Apenas pasa un día sin otro artículo, conferencia o iniciativa de estudios dedicados al futuro del trabajo. Los robots ya llegan, o no llegan tan rápido como pensamos, y cuando lleguen, ¿nos quitarán el trabajo a todos, o crearán tantos trabajos como destruyan? Y así siguiendo. Pero ¿por qué en lugar de tratar de predecir el futuro, examinamos las realidades actuales de miles de millones de personas?
Cerca del 80% de la población mundial vive en economías emergentes, definidas por mercados informales y estructuras de empleo fluidas. La Comisión SHIFT sobre Trabajo, Trabajadores y Tecnología invitó a grupos de cinco ciudades de los Estados Unidos a imaginar cuatro escenarios a lo largo de dos ejes de cambio: más o menos trabajo, y más trabajo o más tareas. Los participantes no tenían una opinión unánime sobre la cantidad de trabajo futuro, pero casi todos preveían que seguiría la desagregación de trabajos entre tareas y empleos tanto de nivel bajo como alto, desde la conducción hasta la abogacía. Esa es la realidad actual de las economías emergentes.
Si se examinan los patrones de trabajo en diferentes países se obtienen tres lecciones clave. Primero, la gente tiene múltiples flujos de trabajo y deriva sus ingresos de más de una fuente. Segundo, están surgiendo con rapidez economías de plataformas basadas en las redes tradicionales. Finalmente, estos patrones de trabajo a menudo van de la mano de una fuerte desigualdad del ingreso.
La flexibilidad y la incertidumbre definen a los mercados en los países en desarrollo. Esos hombres y mujeres con la suerte de tener trabajos formales (menos del 40%) a menudo tienen “trabajitos adicionales” a través de las que venden su tiempo, conocimientos, redes o ideas a otras personas, en un esfuerzo por cubrirse ante un mercado laboral incierto. Un dicho nigeriano (“tener un trabajo de 9 a 5, uno de 5 a 9 y otro de fin de semana”) describe bien el ambiente del trabajo en diferentes niveles.
El mismo patrón está comenzando a aparecer en países desarrollados. Un informe del Instituto JPMorgan-Chase concluye que, en gran parte, los trabajos de plataformas son una fuente secundaria de ingresos que se usa para compensar caídas en el ingreso regular.
Sin embargo, una diferencia clave es que en las economías emergentes las redes flexibles de personas o pequeñas empresas toman el lugar de los empleadores formales. El sector informal de Kenia (llamado en suajili Jua Kali o “sol caliente”) es el principal creador de empleos del país. La Encuesta Económica de 2017 en Kenia indicó que el Jua Kali generó 747.300 empleos el año anterior, mientras que el sector formal creó solo 85.600.
El Jua Kali abarca asociaciones sectoriales entre trabajadores y artesanos que se remontan a los gremios medievales. Estas asociaciones (de carpinteros, mecánicos, fontaneros, etc.) permiten ahorrar de manera conjunta, ofrecen oportunidades de actualizar habilidades y crean una forma de regulación del mercado.
A medida que avanza la tecnología, muchas de las asociaciones recurren a la presencia en línea para encajar oferta y demanda de manera más eficaz en el sector del trabajo informal. En Indonesia, Go-Jek (un juego de palabras a propósito de ojek, un taxi motocicleta) es una compañía por un valor de $2,5 mil millones que entrega todo tipo de servicios por motocicleta, desde peluquería a alimentos, a través de una aplicación de móvil. Con más de 200.000 conductores inscritos, mejora la productividad de los indonesios en medio del caótico tráfico.
El mercado de servicios legales de bajo coste en Accra, Ghana, es otro ejemplo interesante. El periodista Joseph Warungu describe “un estrecho corredor detrás de los tribunales” lleno de notarios, comisionados para declaraciones juradas, redactores de cartas y abogados ofreciendo servicios como declaraciones testimoniales o contratos, todo “procesado con eficiencia y a una tarifa conveniente”. Ese corredor es una plataforma que reúne a múltiples vendedores de servicios legales de diversa índole con los compradores que los necesitan, en contraste con un gabinete de abogados tradicional, que requiere que los clientes adquieran múltiples servicios de la misma fuente. Sencillamente, necesita migrar a una presencia en línea.
Las economías desarrolladas están recién comenzando a ponerse al día. Bliss Lawyers cuenta con una “bancada” de más de 15.000 abogados en Estados Unidos que reciben más de $200 por hora para “trabajar por proyecto para el departamento legal interno y clientes de firmas legales”. Más en general, el Business Talent Group proporciona “talentos de negocios bajo demanda para demandas específicas” a lo largo de una amplia gama de servicios profesionales.
Los mercados emergentes también ofrecen una advertencia sobre las desventajas de la economía bajo demanda [on demand]. Tienen algunos de los mayores niveles de desigualdad del mundo. Las 50 economías más desiguales del mundo se encuentran en el África Subsahariana y América Latina, con Sudáfrica ocupando el primer puesto.
Los mercados informales, la falta de acceso a la financiación y las malas oportunidades educacionales siguen atrapando a la mayoría de la gente en una pobreza relativa. Las plataformas de la economía informal que ofrecen pequeños curros sin beneficios ni carrera profesional pueden complementar los ingresos y servir de amortiguación para otro empleo, pero no valen la pena en comparación con la seguridad y las oportunidades de ascenso de un trabajo formal. De hecho, la mayoría de los trabajadores de los mercados emergentes recurren a la economía informal no por un deseo de flexibilidad ni de seguir sus pasiones, sino sencillamente para llegar a fin de mes.
Sin embargo, los mercados informales en los países en desarrollo son un vasto campo de experimentación para transformar una serie desordenada de empleos en un camino estable y ascendente para los trabajadores. Adaptar la educación para permitir a los trabajadores la obtención de las habilidades bajo demanda cuando las necesiten y crear historiales de trabajo verificables a través de una cadena de bloques son dos maneras de ayudarles a encontrar oportunidades adecuadas de manera más eficaz y recibir más valor por su trabajo.
Mientras los países desarrollados de Europa, América del Norte y Asia envejecen con rapidez, las economías emergentes son predominantemente jóvenes. Para 2040, uno de cada cuatro trabajadores será africano. Son productos de mercados dinámicos e informales, y eso debería facilitar su absorción en una economía de trabajos informales mejorada con tecnologías. Los jóvenes nigerianos, indonesios y vietnamitas darán forma a las tendencias globales a un ritmo cada vez más veloz. Podemos aprender de ellos hoy para prepararnos para el mañana.
Traducido del inglés por David Meléndez Tormen