Hace poco más de quince meses los tres directores de los periódicos de mayor audiencia en España fueron despedidos de sus cargos. Hoy, dos de los reemplazados, Antich de La Vanguardia y Pedro J. Ramírez de El Mundo, ya están plenamente desvinculados de sus empresas, tras ocupar temporalmente cargos sin contenido en la organización, en lo que sería algo así “como un acuerdo de indemnización en diferido” a lo Cospedal.
Uno de ellos, Casimiro García Abadillo, que sustituyó a Pedro J. Ramirez, acaba de ser relevado. La razón dada no es otra que la de buscar para la dirección de El Mundo un periodista más joven y, sobre todo, preparado para asumir de una vez la migración digital de los lectores.
García Abadillo fue nombrado con el mismo convencimineto de que seria relevado al poco tiempo. Se trataba de no crear un cisma en la organización tras la separación de Pedro J. de la dirección de El Mundo, poniendo al frente a alguien de la cuerda del ex director y manteniendo básicamente el staff periodístico. Los accionistas tenían claro que era una situación transitoria, García Abadillo posiblemente no.
Sin embargo, fue el propio Pedro J. quien, sin quererlo, aceleró el recambio previsto de Garcia Abadillo al pactar con Unidad Editorial su salida anticipada para crear el digital “El Español”, tras tensionar el diario con un enfrentamiento con quien era su amigo y sustituto en la dirección. El consejo de administración de Unidad Editorial debió valorar que era mejor liberar de su pacto de no concurrencia a Pedro J. Ramirez y así acelerar el recambio definitivo en la dirección del diario porque las ventas seguían descendiendo (por otra parte como en el resto de cabeceras nacionales) a la par de que no se conseguía ganar en influencia con un director que no estaba a la altura de las difíciles circunstancias.
Con David Jiménez, el nuevo director, se produce el relevo definitivo de Pedro J., porque se reúne una circunstancia hasta la fecha imposible de llevar a cabo: El presidente ejecutivo de Unidad Editorial, Antonio Fernández Galiano, desde mi punto de vista, deberá remodelar también en profundidad el staff directivo de García Abadillo y afrontará una renovación sustancial en los contenidos del diario, que ya ha iniciado en la parte de gestión cambiando a la dirección general por un especialista en tecnología, Javier Cabrerizo, hace solo ocho meses.
Fernández Galiano no será solo el presidente ejecutivo, estoy convencido de que asumirá además el papel de editor de El Mundo. Ese es el acuerdo al que habría llegado con el consejo de administración de Unidad Editorial y el pacto que tendría establecido con David Jimenez, el nuevo director.
Se acabaron los tiempos en El Mundo en el que el director marcaba en exclusiva la línea editorial y manejaba los hilos de los pactos políticos y periodísticos a su antojo. La estrategia y los objetivos serán marcados por los accionistas e interpretados e implementados por el presidente ejecutivo.
El relevo del director y el cambio de “poderes” se efectúa en el momento preciso: llegan las contiendas electorales y más que nunca se necesita mano firme y criterio para tomar posiciones frente a los cambios políticos que se avecinan.
Es posible que esto no acabe ahí: Antonio Fernández Galiano es un firme defensor, yo diría que el inventor, de la necesidad de fusionarse con otros grupos periodísticos. Me consta que lo intentó con el difunto José Manuel Lara, presidente de Planeta, y con Vocento; también ha habido conversaciones con PRISA sobre la base de que resulta inviable sostener dos cabeceras económicas y dos deportivas de ámbito nacional (Expansión-Cinco Días y Marca-As, respectivamente).
Por el lado de El País y de La Vanguardia, los otros dos diarios que cesaron a sus directores no parece que hayan conseguido revitalizar a las cabeceras con los relevos. Las caídas de difusión son preocupantes ¿Van a seguir el mismo camino que en el diario El Mundo?
En estos dos casos se dan situaciones bien distintas que conviene matizar en otro post. Será próximamente.