Decíamos ayer
Hace ya casi un mes que los españoles fuimos a votar y aquí no pasa nada. Los líderes políticos se han visto, sí, pero el resultado ha sido desolador: Rajoy compareció para poner fecha, por si acaso, a las terceras elecciones. Nuestros dirigentes no han sido capaces de ponerse de acuerdo nunca. No están todos en el pacto antiterrorista, no están por la labor de unirse para hacer frente a las exigencias de Bruselas, no están para afrontar la situación en Cataluña, no estuvieron para sumar en el intento de investidura de Pdro Snchz y tampoco están para sumar en el intento de Rajoy… Aseguran que lo más importante no son los sillones, pero los acuerdos menos precarios que han alcanzado en los últimos tiempos han sido para repartirse los puestos del Congreso y el Senado.
Es asombroso que por primera vez en nuestra historia reciente, los líderes de los principales partidos den muestras de una fatal ineptitud para facilitar un gobierno de mayoría simple. Nos habían dicho que no querían mayorías absolutas, que no querían más rodillos parlamentarios. Nos han repetido hasta la saciedad que el mensaje que han dado los ciudadanos con su voto es que hay que dialogar, que los partidos tienen que entenderse. ¿Y entonces? ¿A qué esperan? Es casi inevitable, llegados a este punto, sentir que les importamos un bledo y que no facilitan ningún gobierno porque tienen miedo a perder votos, a tomar decisiones que no sean rentables en el corto plazo, a jugarse su cabeza, a quedar desubicados ante otra repetición electoral.
Todo por los ciudadanos, dicen. Pero es que no es verdad. Rajoy está como siempre: atrincherado, esperando el milagro, sin hacer ninguna concesión suficiente y clara. Snchz estuvo primero desaparecido, luego compareció sin hacer autocrítica con una posición clara solo “a día de hoy”, después a puerta cerrada se dieron de tortas en Ferraz y por último, el líder se ha ido a un festival de música sin que sepamos qué piensa hacer exactamente su partido a día de mañana, si esta vez no también es no. En Podemos andan todavía reflexionando sobre los aciertos y errores de las últimas elecciones y en Ciudadanos se enredaron tanto con si hay o no hay veto a Rajoy, que al final están teniendo que centrar todos los esfuerzos en domesticar su cintura.
En mi opinión, lo que estamos viendo después de las dos últimas elecciones es una tomadura de pelo. Si al final nos llevan a las terceras, más de uno debería asumir su responsabilidad. No es la primera vez que lo hago, pero me parece imprescindible -también hoy- recordar a Labordeta. Se me ocurren, al menos, dos o tres motivos al día para pensar “¡a la mierda!”.