Los patrióticos fundadores del ABC, los Luca de Tena; el “fast and furious” hispano, Fernando Alonso; un exmagistrado del Supremo, López Vilas; el abogado justiciero, Jorge Trías; por supuesto la familia Pujol... Cáspita, tenían una cuenta en Suiza hasta los Botín, ese referente de familia rica pero con conciencia social que tanto gusta poner como ejemplo entre la dirección de Podemos.
No hay duda. Los buenos españoles poseen una cuenta en Suiza y si no escondes una cuenta en Suiza, ni eres español, ni eres nada; apenas un pobre 'pringao' que se merece todos los recortes y desgracias que le pasen.
Más de dos mil millones de euros propiedad de más de dos mil ricos españoles ocultos solo en el HSBC. Al parecer, la mayoría de ellos abrieron sus cuentas declarando que su oficio era ser “amas de casa”. Pero no lo consignaron así con ánimo de defraudar o para engañar a la Hacienda española. Fue por discreción y para despistar a los fans, que se ponen muy pesados en la puerta del banco cada vez que vas a hacer un ingreso.
Si llevaba tiempo preguntándose por qué un país como España, que ha triplicado su PIB y ha duplicado su renta durante los últimos treinta años, había llegado a estar tan mal, o por qué hemos tenido que recortar más de treinta mil millones en inversión social en sanidad, educación, dependencia o pensiones y aún nos quedan por recortar otros diez mil, ahí tiene la respuesta que buscaba.
Porque la gente que más riqueza ha acumulado en España durante las últimas décadas se niega a pagar y, si hace falta, incluso delinque para no hacerlo. Mientras eso no se arregle, jamás saldremos de pobres.
No es que no nos pudiéramos permitir ese modesto Estado de bienestar que ahora desahuciamos rápido y sin piedad, como si el mundo se fuera a acabar mañana. Se trata más bien de que quienes guardan su dinero en el país helvético no lo quieren pagar. Les encanta España, pero para tomar el sol, amarrar el yate y llevar la banderita en el reloj. Para todo lo demás, Suiza, dónde va a parar.
Anuncia el ministro Montoro, muy ufano, que este año se han recuperado más de doce mil millones de euros del fraude fiscal, un 12% más que en 2013. Imagínense lo que recuperaríamos si no fuéramos el país de la zona euro que menos inspectores de Hacienda tiene por cada mil habitantes, o si de cada diez euros que dedicamos a la inspección fiscal ocho se emplearan en inspeccionar a las grandes empresas y patrimonios, no a revisar las declaraciones de los curritos con nómina y los pequeños y medianos autónomos, como sucede ahora. Entonces España sí que sería diferente, pero diferente de verdad.