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Dislates represivos

Elisa Beni

No hay día sin su afán ni día en el que el Gobierno Rajoy, a través de su Ministerio del Interior, no deje claro que su comprensión de los derechos y libertades es restrictiva y su actitud ante su ejercicio por parte de los ciudadanos, represiva.

Ya nos lo avanzó Mayor Oreja, y lo tomamos a chacota: no puede ser que en las televisiones se vean en directo las cargas policiales. Faltaría más. No ha tardado en salir a escena el propio director general de la Policía a decirnos que no, que no era una boutade, que están estudiando en serio modificar la Ley de Seguridad Ciudadana para prohibir “la captación, reproducción o tratamiento de imágenes, sonidos o datos de miembros de las fuerzas de seguridad en el ejercicio de sus funciones cuando puedan poner en peligro su vida o en riesgo la operación”.

La falta de sensibilidad hacia los conceptos democráticos es hiriente. Prohibir la captación de esas imágenes presupone el establecimiento de un control preventivo y supone realizar una proyección de futuro sobre si esas imágenes supondrán un riesgo. En una democracia entre la libertad de información en un espacio público y su prohibición, no existe “un equilibrio que establecer” como se propone. Entre la libertad de expresión en un espacio público y su prohibición sólo existe censura. Y en su supuesto, además, censura previa que es la peor de las posibles.

La idea que ronda por las mentes de Interior no sólo es inconstitucional sino que es un dislate. Entre otras cosas porque aducen proteger un bien jurídico que no existe. En una manifestación no existe el concepto de intimidad de los policías y, por tanto, es huero intentar protegerla.

Pero es que, además, no nos explican qué autoridad sería la competente para prohibir la captación. ¿La Delegación del Gobierno, la Dirección General de la Policía, la Secretaría de Estado de Interior? La idea es poner en manos del poder político la posibilidad de censurar de forma preventiva las imágenes. No nos digan que se trata de evitar la difusión de imágenes que supongan un riesgo. Esto ya puede hacerse. La Ley permite prohibir esa difusión pero debe hacerlo un juez. Es eso lo que pretenden, es de suponer, saltarse el control judicial para poder establecer la prohibición -la censura- desde el poder político.

No vengan con que no hablan de las manifestaciones, que se refieren a las operaciones antiterroristas o contra las mafias. Esas operaciones sólo las conoce la propia Policía. Si se difunden es porque se avisa a los medios o las propias cámaras de los servicios de prensa policiales las toman y luego las difunden, saltándose a la torera la Ley de Enjuiciamiento Criminal que obliga a que las detenciones se produzcan de la forma que menos dañe la fama, la honra y el patrimonio de los detenidos. Y eso no se hace tumbándolos en el suelo frente a una cámara y dando luego la imagen a las televisiones pero sus gabinetes de prensa lo hacen, cuando les interesa.

Todo lo que envuelve el anuncio es una enorme mentira. Los agentes en las manifestaciones son irreconocibles, llevan cascos, y lo son tanto que hasta ocultan su número cuando sería preceptivo que lo mostraran. Hablan del riesgo de los agentes de ser reconocidos o represaliados. Miren, eso forma parte del riesgo del trabajo policial como de otros muchos trabajos. Nadie concibe la idea de jueces sin rostro para que no tengan miedo o no sufran represalias, ¿verdad?, nadie plantea que tengamos tribunales encapuchados en un Estado de Derecho.

Lo que buscan, ocurrencia tras ocurrencia, es un marco más cómodo de actuación para la policía en tanto en cuanto lo es para los políticos que la mandan. El marco “más cómodo” de actuación para la represión legal se produce en las dictaduras. En las democracias todo lo que no suponga transparencia absoluta lo único que busca es impunidad ante los errores y la arbitrariedad.

Es sangrante ver tal falta de sensibilidad ante los valores democráticos en quienes nos gobiernan. No obstante, vivimos en un país plagado de personas con un alto sentido de estos valores. Les repele la idea de la gente protestando en las calles. La temen. Sigan por ese camino y les prometo que si persisten en estas ideas sacarán también a la calle a todos los que honran los valores de libertad y los derechos consagrados en nuestra Constitución. A mí, la primera.

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