La debacle de los estrategas

Cuando menos lo esperábamos todas, Andalucía ha acabado suponiendo el Trafalgar de los estrategas electorales y los gurús de la comunicación política. Tanto repetirnos que al votante moderno se le llega por los hígados y apelando a sus sentimientos más primarios, tanto explicarnos que era muy bueno darle espacio a Vox porque así se dividía a la derecha y en los restos se le podían rebañar escaños, para que al final la izquierda haya visto incrédula cómo se desvanecía su mayoría de gobierno durante la noche y la derecha contemple cómo, desde hoy, en el plato donde antes solo comían dos, ahora van a comer tres y el nuevo viene con hambre atrasada.

Los estrategas también le dijeron a Susana Díaz que le convenía una campaña de perfil bajo y poca movilización, porque los socialistas andaluces siempre comparecen en las urnas. Felicidades, misión conseguida, la desmovilización ha resultado espectacular; lástima que fuera la izquierda quien se quedara en casa. Pero es un detalle sin importancia que seguro que ya estará arreglado para las generales. Si los socialistas piensan que las papeletas para Vox solo vienen de la derecha, se estarán equivocando dos veces. Fue un error convertirlos en una especie de doberman 2.0 al final de la campaña. Sería un error aún mayor insistir en ese discurso del miedo e ignorar que los resultados del partido de Santiago Abascal no se explican sólo con el voto de la derecha.

Adelante Andalucía también tiene muchas cosas en qué pensar. Puede tener la tentación de imputar sus discretos resultados a su apoyo al gobierno de Pedro Sánchez en Madrid. Pero también deberá preguntarse si no habrá tenido algo que ver la incapacidad mutua de morados y socialistas para entenderse allí, en la misma Andalucía.

La derecha española ya sabe por experiencia en carne propia qué pasa cuando se lava y se legitima el discurso de la derecha extrema. Ya no tienen que venir a contárselo sus socios europeos. Ahora ya tienen un socio nuevo y un competidor temible con quien van a tener que entenderse para sumar y gobernar. Ciudadanos ha pasado de aspirar a liderar el cambio a quedarse en bisagra. El Partido Popular podrá decir las veces que quiera que el cambio ha ganado las elecciones en Andalucía, pero lo cierto es que los populares han perdido votos mientras Cs y Vox los han ganado a puñados. Seguro que en Génova están convencidos de que podrán traerlos de vuelta a casa, pero también creían que regresarían este domingo y lo cierto es que hoy se han ido bastante más lejos.

No tengan duda alguna. La derecha y la derecha extrema van a gobernar juntas en Andalucía y donde haga falta. Y una cosa debería quedarle clara a la izquierda: el miedo ya no guarda la viña electoral, ni a la derecha ni a la izquierda. Asustar a la gente con fachas comeniños y populistas confiscadores ya no funciona más que entre los ya muy convencidos. Si alguien en la izquierda quiere ganar de nuevo va a tener que volver a hacer política como es debido: con ideas valientes y discursos elaborados, tratando al votante como un ser racional, inteligente y comprometido, no como un fan, un follower, un hincha o un hooligan.