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El discurso de las urnas

¿Lo oyen? Son las urnas, que han dicho que los españoles quieren que las cosas no se salgan de madre. Que se afronten los problemas y los retos de futuro, sean modelo de estado… o lo que sea, desde la política.

Quienes no parecen escuchar ese mandato son los de siempre. Los que están en ambos extremos de la polaridad en la que nos ha instalado, precisamente, la falta de praxis política. Los primeros gestos de esta nueva legislatura han marcado un camino. Y ese camino es el de la política, y la política es diálogo y llegar a un acuerdo. Y seguramente en un buen acuerdo, todo el mundo pierde algo, pero está claro que, en realidad, todos salimos ganando.

Los gestos de Pedro Sánchez pueden ser muy cuestionados, pero no se podrá dudar de su apuesta. Le vetaron al catalán como presidente del Senado, y apostó por dos figuras de un perfil catalán, pero además impecable en cuanto a competencia intelectual y humana para presidir Senado y Congreso. Con ese gesto además nos dotó de un discurso, de un relato, a quienes hemos estado mucho tiempo huérfanos y sin dónde agarrarnos en la tierra quemada, en medio de las trincheras. Mucha gente, dentro y fuera de Catalunya, no se sentía bien en ninguna de las posturas. Y la equidistancia ha sido atacada y vilipendiada por ambos flancos. Ha sido un periodo triste. Y me parece que abre un capítulo de esperanza, ya sé que tan solo es eso. Pero venimos de tal erial… Que cualquier cosa parece positiva.

El discurso que pronunció Meritxell Batet al tomar posesión como presidenta del Congreso, formuló lo que muchos pensamos, y fue como agua de mayo para mí: “Cada uno de nosotros somos del pueblo, pero ninguno somos el pueblo”. Habló de la España plural y diversa, de la representación, del respeto a la ley, del consenso… encontré en ese discurso la grandeza de un país, que sí me representa. Llevo demasiado tiempo escuchando a políticos o líderes hablando en nombre de uno u otro pueblo. De que somos un solo pueblo. Un solo país. Eso me da miedo, sea la bandera tricolor o estelada.

Ese discurso que se está hilando, también neutraliza a los que dicen que España es un estado autoritario. España es un estado y funciona como tal. Creo que lo tendrán más difícil para hacerse las víctimas en otros países. Y en el otro lado, me asombra la sordera. Deben tener datos que no poseo para persistir en la estrategia de la crispación gratuita e inoportuna. Siguen con el bidón de gasolina en la mano. Lo pienso al ver a Albert Rivera en el pueblo natal de Josu Ternera. La frase que me viene en mente es: qué necesidad. Obviamente están en su derecho, y defiendo que puedan ir a hablar o a bailar aurreskus allá donde quieran. Faltaría más. Pero… sigo pensando, qué necesidad. Eso, y la pésima imagen pateando el suelo cuando los diputados electos en prisión preventiva tomaban posesión de su cargo como diputados.

La sociedad española ha votado que se intente conservar y recuperar lo que los recortes nos quitaron. Que hay preocupaciones graves y urgentes a gran escala a la vuelta de la esquina… Que no quieren perder la paz, que en un país tan hábil en autodestruirse, ha costado tanto conseguir. Ojalá que quienes, desde los márgenes del camino, quieren hacer descarrilar este país nunca lo consigan.