Dos de las más luminosas estrellas fugaces de Ciudadanos, Juan Carlos Girauta y Marcos de Quinto, anuncian la próxima puesta en marcha de una asociación con el fin de “remover ideas en el ámbito cultural para reivindicar la democracia liberal” y “plantar cara a la hegemonía de esa ‘izquierda woke’ aferrada al discurso feminista radical progre, que defiende ahora el indigenismo o se ha empeñado en achacar todo al cambio climático”, según ha explicado el primero de ellos a este diario. El juguete llevará por nombre Pie en Pared, nombre inspirado evidentemente de la expresión ‘poner pie en pared’, que significa asumir una posición inquebrantable de firmeza ante aquello que no se comparte.
Se preguntará el curioso lector qué significa eso de “izquierda woke”. Muy simple: es una de tantas palabras asociadas históricamente al progresismo que tanto la derecha pretendidamente liberal como la derechona sin complejos han convertido, con la inestimable ayuda de sus medios de comunicaciones afines, en etiquetas sarcásticas para denigrar a sus adversarios ideológicos. ‘To be woke’ (estar despierto, en inglés) ya lo usaban en los años 30 del siglo pasado los movimientos obreros estadounidenses como un código verbal para estar alerta ante las injusticias sociales y laborales. Hace algo más de una década lo desempolvaron movimientos afroamericanos en rebelión contra el racismo y también fue recuperada por organizaciones feministas en sus batallas por la igualdad. Retorcer hoy la expresión ‘woke’ para burlarse de la izquierda no es un hallazgo intelectual de Girauta y De Quinto; ellos se han limitado a copiarla, sin tomarse siquiera el trabajo de traducirla, de los think tanks de extrema derecha estadounidenses, que son realmente los que la han impuesto en el discurso público.
Dice Girauta que la “asociación cultural” Pie en Pared no tiene nada que ver con el lanzamiento de un nuevo partido, y más le vale que así sea si se tiene en cuenta su trayectoria política personal: militó sin pena ni gloria en el Partido de los Socialistas de Catalunya. Con posterioridad se presentó en lista del PP para tres elecciones distintas -al Ayuntamiento de Castelló d'Empúries, al Parlamento catalán y al Congreso de los Diputados- sin resultar electo en ninguna. Finalmente logró un escaño en 2016 en la lista de Ciudadanos, pero en los comicios de noviembre de 2019 quedó fuera en medio de la catástrofe electoral del partido. Meses después abandonó la formación con el argumento de que no compartía el apoyo de la nueva líder, Inés Arrimadas, a las medidas de confinamiento contra la pandemia. Al autoproclamado defensor de la democracia liberal se le recuerda también por su proximidad a Peones Negros, un oscuro movimiento que contribuyó a propagar la teoría de la conspiración tras los atentados del 11M.
De Marcos de Quinto hay que reconocer que ha sido un ejecutivo exitoso, aunque tengo la convicción de que hubiera contribuido más al desarrollo de la humanidad si hubiese dedicado su talento a mejorar las condiciones de vida de los mortales en vez de a meterles coca-colas por el gaznate durante 35 años. De Quinto fue el fichaje estrella de Albert Rivera en los comicios de abril de 2019, que llevaron a Ciudadanos a la gloria; siete meses después fue uno de los 10 sobrevivientes de la hecatombe electoral del partido, que se llevó por delante a su compañero Girauta. Poco después abandonó la política junto a su mentor Rivera. Su principal legado político hay que buscarlo en las redes, donde se caracterizó por llamar a sus detractores “troll de mierda”, “basura” o “miserable”.
Hacen bien, pues, Girauta y De Quinto en decir que su proyecto no es político, sino “cultural”, aunque tengo la sospecha de que a la postre tendrá mucho más de lo primero que de lo segundo. Lo iremos viendo a medida que se conozcan sus fuentes de financiación, sus alianzas mediáticas y sus analistas de cabecera. Sabemos de momento que el exvicepresidente mundial del Coca-Cola ha invertido en la plataforma de televisión de Javier Negre. Y que los postulados de Pie en Pared podrían ser suscritos sin problema por Abascal y Ayuso. En sus declaraciones a este periódico, Girauta dijo que entre las personalidades invitadas a participar en el proyecto habrá “intelectuales, académicos y feministas de las de verdad, vinculadas al viejo socialismo”. Ignoro cuáles serían esas “feministas de las de verdad”, pero presumo que por “viejo socialismo” se refiere al de González, Solchaga y Boyer, no al socialismo de los años 60 ni, mucho menos, al de comienzos del siglo XX. Estos no valen: son woke.
Estaremos atentos a la irrupción de este nuevo ente –llámese asociación cultural, think tank o chiringuito de lujo- que entrará a engrosar la constelación de iniciativas que pululan en España y el mundo para agredir al progresismo en un momento en que el capitalismo se encuentra en una crisis de identidad. Con el pretexto de que están luchando contra las posiciones extremas de la izquierda y no contra todo el progresismo, seguiremos escuchando llamar insatisfechas a las mujeres que denuncian las conductas machistas aún presentes en la sociedad, perroflautas a quienes expresan dudas sobre la estrategia europea en Rusia o cuestionan el maltrato a los inmigrantes, insensatos a los que proponen la creación de una compañía pública de energía, totalitaristas a quienes apoyan el confinamiento ante una pandemia desconocida, gilipollas a los que comparten la alarma de los científicos por el cambio climático, resentidos a los que abogan por gravar más a los que más tienen…
Frente a estos embates de la derecha pura y dura, disfrazada de defensora de los principios de la democracia liberal, habrá que estar muy woke.