Ya es mala suerte que, justo la semana en que el PSOE firma el acuerdo con Junts, el encargado de argumentario del partido esté de baja por una lumbalgia, el equipo de comunicación se haya quedado aislado por una gran nevada, el que redacta los discursos a Sánchez se haya cogido los días de vacaciones que le debían, y la impresora se haya quedado sin tinta y el fax estropeado cuando más falta hace enviar información. No solo eso: la wifi no va bien en Ferraz, y eso ha impedido que los militantes reciban estos días comunicaciones sobre el contenido de lo firmado; y el CM debe de estar con Covid, a la vista de las redes sociales del partido.
Ahora en serio: si yo fuera militante o votante del PSOE, estaría un poco descorazonado estos días. Mientras la derecha y la ultraderecha, pero también una parte de la izquierda, sacuden fuerte y flojo al PSOE por su acuerdo con Junts, con argumentos de brocha gorda unos pero también con discrepancias de pincel fino otros, el partido ha optado por un perfil bajo y una comunicación desganada. Cuando más necesitados están de información, respuestas y argumentos sus militantes y votantes (y sus dirigentes territoriales, supongo), más se pone de perfil el partido.
Se me ocurren unos cuantos motivos de peso para defender lo firmado y la venidera ley de amnistía. Devuelve al terreno político un conflicto político, tras años en que solo hubo respuesta judicial y policial. Continúa un camino, el iniciado con los indultos, que ha desinflamado mucho el problema catalán. Los independentistas se comprometen con la gobernabilidad del Estado y renuncian a la unilateralidad. No se van de rositas, porque buena parte de sus líderes ya han pagado con cárcel, multas y procesos judiciales. Permitirá poner en marcha la legislatura y un gobierno progresista. Frena un posible gobierno de derecha y ultraderecha que ya hemos visto en comunidades y ayuntamientos. Posibilitará avances sociales que quedaron pendientes en la anterior legislatura…
Ya digo, se me ocurren unas cuantas razones para defender un pacto controvertido, que no solo necesita ser defendido sino sobre todo explicado. La redacción del mismo, el relato de antecedentes y algunas de las medidas acordadas, generan dudas razonables más allá del griterío de la derecha y ultraderecha. También entre sus votantes. Sin embargo, el PSOE parece fiarlo todo a que las imágenes de fachas en la puerta de Ferraz sirvan para cerrar filas en la izquierda; y que tras la investidura se rebaje la tensión y el paso de las semanas deje atrás la polémica.
Su poco entusiasmo al defender lo firmado (“hacer de la necesidad virtud” fue lo más rotundo que dijo Sánchez días atrás), su falta de convicción para argumentar y responder a las críticas, la escasa pedagogía con la amnistía, y la desmovilización de su militancia (consultada antes de la firma del pacto pero sin mencionar la bicha), están dejando barra libre a la derecha y la ultraderecha, que estos días toman la calle y los medios, marcan el discurso e imponen su marco sin apenas oposición. A ver si todos los del primer párrafo vuelven pronto al trabajo, que esto tiene pinta de ir para largo.