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OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González

No cuela

Iba todo tan bien. Tras la abdicación exprés y la glamourosa proclamación vino la apresurada consagración del candidato Ecce Omo Lava Más Blanco a Secretario General del PSOE, y ya teníamos al bipartidismo de nuevo reafirmado en su derecho a la alternancia y a sodomizarnos en sus diferentes versiones, pasándose un partido u otro, oh sí, la santa Constitución por el forro de sus fandangos cuando les conviene, naturalmente cada uno con su estilo propio, el socialdemócrata metiéndote solo la puntita, y el nacional-católico-derechista abriéndote las entrañas a golpe de decreto ley.

Iba todo muy bien, decía, hasta que a Pedro Sánchez le entró un arrebato populista -él, que tan remilgadamente ha aludido al populismo y a la demagogia de, sin nombrarlo, el coco Podemos-, y se negó a apoyar a Juncker en la cosa europea, desencadenando con ello las iras de los más establemente establecidos de su partido, mientras los más bipolares se daban codazos, ele, entérate, qué izquierdistas somos de nuevo.

Irrelevante todo ello, pues este pulcro e inane desmelenamiento del flamante líder lo único que indica es que seguimos igual de dados por el saco, y que, posiblemente, el PSOE del inminente futuro continuará dando tumbos hacia la nada: ya tiene muchos menos militantes que un Partido Popular que sabe cómo y a quién le conviene matar, empezando por el concepto de ciudadanía que reivindicamos quienes queremos que nos representen aquellos que están en la política como nosotros en la vida, a ras de calle, pero nunca para ser súbditos. Yo, qué queréis que os diga, no veo en Sánchez a un líder con ideas de calado, y además lo que contaba aquí ayer Ignacio Escolar sobre cómo se fraguó su candidatura me pone significativamente las alertas de punta. No veo más que rostros y gestos, y componendas. Que algo cambie para que todo siga igual. Again. Si el bueno de Lampedusa hubiera exigido derechos sobre el uso que la política española del actual porvenir iba a hacer de su gatopardesca frase, sus herederos estarían ahora nadando en el Caribe y hocicando en el cuerno de la abundancia.

El antijunckerismo súbito del nuevo secretario general no cuela como giro a la izquierda más que entre sus devotos. Hay batallas perdidas, y la de la credibilidad es una de ellas. Y no me parece que la reciente encuesta que sitúa a Podemos como tercera fuerza en las próximas elecciones, hubiera mostrado otros resultados de haberse realizado tras conocerse el desaire a Juncker.

Sabed que estamos llenos de ganas de cambiar, de verdad y con las pocas armas de la democracia que nos estáis dejando, el actual estado de las cosas. Votar a otros no es ya sólo una obligación o una necesidad. Se está convirtiendo en un placer anticipado.