La irrupción de Podemos ha desencadenado múltiples transformaciones en el panorama político a una velocidad inusitada. Una de ellas es la aparición y casi inmediata normalización de formas innovadoras de financiación en las formaciones políticas. Estas innovaciones tienen importantes consecuencias organizativas que afectan a algunos hábitos patológicos tradicionales de los partidos españoles. Es el caso de la financiación a través de microcréditos, préstamos directos con los ciudadanos, eje de la campaña de fundraising de Podemos para las próximas elecciones autonómicas.
Uno de esos hábitos patológicos es el endeudamiento bancario de las formaciones políticas. Según el último informe del Tribunal de Cuentas los partidos políticos españoles acumulaban casi 238 millones de euros en deuda con los bancos. Tan solo PP y PSOE debían a las instituciones financieras 126 millones de euros. Es imposible sostener honestamente que tal grado de endeudamiento no afecte al funcionamiento de los partidos, que no limita su capacidad de tomar decisiones políticas que sirvan a los intereses de la mayoría social. Los partidos están, en un sentido casi literal, hipotecados con unas instituciones que carecen de legitimidad democrática.
La inasumible deuda que tienen los partidos con los bancos está relacionada en gran medida con el modelo español de financiación de las campañas electorales basadas en el endeudamiento y el despilfarro. Los resultados de la campaña de Podemos en las elecciones europeas de 2014 y en las pasadas elecciones andaluzas demuestran que existen formas de movilización política efectivas menos dependientes del dinero y más de la gente.
En la campaña electoral de las elecciones europeas Podemos fue el partido que menos dinero gastó de entre los que obtuvieron representación, un total de 82 veces menos que el PSOE y 84 veces menos que el Partido Popular. Podemos ha gastado en la campaña electoral andaluza unos 410.000, el 10% de lo presupuestado por PP o PSOE. Dado que las subvenciones electorales tienen como límite el gasto electoral efectuado independientemente de la asignación correspondiente a los resultados obtenidos, las campañas electorales de Podemos supusieron un ahorro a las arcas públicas de 1.400.000 € en Andalucía y de más de 5 millones de euros en las elecciones europeas, si consideramos el conjunto las subvenciones contempladas por gastos generales y envío de propaganda electoral.
Podemos es el único partido con expectativas de obtener representación en las próximas elecciones autonómicas que no recurre a la banca para financiarse, cumpliendo con la máxima de hacer las cosas de forma diferente para evitar reproducir los problemas de los partidos tradicionales. El sistema de microcréditos, como el de crowdfunding,está inspirado en la economía colaborativa: en los préstamos p2p y en el crowdlending. Se trata de un modelo de financiación en el que muchos particulares prestan dinero a una startup para posibilitar su lanzamiento. En tres semanas Podemos ha conseguido más de un millón de euros, aportados por un total de unas 4.300 personas. Esos préstamos serán devueltos cuando se ingrese la subvención por gastos electorales.
Estas iniciativas han llamado recientemente la atención de la fundación IDEA, organización intergubernamental para la promoción de la profundización democrática con estatus de observador permanente ante la ONU. IDEA ha elegido a Podemos como ejemplo de innovación en materia de transparencia y financiación participativa por su implementación del crowdfunding y de los microcréditos. Otros proyectos políticos transformadores, como Barcelona en Comú o Ahora Madrid, han asumido también modelos de financiación similares. La proliferación de este tipo de herramientas abre la puerta a la posibilidad real de transformar la forma en que se financian los partidos en nuestro país, haciendo avanzar el tan criticado modelo actual hacia uno basado en la participación, la corresponsabilidad, y el establecimiento de vínculos fuertes con la sociedad civil. ¿Lograrán la innovación y la ejemplaridad política lo que no han logrado tres décadas de fallidas reformas legales en materia de financiación de partidos? Más allá del rédito político particular que obtengan los partidos que adopten este tipo de herramientas, no cabe duda de que con la financiación participativa gana la democracia.