En teoría los países europeos están todos de acuerdo en lo que sucede en Palestina. Para ellos la ocupación debe terminar, se debe implementar la solución de dos estados sobre la frontera de 1967, Jerusalén debe servir como capital de ambos países así como se debe implementar el derecho internacional humanitario y las resoluciones de Naciones Unidas. La pregunta es cuánto de ello se aplica en la práctica.
En relaciones internacionales cada país tiene responsabilidades e instrumentos que se pueden usar para la implementación del derecho internacional. Aquellos instrumentos pueden ir desde lo político a lo legal, aunque en el caso de Palestina es poco lo que se ha usado. Como se desprende del informe del Secretario General de Naciones Unidas, emitido el pasado mes de Agosto sobre la protección de civiles en Palestina ocupada, no se han realizado las acciones necesarias para proteger al pueblo palestino, ni se ha juzgado a los violadores del derecho internacional humanitario.
En cuanto a la actividad individual de los países europeos, en su gran mayoría han mantenido sus posiciones a pesar de las presiones de la administración Trump por normalizar la negación sistemática de los derechos inalienables del pueblo palestino. Sin embargo eso no es suficiente. Hoy en día, sumado a la violación sistemática por parte de Israel, nuestro pequeño pueblo se enfrenta al equipo conjunto de radicales sionistas de Trump, que incluye a Friedman, Greenblatt y Kushner, quienes son capaces de cortar las ayudas norteamericanas a los tratamientos de niños palestinos contra el cáncer, es decir literalmente estrangular a la población civil con castigos colectivos, como respuesta a la negativa palestina de aceptar el Apartheid israelí. Otras acciones se llevan a cabo en contra de la UNRWA, para enterrar el derecho a retorno, así como también normalizando la ocupación y colonización, reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel, lo que ha impulsado no solo a la expansión colonial sionista en Palestina, sino que también al desplazamiento forzado de población como es el caso de las aldeas de la zona del Khan Al Ahmar.
Hoy más que nunca es necesario de que los países europeos hagan uso de sus instrumentos políticos y legales para evitar que la Administración Trump desbanque todo el sistema internacional en su afán de proteger los crímenes israelíes. Reconocer el Estado de Palestina sobre la frontera de 1967, con Jerusalén Oriental como su capital, es un paso básico para reafirmar el derecho a la autodeterminación del pueblo palestino, así como para salvar la solución de dos-estados. Al mismo tiempo es importante prohibir el ingreso de productos de las ilegales colonias israelíes en Europa, así como prohibir que empresas europeas, incluyendo empresas españolas, continúen prestando servicios a la colonización israelí, un crimen de guerra bajo el Estatuto de Roma.
El artículo 2 del Acuerdo de Asociación entre Israel y la Unión Europea condiciona el acuerdo al respeto de los derechos humanos. La realidad es que Tel Aviv, con su gobierno extremista que actúa por fuera de la comunidad internacional a cada momento, se continúa beneficiando del acuerdo a pesar de sus constantes violaciones, y sin que mucha gente en Bruselas se atreva a cuestionarlo. La ocupación no se acabará por “buena voluntad”, sino cuando Israel entienda que los costos de mantener sus crímenes y violaciones sistemáticas al derecho internacional sean más altos que los actuales beneficios que obtiene, tanto políticos desde Estados Unidos como económicos desde Europa.
Palestina ha sido por 70 años un test que la comunidad internacional ha fallado. Son países como España, que han apoyado el lograr una solución justa y duradera a la situación de Palestina, quienes hoy tienen la responsabilidad legal y política de invertir en la paz con acciones políticas y legales, tanto reconociendo a Palestina, como tomando acciones para la protección de civiles palestinos y prohibiendo el comercio y/o cooperación con las colonias israelíes.