que suele mirar a la derecha primero porque es lo que ofrece siempre.

Todos los sondeos, incluido el CIS, se ponen de acuerdo en avisar de una tendencia a la baja en la intención de voto socialista. A día de hoy, Pedro Sánchez no solo no parece en disposición de aumentar su ventaja, sino que debería pelear por tratar de mantenerla. La mayoría cautelosa se le resiste. Tampoco parece que sus opciones para poder elegir socio de gobierno mejoren significativamente.

Si el plan calculaba crecer en diputados para poder gobernar en solitario, Sánchez parece lejos de cumplir objetivos. Si el plan pretendía sumar con los naranjas, Rivera se aleja cada vez más, en diputados y en palabras. Si el plan buscaba jibarizar a los socios por la izquierda, a Moncloa le están creciendo los problemas y los enanos.

La derecha vuelve a casa lenta pero segura, en el centro hay overbooking y la izquierda se divide para sumar más, según las nuevas matemáticas de la nueva política. Esto no cuadra. Aunque, si este fuera el plan, habría que reconocer que les está saliendo perfecto.