Tomo prestada para el título de este desesperanzado artículo una frase de Andrés Rábago, El Roto, ese gran cronista cotidiano de lo que le sucede a este atribulado país. En apenas una semana hemos pasado de ver al PP contra las cuerdas por albergar en su seno un puñado de entramados mafiosos que han esquilmado las arcas públicas durante años a contemplar cómo Rajoy va a sacar adelante sus presupuestos con apoyo del PNV, pitorreándose de paso de la abstención que le robó al PSOE para ser investido.
¡Cómo puede extrañar que Pedro Sánchez esté a punto de derrotar a la todopoderosa y aclamada Susana Díaz! Rajoy, en nombre de la salvación de España, eligió poner de rodillas (y gratis) al PSOE y se guardó los dineros para engrasar la negociación de los presupuestos con los vascos. Dos escollos salvados y los socialistas castigados al rincón de pensar, que en su caso se ha convertido en un gallinero que tiene al partido prácticamente dividido en dos mitades irreconciliables.
Las últimas encuestas nos dicen que la gente (incluidos muchos votantes del PP) no aguanta más tanta corrupción. Pero también informan de que si la izquierda quiere gobernar tendrá que entenderse. La indignación creciente, si queremos que se transforme en votos, pide que los políticos se bajen de las tribunas y los egos y en vez de dar problemas negocien soluciones. Ver cómo Pablo Iglesias y el presidente de la gestora del Partido Socialista dirimen sus diferencias a puñetazos verbales no ayuda. Es más, puede empujar poco a poco a algunos a la duda y la abstención.
Por eso es interesante asomarse a lo que está pasando en algunas de las ciudades más importantes de España. Madrid, Barcelona, Valencia, gobernadas por partidos o agrupaciones de izquierda (para el PP radicales antisistema) con apoyo del PSOE y otros partidos, funcionan sin grandes problemas. Unos pensarán que mejor (entre ellos me encuentro) y otros que peor, pero en ningún caso se ha producido el desastre que los conservadores, tan aficionados a meterle miedo al personal, aventuraban.
Lo mismo podría suceder en el gobierno de España. Pero si PSOE y Podemos siguen a mamporrazos, la fiesta será siempre para la derecha (PP y Ciudadanos) y los platos rotos los pagará la escuela y la sanidad pública, la dependencia, los parados, los trabajadores precarios. Es decir, los de siempre.
En palabras de El Roto: “No os alarméis, si falla el capitalismo, podemos probar con el canibalismo”.