Ser naturalista y vivir en España es una fortuna similar a la de ser amante del arte y vivir en Florencia. Nuestro país es uno de los que cuenta con una mayor diversidad biológica de toda la Unión Europea.
La posición geográfica de la Península Ibérica, sus diferentes formaciones geológicas y tipos de suelo, nuestro amplio y variado perímetro de costa, la gran variabilidad climática y la existencia de dos importantes archipiélagos y numerosas islas convierten a España en uno de los mejores lugares del planeta para disfrutar de una vida silvestre abundante, accesible y muy diversa.
Los científicos dan el nombre de taxón a cada una de las diferentes especies o filos de la flora y fauna que forman la biodiversidad del planeta: cada planta y animal distinto de los demás. Y los datos sobre el número de taxones que forman la multiplicidad biológica española son tan espectaculares como desconocidos para la mayoría de nosotros.
Los ciudadanos españoles compartimos territorio con más de 50.000 especies diferentes de invertebrados, 15.000 de hongos, alrededor de 8.000 variedades de plantas y 635 especies de vertebrados (contándonos a nosotros mismos).
De hecho, más del 80% del total de especies de plantas vasculares que hay en Europa y más de la mitad de la fauna europea viven en España, donde habita la mayor pluralidad de aves, mamíferos y reptiles y buena parte de los anfibios y peces del continente.
Créanme si les digo que nuestra naturaleza es uno de los mejores destinos para pasárselo bien en vacaciones, tan solo hay que acercarse a ella con respeto, dejarse llevar por la curiosidad y atender a todas las pistas que nos ofrezcan los sentidos.
Desde el gran oso pardo al más diminuto de los insectos; desde el árbol más monumental hasta la florecilla más modesta, habitamos un anchuroso mosaico de ecosistemas naturales que vale la pena conocer, pero que también estamos obligados a cuidar y respetar, entre otras cosas porque ésa es nuestra mayor hacienda.
La naturaleza es un patrimonio que no solemos tener en cuenta a la hora de valorarnos como país, pero que nos enriquece y nos sitúa en una posición de privilegio respecto al resto de los que nos rodean.
Nuestra maltrecha economía, infectada por la corrupción y la incompetencia política, nos ha enviado de un empujón al lugar que nos corresponde en el mundo. Sin embargo la riqueza de nuestro patrimonio natural sigue manteniéndonos entre los países más afortunados del planeta. Por eso deberíamos sentirnos orgullosos de ello, tomar mayores y mejores medidas para que siga siendo así y salir de vez en cuando a comprobarlo.
Observar la naturaleza es un placer al alcance de todos y que nunca defrauda y este es un buen momento del año para comprobarlo.
Pasear por uno de nuestros hayedos al atardecer, practicar el senderismo de montaña, recorrer con las primeras luces del día cualquiera de nuestros humedales para observar a las aves... Les invito a iniciarse en la afición por la naturaleza durante estas vacaciones y comprobar hasta que punto lo que les cuento es cierto.
Que recuerden la serena belleza de nuestros paisajes naturales y se carguen de argumentos para unirse a los que durante el resto del año defendemos el medio ambiente con pequeños gestos, ya saben: ahorrar agua, reciclar, hacer un uso más eficiente de la energía, consumir de manera más responsable y el resto de propuestas de la ecología doméstica que compartimos en este rincón del diario.