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Feminismo: a por todas y por todas

Soy feminista porque lo aprendí en la cocina de mi casa, con una frase que mi madre nos decía a mis hermanos y a mí: “Todos sois iguales, lo que hay para uno, lo habrá para el otro”. Frase que oportunamente yo esgrimía cuando mis hermanos se sentaban a ver los dibujos y a mí me tocaba recoger la mesa. Soy feminista porque mi madre callaba impotente cuando yo le preguntaba por qué a mí me tenía que enseñar a llevar una casa y a mis hermanos, no. O por qué, si teníamos todos los mismos dedos en cada mano, yo tenía que plancharles la ropa a ellos.

Soy feminista porque ella, que no pudo hacer nada con su vida sin pedir permiso o sentirse observada y criticada, me machacaba todo el tiempo que estudiase; que tuviese una carrera, un oficio, pero sobre todo un sueldo para mí. Porque me hizo ser honesta y ambiciosa con mi vida. Porque me hizo luchadora. Aunque nunca me habló de tener una habitación propia, su obsesión ha sido que no renunciase a una cuenta corriente para mí.

Soy feminista porque esa madre que me lo ha dado todo me ha ayudado a criar a mi hija. Me ha puesto más parches que una colcha de patchwork. Me ha apoyado, incondicionalmente en mi trabajo, aunque los horarios infernales la hayan obligado a dormir en casa o a pasar días enteros cuidando a la nieta. Mi madre no creo que sepa lo que significa la palabra sororidad, pero ni falta que le hace, porque la sororidad es ella.

Soy feminista porque creo en la igualdad de las personas, y estoy convencida de que la sociedad que salga de esa lucha será infinitamente mejor. Luego podemos debatir, cuestionar, posicionarnos e intercambiar criterios de cómo conseguirlo, desde qué perspectiva, pero sin perder ese rumbo.

Por todo eso estoy muy cabreada. Porque me importan poquísimo las discrepancias internas o supuestos enfrentamientos de “corrientes feministas” en el gobierno de izquierdas. Lo que me importa es lo que hagan por sacar adelante la agenda que hará realidad ese proyecto de futuro. Me enfada muchísimo que se dediquen tantas horas de tertulias a esto, porque corremos el riesgo de perdernos, ahora que íbamos tan bien. Y porque, compañeras y compañeros, cuanto más avancemos, mayores serán también las oposiciones y resistencias. Y ahí sí que hay un hueso duro de roer. Así que, ahora que empiezan a ladrar fuerte, vamos a seguir cabalgando. No os quedéis en casa, no les hagáis el juego…

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