Para quien está dispuesto a creer, no hay argumento que no persuada
No hay forma de resultar creíble si no eres capaz de detectar los fallos o los defectos en los que te son más próximos y, al contrario, en hallar las virtudes de los oponentes. Nada ni nadie es perfecto. Nada ni nadie de origen humano es totalmente defectuoso. Apenas hay posiciones humanas en las que no hallar algo aprovechable o algo infumable. Sólo en las más abyectas, que lo son, precisamente, por alejarse de la humanidad. Desconfío de todo aquel que puede alinearse totalmente en alguna disciplina porque estoy segura de que o le mueve el interés o, por miedo, mata por dentro la crítica.
Ayer se convertía en tema de conversación la sorpresa de la izquierda por el hecho de que mi amigo Juan Manuel de Prada afeara en la Ser al PP su posicionamiento cerrado junto a Israel y que afirmara que, no siendo para nada partidario de Sánchez, sus palabras habían sido muy razonables y propias de cualquier ser humano con un mínimo de dignidad ante la barbarie que está cometiendo Israel. Como llevo años hablando en público y en privado con él, y coincidiendo en cosas de este tipo, atinentes a la propia esencia de la dignidad y los derechos humanos, como en las posturas contra los vientres de alquiler, la prostitución, la explotación y otras muchas, a mí no me sorprendió nada. Sé que es inteligente, honesto y valiente. Eso sí, asumo que hay otras muchas cosas en las que nuestras visiones no pueden coincidir porque él cree en Dios y yo soy atea, por ejemplo. Así, asumo que está contra el aborto y yo a favor. Asumir que se puede coincidir con el otro en unas cosas y disentir en otras es la base mínima de la relación humana y de la sociedad.
Todo esto no es sino un introito para señalar dónde está el principal problema político y social de este país: negarse a asumir que ni tú ni los tuyos estáis en posesión de la verdad ni los contrarios están equivocados en todo. Sólo con aceptar esta premisa ya cambiaría todo el ambiente de trinchera que nos invade por el interés de los políticos, no por otra cosa. Si los que sacan rendimiento electoral de la tensión proclamaran, por mor de cualquier otra circunstancia, que la hora de la humanidad y el acuerdo entre diferentes había llegado, saben perfectamente que la polarización social se disolvería inmediatamente.
Eso y no otra cosa es lo que puede acabar con nosotros y con nuestra democracia. Es obligatorio para el que tiene la posibilidad señalarlo. Desconfíen de los que son incapaces de ser críticos con sus amigos. Desconfíen de los que no son capaces de ver virtudes en los adversarios. O están ciegos o quieren cegarles. Me encocora ver a gente solvente intelectualmente, los conozco y sé que lo son, defendiendo lo indefendible con argumentos inanes porque alineado se vive mejor. Ser insumiso actualmente es necesario. De Prada lo es y, afortunadamente, no es el único. Yo también me lo declaro. Y el que pretenda descalificarnos por ello, sólo se está calificando a sí mismo. Así que si mi buen amigo puede criticar a la derecha y señalar aciertos de Sánchez, comprendan que yo también pueda criticar al Gobierno y señalar aciertos del PP. No estamos solos. Y si a nosotros se uniera un pléyade más de amigos y de enemigos, ayudaríamos a construir un entorno mejor para todos.
En defensa de la democracia y el Estado de Derecho todas las partes deben asumir la necesidad de ser extremadamente pulcros y escrupulosos con las normas. No valen trampas para nadie y no sólo es una exigencia ética y democrática sino que a ello se une la necesidad práctica de no dar armas dialécticas o jurídicas al adversario. Por eso creo que el PP no puede permitirse ni los patinazos histriónicos de denunciar ante Europa la pretendida demolición española ni su barrera a participar en una negociación imprescindible para el buen funcionamiento institucional.
Se abre ahora una ventana de oportunidad, antes de las elecciones vascas de marzo y del arranque de otro ciclo electoral, para acabar con la anomalía más grave de nuestro sistema, la que constituye un doble mandato no previsto de un órgano constitucional. Para ello es imprescindible que Feijóo renuncie a la perversión de establecer que tener enormes disensiones en unas cosas te permite no buscar acuerdos en otras. Espero que reflexione, ahora que Sánchez se ha desmarcado abiertamente de la amenaza que esgrimían sus socios: si no pactan, cambiamos las normas. Esa pretensión es inaceptable, entre otras cosas porque en democracia se pueden cambiar las reglas si van hacia mayores controles del poder pero no hacia su disminución. Igualmente inaceptable es la excusa del PP de negarse a llegar a un acuerdo si no se cambia la ley antes. Más allá de si se defiende que los jueces deben elegir solos a los doce miembros judiciales, que yo no, no tiene sentido pretender, tras tres negociaciones fallidas y la emergencia provocada, meterse en una discusión y un eventual proceso legislativo ahora. Las asociaciones judiciales tampoco pueden honestamente apoyar tal cosa, porque el sistema se hunde y es por los efectos de esta anomalía.
Ser extremadamente pulcros. El Gobierno ha anunciado que el martes renovará al fiscal general del Estado en el Consejo de Ministros. ¿Y los requisitos de la Constitución y del Estatuto Fiscal?, se preguntan ya algunos. A saber, informe preceptivo del CGPJ y pase por la Comisión de Justicia del Congreso. Ya lo hizo, defienden otros, es una renovación. Ya, pero cesó y se le nombra de nuevo, en ninguna parte pone que no obren los preceptos, responden los críticos. Nunca se ha producido una renovación de fiscal general. ¿Por qué no mantener la máxima escrupulosidad? ¿Merece la pena arriesgarte a una impugnación del nombramiento para no tener que oír lo que no te gusta, no siendo vinculante?
Impecables en todo, en términos legales. Poner querellas asimilables a las de Abogados Cristianos en voluntarismo y falta de respaldo jurídico no ayuda. ¿Por qué ha dado el paso Sumar de presentar una querella contra vocales del CGPJ que no tiene ninguna posibilidad de ser siquiera admitida a trámite? Y no se trata de lawfare sino de puro Derecho. Predicar y dar trigo. Su único efecto será el incremento de la alarma entre jueces y fiscales que ya está en niveles máximos y no sin razón. Los socialistas deben alejarse de tal tentación y así lo hizo este viernes Bolaños. Los partidos que gobiernan no pueden estar en guerra con los miembros de un poder del Estado. Ahí reside el peligro de las famosas comisiones y su conexión en un documento con el lawfare. Va a haber grupos que soliciten comparecencias de jueces en el Congreso y el PSOE no puede sino votar en contra. Lío a la vista cuando estemos en vísperas de la votación presupuestaria.
Desmarcarse de los de uno permite ver las debilidades de cada posición y también sus puntos fuertes. Desear que tus preferidos lo hagan mejor es muy diferente a asumir de forma acrítica que hagan su voluntad aunque ésta yerre.
Desmarcarse escrupulosamente de las líneas prefijadas y abrir los ojos, incluso a las verdades de los que se hallan en el lado opuesto, es honesto y traería una calma que sólo algunos no desean. Dicho queda.