Fernando Cerimedo, el socio de Javier Negre en Argentina implicado por la Policía brasileña en el golpe que planeaba asesinar a Lula
En Argentina a muchos les sorprendió la llegada de un periodista español con acceso directo a la Casa Rosada y a las ruedas de prensa de Manuel Adorni para hacer preguntas que servían a los intereses de Javier Milei. En España sorprendió poco al saber que se trataba de Javier Negre que, sin conocer de la política Argentina ni quién es Juan Domingo Perón, empezó a ser entrevistado por Luis Majul y Eduardo Feinman y tuvo abiertas las puertas de Radio Mitre y La Nación. Menos nos sorprendió a los que conocemos bien al personaje porque éramos conscientes de que eso solo es posible estando al servicio de Javier Milei de la misma manera que en España está al servicio de Vox, el PP o de cualquiera que le pague para intoxicar. Por eso su conexión con Argentina solo podía venir de otro intoxicador mucho más peligroso porque tiene más poder.
La llegada a Argentina de Javier Negre para servir de propagandista de Javier Milei fue de la mano de Fernando Cerimedo, ex asesor del presidente de Argentina que ayudó en las elecciones de 2023 al ultra a ganar las elecciones. Fernando Cerimedo era propietario junto a su pareja de La Derecha diario, un digital que sirve para difundir noticias falsas a favor del gobierno del presidente y del que Javier Negre ha adquirido el 50%.
Un informe de la Policia brasileña desclasificado por la Corte Suprema de Brasil implica al socio de Javier Negre en Argentina en el golpe de Estado de Jair Bolsonaro contra Lula que planeaba asesinar al presidente brasileño. El socio de Negre está acusado de difundir noticias falsas para allanar el camino a Bolsonaro que le permitiera dar el golpe de Estado y llevar a cabo su plan criminal contra Lula. La “Operación puñal verde amarillo” tenía como objetivo tomar el poder el 15 de diciembre de 2022 y, según el informe, asesinar a Lula, el vicepresidente electo, Geraldo Alckmin, y al juez de la Corte Suprema, Alexandre de Moraes.
Fernando Cerimedo es una especie de Steve Bannon platense, el gurú sin escrúpulos de Javier Milei para las noticias falsas y la desinformación que le llevó a la Casa Rosada y que tras colocar a toda la familia en el gobierno va exportando su manera de proceder desde Brasil hasta España. Lo hace acompañándose de un personaje sin escrúpulos perfecto para ese cometido como Javier Negre. Su papel en la campaña de Javier Milei fue clave con el uso de un ejército de trolls tremendamente violentos que perseguía a los adversarios y que se encargaba exclusivamente de difundir mentiras a favor de La Libertad Avanza.
La implicación de Cerimedo en el complot golpista contra Lula está basada en la difusión de noticias falsas y la conformación de milicias digitales que tenían como fin poner en cuestión el resultado electoral animando a los seguidores de Bolsonaro a resistir y a no aceptar el resultado electoral. Brasil, que se tomó en serio la desinformación con X y Elon Musk, ha vuelto a dar ejemplo procesando a quien se dedicaba a desinformar desde las redes sociales para promover la vulneración de las leyes fundamentales de una democracia como la brasileña. Personajes como Cerimedo, Bannon o Negre son peligrosos no porque sean excesivamente listos, sino porque no tienen reparo en vulnerar cualquier línea roja para subvertir el orden constitucional, la legalidad y hacer de la extrema derecha la única opción posible.
La implicación del socio de Javier Negre en una trama golpista y criminal por parte de la policía brasileña debería poner en alerta a las autoridades españolas sobre la importancia de personajes que podemos tomar como ridículos, del estilo de Vito Quiles o Javier Negre, pero que siempre se vinculan con poderes económicos y políticos dispuestos a hacer cualquier cosa por tomar el poder y necesitan mercenarios de la información dedicados a envenenar la opinión pública con bulos, mentiras y desinformación. Cerimedo es nuestro Negre y solo es cuestión de tiempo y de otras elecciones perdidas por la derecha que nos demos cuenta de que lo que vimos en Brasil es replicable en España.
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