Conocí a # en otros tiempos. Lo llamaba numeral –sé que tiene varios nombres, según el país en el que vivas se le dice almohadilla, tresenlínea y gato, entre tantos otros– e imagino que llegó a mi vida con el teléfono: escoltando al 0, a la derecha estaba el numeral y el asterisco, a la izquierda.
En aquel entonces ni siquiera imaginaba que existiría algo como internet, donde el numeral reencarnaría en etiqueta y se volvería omnipresente. La tecnología de ese futuro imaginado en Los Supersónicos, uno de los dibujos animados que pasaban en la televisión en las tardes, me parecía a siglos de distancia.
Usé mucho el símbolo del numeral cuando jugaba ajedrez. En cada partida, iba anotando los movimientos y se me aceleraba el pulso cada vez que sabía que, en el próximo, podría escribir el # después de la jugada: era el símbolo del mate. Pero al crecer, cuando dejé la adolescencia y dejé de jugar ajedrez, lo olvidé. Quizás lo usé un par de veces, cuando debía seguir alguna instrucción en el teléfono y apretar el símbolo de número.
Me dedicaba a escribir, así que además de los signos de puntuación e interrogación, y quizás el & para escribir el nombre de alguna empresa y el % cuando los porcentajes aparecían en el relato, el # no me hacía falta para nada. No me dedicaba a la música, no lo recordaría al leer una partitura y dar con el símbolo musical de sostenido (bastante parecido, pero no igual). Tampoco trabajaba con informática, donde se lo usa en algunos lenguajes de programación.
Pero, de repente, el #Numeral regresó, con nueva vocación. Ahora, cuando lo escribes junto a una palabra, o pegado a una frase en la que no se usan los espacios para separar a las palabras, te lleva a las conversaciones que te interesan en las redes sociales. Ahora el # es lo que define a la etiqueta, el hashtag, una forma de orientarse en el mar de palabras que son las redes sociales. El #Hashtag se ha convertido en parte de nuestra cultura, tanto que ya no sorprende verlo en los medios de comunicación tradicionales. I Está en todos lados, hasta impreso en papel. ¿Quién no ha leído un titular que llevase un hashtag? Yo recuerdo haber visto titulares con #MeToo, #JeSuisCharlie y #IceBucketChallenge.
La metamorfosis de simple numeral a base de la etiqueta ocurrió hace 14 años, el 23 de agosto de 2007, en Twitter, y no se le ocurrió a nadie de la empresa del pajarito azul. Fue Chris Messina, un usuario que ha trabajado en Google y Uber, quien propuso en la red social a quienes lo leían usar el símbolo # (en inglés se llama pound) para agrupar los mensajes alrededor del #barcamp, una red de eventos sobre aplicaciones, internet y tecnologías de código abierto. Y así, sin quererlo, comenzó una nueva forma de clasificar los temas que nos interesan en las redes sociales y una buena forma de enterarnos de cuáles son las tendencias.
Twitter no lo adoptó de inmediato. Pero su uso se hizo tan popular que, dos años después, la plataforma incluyó al #hashtag como una de sus funciones. Y 11 años después, decretó que los 23 de agosto celebraría el #DíaDelHashtag. El año pasado, la etiqueta más usada en Twitter fue #COVID19 (la tuitearon 400 millones de veces), la segunda, #BlackLivesMatter. La empresa ha dicho que cada día se comparten más de 125 millones de #hashtags en su red. Y no hemos contado las etiquetas que aparecen a diario de Facebook a Instagram, de TikTok a YouTube.
Hoy, 23 de agosto, se celebra el #DíaInternacionaldelHashtag, y aunque puede parecer una conmemoración banal, me gusta pensar que las etiquetas –prefiero su nombre en español— son brújulas que nos ayudan a navegar por la conversación en las redes sociales y no perdernos entre tantos mensajes que a cada milésima de segundo se lanzan en esos espacios. Ahí les dejo algunas para hoy: #DíaDelHashtag #columna #eldiarioes.