¿Se terminó? Puigdemont tiene que escoger entre dos opciones muy simples: entregarse a la policía en las próximas 72 horas o perder sus opciones de ser investido president. A este punto le lleva el auto dictado por el Tribunal Constitucional, en 'respuesta' al recurso del Gobierno que pedía la suspensión de la investidura a todos los efectos.
El TC se ha esmerado para no dejar en ridículo a Rajoy. Ha evitado decidir sobre la admisión del torpe recurso de Moncloa y, en el camino, ha dictado un auto sobre cuestiones por las que nadie le había preguntado expresamente. Los magistrados advierten a Puigdemont de que, si quiere la presidencia, la próxima pantalla de su juego se ubica en una comisaría. Hay opciones seguras de dormir en prisión y el juez Llarena tendrá el mando en todo ese proceso. Si no pasa por ahí, nunca será presidente y su destino será un Game Over.
Los magistrados del TC han decidido también que la policía y el ministro Zoido se pueden ir de vacaciones. Si Puigdemont intenta llegar al Parlament en barco, helicóptero o en el maletero de cualquiera ya no servirá de nada. Solo una comparecencia previa autorización judicial le dará la posibilidad de que el pleno de investidura cumpla los criterios constitucionales para convertirle en president. O rendición o intrascendencia.
El entorno más cercano de Puigdemont le aconseja que no se mueva. Consideran una trampa la invitación a la entrega redactada por el Constitucional.
Mientras tanto, ERC y PDeCAT (sobre todo los primeros) hablan ya de otros nombres: Artadi, Turull... Se desea un Govern que pueda gobernar, hacerse cargo del presupuesto y enterrar la efectividad del artículo 155 sobre la vida diaria de Catalunya.
En ese escenario, Puigdemont tiene pocas opciones creativas para un guión con el tiempo tasado. Queda muy poco para que llegue el martes.