Un Eurofighter contra los socialcomunistas

11 de diciembre de 2020 22:37 h

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Años antes del inicio de la Guerra Civil en 1936, medios de comunicación de la derecha se dedicaron a calentar el ambiente publicando furibundos ataques contra izquierdistas y separatistas, a los que acusaban de importar la revolución comunista rusa a España. Así, como suena. Sabemos cómo terminó aquello, con los militares africanistas que venían, años antes, de perder 10.000 soldados de reemplazo en Marruecos contra Abd El Krim, enfrentados al Gobierno legítimo de la República en una guerra incivil como la definió Miguel de Unamuno.

Recientemente un grupo de militares jubilados, los ya famosos del grupo de Whatsapp de la XIX del Aire, se intercambiaban mensajes reivindicando al dictador Miguel Primo de Rivera y al “Irrepetible”, Francisco Franco. En algún caso, con amenazas que merecen ser puestas en manos  judiciales, y en otros, con bravuconadas como la de “desviar vuelos en caliente de las Bardenas” hacia instituciones catalanas, se supone que para bombardearlas.

Las Bardenas Reales, que se encuentran en el sureste de Navarra, están consideradas como Parque Natural y como reserva de la Biosfera por la UNESCO desde el año 2000. A pesar de ello, todavía hoy, el Ejército las utiliza como campo de tiro de la aviación; de hecho, este mismo mes de diciembre, desde el 14 hasta el 18, estarán cerradas al público debido a esas prácticas de tiro aéreo.

En las maniobras participan aviones de combate de la fuerza aérea española como el EF-2000 Eurofighter, cuya designación oficial en el ejército es C.16. Este avión de combate va equipado con un cañón Mauser de 27mm., cuatro misiles AMRAAM y 2 misiles IRIS-T. Tanto el cañón Mauser que dispara más de 1.000 proyectiles por minuto como, sobre todo, los misiles, cerca de tres millones de dólares cada misil, están preparados para hacer mucho daño. Así que si a alguien se le ocurre lo que se planteaba en ese grupo de Whatsapp, y “se desvía un vuelo en caliente de las Bardenas”, podemos toparnos con un problema realmente serio.

Y aquí nos encontramos con la esencia del problema. Alguna gente que entra en el Ejército por vaya usted a saber qué razones, con el tiempo se adueña de elementos que le son propios a ese Ejército, pero que los probos ciudadanos costean con sus impuestos.

Por ejemplo, en el “vuelo en caliente de las Bardenas”, hablamos de un avión como el Eurofighter, que tiene un precio unitario de 100 millones de euros. El dinero, euro a euro, lo hemos puesto a escote, ese grupo de ciudadanos que, con mil quejas, pagamos cristianamente nuestros impuestos. El de la bravuconada, supuesto que los pague, es dueño de una parte ínfima del Eurofighter, pero le mola lo de utilizarlo en exclusiva. El pueblo soberano, mientras formaba parte en activo del Ejército, le permitió el uso de un elemento coercitivo, lo mismo que a las FSE, pero esos elementos coercitivos y el armamento, más o menos sofisticado, es propiedad del Estado, no suyo.

Hay un concepto que es el de la supeditación del poder militar al poder civil, que alguna gente ni quiere entender, ni parece querer acatar. El gran problema es que España es un país de asonadas militares, de generales que entraban a caballo en el Congreso, tenientes coroneles que se liaban a tiros en el mismo lugar, y reyes que aceptaban las ideas de militares impulsivos, miembros de su corte personal de reidores de gracias, dispuestos a arreglarlo todo “a mi manera”. Un país de poca democracia y mucha autocracia.

La Transición fue eso, transición, sin ruptura. Los organismos estatales siguieron con sus Tejero o sus Billy el Niño en sus puestos. Tal era la situación de la que se venía, una larguísima dictadura cuartelera de Francisco Franco, que se dio por buena la redacción del artículo 8 de la nueva Constitución de 1978, con el franquismo casi de cuerpo presente: “Las Fuerzas Armadas, constituidas por el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire, tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional”.

Claro, eso está bien cuando el militar es un personaje con cultura democrática. Un JEMAD que comprende claramente que su papel está supeditado al poder civil. Un alto mando que es capaz de entender que su oficio es la defensa del pueblo, incluso contra sus amigos militares. Y ahí está el ejemplo, sin más, de un personaje como Manuel Gutiérrez Mellado quien con 23 años se afilió a Falange Española y participó en la sublevación franquista, pero que en el intento de golpe de Estado del 23F de 1981 entendió que su papel de ministro de Defensa y, a la vez, teniente general, exigía enfrentarse al golpista Tejero, quien intentó tirarle al suelo, no lo logró y dejó para la historia aquellas imágenes de un teniente coronel y varios guardias civiles forcejeando con un militar de 70 años al que no pudieron doblegar.

Como decía el historiador Javier Tusell, “la mayoría de los altos cargos militares de la España de 1975 fueron claros oponentes a la Transición”. Y esa carga contraria a la democratización siguió presente en buena parte del estamento militar. 

Todavía hoy podemos encontrar ese gustillo por solucionar los problemas a nuestro estilo, al estilo militar, y ahí el artículo octavo de la Constitución permite lecturas interesadas, y puede encender la mecha de quien se crea “cirujano de hierro”, y se sienta jaleado desde alguna opción política. No olvidemos que no hace mucho, en la festividad de los Reyes Magos del 6 de enero de 2006, día también de la conocida como Pascua Militar, el teniente general José Mena Aguado, jefe entonces de la Fuerza Terrestre, dijo, entre otras cosas, que “si esos límites fuesen sobrepasados, lo cual en estos momentos afortunadamente parece impensable, sería de aplicación el artículo octavo de la Constitución”.

Mena se refería entonces a la polémica sobre el nuevo estatuto de Autonomía de Catalunya. El ministro de Defensa, el socialista José Bono, decretó el arresto domiciliario de ocho días para Mena, y anunció que propondría su cese al Consejo de Ministros, algo que se acabó haciendo por petición de Félix Sanz, en aquella época JEMAD. Las razones, la pérdida de confianza, el incumplimiento del “deber de neutralidad” y la alarma social generada por sus palabras.

En ese caso se aplicó la disciplina, el acatamiento y la supremacía del poder civil sobre el militar. Si un militar, sea este un soldado raso, un sargento chusquero, o un teniente general, no entiende esto, el poder civil se lo tiene que imponer. No sirve como militar porque no entiende su supeditación al poder emanado del pueblo. Así de claro.

Cierto que la Historia empuja en sentido contrario. En un país como España, sometido durante tantos años a asonadas militares, a “cirujanos de hierro”, a dictadores cuarteleros, algunos ven con normalidad figuras como la del militar y dictador Miguel Primo de Rivera que escribió aquello de: “A mi paso, las mujeres se abren, en dos filas para ver pasar al salvador de la patria”.

Por cierto, un breve apunte antes de terminar. La documentación sobre el Eurofighter está extraída de la página web del ministerio de Defensa donde leemos en una misma frase: “cañon” sin acento, “mauser” en minúsculas, cuando se trata de una empresa alemana de armamento que debería llevar la primera en mayúscula, “misíles” con acento, “amraam” en minúscula, cuando es el acrónimo de advanced medium-range air-to-air missile, y por lo tanto debería ser AMRAAM, y “1 cañon” y “4 misíles amraam”, cuando la RAE dice que los números que pueden expresarse en una sola palabra se escribirán preferentemente con letras. Minucias, dirá alguien.