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Elecciones al Parlamento Europeo: migración, asilo y derechos

Concentración convocada por entidades sociales y asociaciones del movimiento migrante en contra del pacto europeo sobre Migración y Asilo. EFE/JuanJo Martín

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No es la que menciono, en modo alguno, una cuestión sencilla –más bien todo lo contrario–. Seguramente nadie tiene la fórmula de la buena solución al drama cierto de la necesidad de migrar de millones de personas en el planeta y al modo de recibirlas en nuestro mundo, este mundo al que esperan, no solo llegar, sino, sobre todo, poder permanecer y construir una nueva vida en plenitud de derechos, como quienes ya estamos aquí.

En demasiadas ocasiones el fenómeno de las migraciones se nos muestra públicamente asociado a problemas de todo tipo, a tragedias en el mar, en las costas o en tierra, con tremendos resultados para las personas que migran hacia aquí. Y también asociado a dificultades evidentes para la recepción, acogida e integración plena de estas personas en nuestra sociedad, con consecuencias duras para ellas y, asimismo, para una parte de la ciudadanía.

Las elecciones al Parlamento Europeo del próximo 9 de junio son, en mi opinión, una magnífica oportunidad para reflexionar sobre la más adecuada gestión de las migraciones, con inteligencia y justicia y, sobre todo, teniendo como objetivo el respeto a los derechos de todas las personas.

Es de esperar que ésta no sea, una vez más, una ocasión perdida en la política española. Sin embargo, intuyo que va a ser nuevamente así, dado que no se trata de un tema “cómodo” para algunas fuerzas políticas y que, para otras, es un tema “estrella” para la confrontación poco reflexionada y nada debatida.

Ocurre que, como en casi ningún tema, no se parte de cero, no. Ocurre que cada fuerza política lleva ya su mochila, llena de sus actuaciones en esta materia. Algo que, se quiera o no, debe estar también en el debate político y en la asunción de responsabilidades.

En este marco de las elecciones europeas es, por tanto, inevitable e imprescindible, repasar la actuación de las fuerzas políticas en el Parlamento europeo en la materia de las migraciones. Porque, como digo, nada comenzará el próximo domingo, sino que será continuación de lo ya hecho.

Y, en este ámbito de la Unión Europea y de su Parlamento, forzoso es referirse al nuevo Pacto de la UE sobre Migración y Asilo, aprobado por el Consejo el pasado 14 de mayo, esto es, hace menos de un mes. Pacto que, en realidad, contiene un paquete de 10 actos legislativos de reforma del marco europeo de gestión de la migración y el asilo. 

Pacto que plasma los trabajos seguidos desde hace varios años, del que, en el contexto electoral de referencia, destaca el acuerdo global logrado entre la Presidencia del Consejo y el Parlamento Europeo el 20 de diciembre de 2023 y, sobre todo, la adopción definitiva de este complejo paquete de normas en la votación del Parlamento del pasado 10 de abril. Un acuerdo discutido y discutible, criticado desde muchas instancias y grupos, organizaciones no gubernamentales y fuerzas políticas, también dentro de la Eurocámara. 

Una aprobación parlamentaria en la que tuvo una significativa participación el grupo Socialista, que se felicitó reiterada y entusiastamente por ello, afirmando, entre otras cosas, que la UE cuenta “por fin con un sistema predecible, confiable y solidario ante situaciones de emergencia migratoria”, sin duda en referencia a una de las principales normas del Pacto, el Reglamento de Crisis y Fuerza Mayor, del que fue ponente el eurodiputado socialista español Juan Fernando López Aguilar.

Pero, como decía, el Pacto contiene hasta 10 normas muy relevantes, destacando también el Reglamento sobre la gestión del asilo y la migración, cuyo ponente fue Tomás Tobé, del grupo Partido Popular Europeo. Y, sobre todo, sin olvidar la reforma del Reglamento Eurodac para la identificación y el seguimiento de las personas solicitantes de asilo y en situación irregular en la UE, de la que fue ponente el eurodiputado Jorge Buxadé, de Vox.

En definitiva, un Pacto con un gran acuerdo entre – en términos tradicionales -, la derecha y y el grupo socialista, y con el rechazo de la extrema derecha, los verdes y la izquierda. Un Pacto que ha suscitado las críticas de muchas ONG, entre las que cabe destacar, al menos por su cercanía, pero sin olvidar otras igualmente relevantes, la de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), que ha alertado sobre los efectos devastadores de este Pacto para miles de personas migrantes y refugiadas, a las que se ponen más obstáculos para acceder al derecho de protección internacional, dado que se refuerzan las políticas de externalización de fronteras y los retornos a terceros países donde sus vidas podrían correr grave peligro. Críticas que denuncian que se ha apostado por un mecanismo de solidaridad a la carta que permite a los países de la UE financiar proyectos en terceros países destinados al control migratorio y que no se ha establecido un reparto equitativo de las responsabilidades, así como que la invocación discrecional de situaciones de crisis o fuerza mayor permiten suspender las garantías del derecho de asilo de manera casi permanente.

Ya ven, estamos ante un claro caso de “disociación” política entre quienes ven este Pacto como algo muy positivo y quienes lo ven del modo contrario. O, lo que es lo mismo, como un gran avance o como una gran oportunidad perdida.

Y, en este debate, las fuerzas políticas del espacio de la izquierda –dejémoslo así–, se posicionan también de manera distinta: hay quienes, como he dicho, han participado en la tramitación de dicho Pacto desde el primer momento y lo saludan con entusiasmo, habiendo facilitado su adopción en el semestre de Presidencia española del Consejo de la UE de julio a diciembre de 2023 – PSOE–, aunque tampoco lo exteriorizan en esta campaña electoral; y hay también quienes se mostraron en su día contra, aunque no lo mencionan ahora expresamente en su programa electoral –Sumar– y quienes piden directamente su abolición para crear un nuevo sistema basado en derechos –Podemos–.

Esto es lo que hay. Conviene reflexionar al respecto. Este es, sin duda, un buen momento, seguramente el mejor, como siempre que nos corresponde votar. Algún poder tenemos, alguna fuerza nos acompaña cuando nos toca decidir el voto, sin olvidar el pasado que retrata a todo el mundo y mirando al futuro, como en el resto de asuntos que nos conciernen de manera tan directa y relevante. Ya saben, como siempre, busquemos, comparemos y, si encontramos algo mejor sin sentir que nos engañan, votémoslo.

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