La ficción Juego de Tronos [aviso spoiler] puede ayudarnos a interpretar algunos de los dilemas políticos en los que vivimos desde hace seis meses: o pactamos con el enemigo, o estamos todos muertos. El personaje de Jon Nieve llega al convencimiento de que entre todos los enemigos a los que se enfrentan al norte del Muro, los peores con diferencia son los Caminantes Blancos. Si quiere enfrentarse con un mínimo de posibilidades de éxito, debe lograr pactos contra-natura, con enemigos a muerte por cientos de años. Digamos que en el primer intento fracasa por una sublevación de sus subordinados, que no entienden tales acuerdos, pues no son conscientes de la naturaleza del Gran Enemigo.
Por mucho que le queramos dar vueltas a la situación política, ahora hay dos bandos en España. Los que creen que puede ser Presidente el candidato de un partido imputado, y asfixiado por la corrupción, con un ministro de Hacienda que baja los impuestos antes de las elecciones y los sube después, y emplea la Agencia Tributaria como instrumento contra sus adversarios, o un Ministro de Interior, con una ley mordaza en su haber y el uso, también, del aparato del Estado contra sus adversarios. Eso sin hablar de ajustar el déficit mediante recortes en políticas sociales, al tiempo que se hace una amnistía fiscal. No sé cómo se ha podido imponer el discurso de que un señor con un voto de cada cinco personas con derecho a votar, el líder peor valorado, es el que tiene que gobernar, porque así lo quieren los españoles, como si 7,9 millones de votos fuesen más que dieciséis millones de personas votaron por otros candidatos. No sé cómo los amantes de la Constitución deciden saltársela, para afirmar que debe gobernar el partido más votado, y no el que consiga más votos de diputados en la investidura.
Por otro lado, está el bando de quienes consideramos que es necesario un cordón sanitario en torno al PP, que la democracia española no puede reírle las gracias después de lo que ha pasado en los últimos años. Que se vayan a la oposición, se regeneren y no vuelvan más a las andadas. Que sus 7,9 millones de votantes sepan que si pueden convivir con eso, hay dieciséis millones de votantes que preferimos otras opciones, en “el marco de la ley y de las instituciones”. Así son las reglas del juego, no hay ningún motivo para saltárselas.
¿Cada bando tiene claro cuál es el Gran Enemigo? El PP ha demostrado que es capaz de pactar con sus “bárbaros del norte”, con el PSOE, y con su archienemigo, el independentismo (aunque en la intimidad). De sus acciones podemos inferir que su Gran Enemigo es el populismo de izquierdas (el de derechas se lo quedan ellos) y el independentismo salvaje (han pactado con el que se puede volver a domesticar).
En el PSOE, no sé si están divididos o perdidos. Me queda claro que está el bando felipista, para el cual Rajoy más que el Gran Enemigo, es un coleguilla. En el resto, no sé qué está pasando. Por un lado, aquellos a los que les parece que un gobierno en minoría les puede llevar a decisiones que no quieren tomar, y que les costará caro en las urnas el día de mañana. Para ellos Podemos es el Gran Enemigo. Y por otro lado, los que piensan que es Rajoy el Gran Enemigo.
En cuanto a Podemos, tampoco me queda claro. En la anterior legislatura, sí: el Gran Enemigo era el PSOE. Hicieron todo lo posible para impedir que el PSOE pactase con ellos, mientras decían lo contrario, apostando al sorpasso. Pero no me queda claro si la decepción les ha hecho cambiar de enemigo. Si es así, tendría que darles lo mismo pactar con la derecha españolista o con al independentista. Es cierto que Podemos es más federalista que el PSOE, y eso les inclina más a pactos con las derechas periféricas. En todo caso, en Podemos también saben que el referéndum en Cataluña no es asumible por buena parte del PSOE. Quizá podría explorarse la posibilidad de proponer un referéndum en toda España, con alguna pregunta sobre reforma autonómica, y en función de sus resultados, dejar para más adelante el referéndum en Cataluña. No creo que esto sea viable, pero por ser ocurrente que no quede.
En cuanto a Ciudadanos, debe dar pruebas de si su discurso regeneracionista va en serio, o lo que va en serio es su relación con el statu quo y el Ibex35. Y al PP, en última instancia, le interesa más ir a terceras elecciones que no gobernar. Al final, todos van a enfrentarse al mismo dilema: Rajoy sí o Rajoy no. El no a Rajoy supone que PSOE, Podemos y/o Ciudadanos tengan que pactar con sus enemigos. Jon Nieve pudo resucitar, no tengo claro que quien elija mal quien es su Gran Enemigo tenga una hechicera resucitadora a mano.