¡Enviemos más armas a Ucrania!

17 de enero de 2023 22:55 h

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Desde el comienzo de la invasión rusa hace casi un año hemos enviado a Ucrania (“hemos”: la OTAN, Europa, España) varias remesas de lanzamisiles M142 HIMARS, misiles antiaéreos Stinger, misiles tierra-aire NASAMS, lanzamisiles antitanque Javelin, misiles contra sistemas de radar, misiles que al caer esparcen decenas de minas, armas antitanque At4 y NLAW, obuses M77, obuses Panzerhaubitze, obuses Caesar de largo alcance, lanzacohetes M270, lanzagranadas Panzerfaust, drones kamikazes, drones bombarderos, drones con bombas guiadas por láser, artillería de todos los calibres, ametralladoras, fusiles de asalto, rifles de francotirador, pistolas, munición para todas las armas, granadas de mano, cascos, visores nocturnos, varios cientos de tanques T-72 modificados, barcos de patrulla, vehículos blindados, vehículos tácticos y de transporte… Parece una macabra lista de la compra, pero ni siquiera recoge la totalidad de lo enviado. Decenas de miles de toneladas de material, decenas de miles de millones de dólares.

Como todo lo anterior no ha servido para conseguir la paz, ni tampoco la victoria, en los próximos días está previsto el envío de helicópteros Apache, tanques británicos Challenger 2, tanques franceses Leclerc, blindados estadounidenses Bradley, vehículos de transporte de infantería alemanes Marder y, si el gobierno alemán lo acepta, tanques Leopard 2; además de baterías de misiles Patriot, sistemas guiados de cohetes de lanzamiento múltiple GMLRS, minas terrestres contra blindados, vehículos todoterreno Humvees, camiones, y nuevas toneladas de munición para reponer la ya utilizada.

En caso de que así tampoco se consiga la paz (ni la victoria), no duden de que seguiremos enviando armas, pues el presidente estadounidense dijo recientemente estar dispuesto a aumentar el ya enorme apoyo económico y militar para conseguir “una paz justa”; el secretario general de la OTAN recordó hace días la importancia de proporcionar más armas a Ucrania porque “puede parecer una paradoja, pero el apoyo militar es el camino más rápido hacia la paz”; nuestra ministra de Defensa nos recuerda cada pocas semanas que “la paz no nos la regalan” y que “invertir en Defensa es invertir en paz”, y Josep Borrell, responsable de la política exterior europea, hace continuos llamamientos a aumentar el esfuerzo militar europeo… para la paz, por supuesto. No por casualidad, el fondo de donde sale buena parte del dinero que la Unión Europea utiliza para apoyar militarmente a Ucrania, se llama… Fondo Europeo de Apoyo a la Paz.

Una vez aceptado que la paz no es cosa de pacifistas hippies, ni de teóricos universitarios, ni de políticos trasnochados, ni de bienintencionados institutos internacionales de resolución de conflictos, ni de países no alineados que pudieran mediar, ni por supuesto de la ONU; aceptado por tanto que la paz es competencia exclusiva de gobernantes audaces, militares profesionales y fabricantes de armas; aceptado todo esto por una ciudadanía indiferente y resignada, cuando no belicosa (la misma ciudadanía que antaño se manifestaba contra las guerras); y dado que también Rusia asegura buscar la paz y cada cierto tiempo propone condiciones para la paz y planes de paz y negociaciones de paz mientras envía más tropas y más armas; estaremos de acuerdo en que el camino para la paz es seguir enviando armas, muchas más, sin medida, sin fin.

Hay que seguir comprando armamento nuevo y enviando el que ya teníamos en los arsenales (que habrá que reponer comprando nuevo armamento que luego enviaremos y etcétera), hasta lograr la paz. Hay que prolongar la guerra lo que haga falta, y la destrucción apocalíptica de ciudades y la muerte de decenas de miles de personas y el daño económico europeo, hasta conseguir la paz.

Si con esta última remesa de tanques y helicópteros y misiles no es suficiente para lograr la paz en primavera, si la paz acaba siendo un objetivo de varios años, seguiremos enviando armas: de nueva fabricación, experimentales incluso, que se podrán probar por primera vez en una guerra real, y todo lo que quede en nuestros almacenes, reponiendo cuantas veces sea necesario. Y tras los tanques y los misiles enviaremos aviones y armas más pesadas y misiles mayores y grandes bombas, y si hace falta para la paz enviaremos, qué se yo, armas biológicas y químicas y por supuesto nucleares, y si así tampoco, si la paz se resiste, podemos enviar armas cortas y armas blancas y armas arrojadizas y lanzas y flechas y mazas y garrotas y barras de hierro y palos y ramas arrancadas y piedras y quijadas y crema reparadora para las manos cuando no queden más que las manos para seguir golpeando.

Y al final llegará la paz, ya verán.