Hay noticias que por fuera parecen ermitas pero que al leerlas son catedrales. Una de esas grandes revelaciones disfrazada de pequeña crónica tiene que ver con el glifosato y nos la ofrecía hace unas semanas nuestra compañera Alicia Avilés desde eldiarioclm.es.
La noticia informaba sobre los esperanzadores resultados de un trabajo de investigación de la Universidad de Alcalá de Henares (UAH) para buscar una alternativa natural al uso del polémico herbicida de Monsanto, acusado de provocar daños en la salud del medio ambiente y de las personas.
Este producto alternativo, denominado vinagre de madera, se obtiene a partir de la biomasa forestal que se acumula en nuestros bosques, por lo que además de ser inocuo para el medio ambiente y la salud, contribuiría a valorizar toda esa madera caída que actúa como combustible en los incendios.
Las noticias sobre los efectos perjudiciales para el medio ambiente y la salud humana del glifosato empezaron a circular en la década de los noventa: 20 años después de su descubrimiento y comercialización y justo cuando vencía la patente de Monsanto.
Desde entonces la compañía, ahora perteneciente a Bayer, no ha dejado de presentar informes para defender su utilización. Unos informes que, al parecer, no le están sirviendo para detener el aluvión de denuncias que llegan a los juzgados ni para evitar las primeras sentencias en contra.
El pasado mes de agosto el Tribunal Superior de San Francisco condenaba a Monsanto a pagar una indemnización de casi trescientos millones de dólares a un jardinero de la ciudad. Durante años Dewayne Johnson utilizó el glifosato como herbicida para fumigar los jardines de la zona escolar. Sí: la zona escolar. Ahora, con tan solo 46 años, le han diagnosticado un cáncer terminal. La sentencia recorrió el mundo entero y daba la razón a la OMS: el glifosato puede provocar cáncer. Pero hay más.
Un mes después del primer mazazo de los jueces contra el glifosato, la prestigiosa revista científica PNAS, publicada por la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, acaba de hacer públicos los resultados de una investigación que relaciona el uso del herbicida de Monsanto/Bayer con la desaparición de las abejas de la miel.
El equipo de investigadores de la Universidad de Texas que firma este paper ha descubierto que “la mayoría de las bacterias intestinales de la abeja contienen la enzima objetivo del glifosato” por lo que “la exposición de las abejas al glifosato reduce sus defensas frente a patógenos oportunistas” y sería una de las causas que están provocando el declive de sus colonias en todo el mundo.
Lo que viene a demostrarnos este nuevo estudio científico, un trabajo que es sometido a todo tipo de revisiones y correcciones antes de aparecer publicado, es que los daños del glifosato al medio ambiente podrían ser más graves de lo que se preveía, como ya se está demostrando respecto a la salud de las personas.
La pregunta es si Bayer, aunque ya no es propietaria de la patente, dará apoyo a las investigaciones que podrían permitirle formular su herbicida con una alternativa al glifosato inocua para la salud y beneficiosa para el medio ambiente, o por el contrario seguirá recurriendo a él sin importarle lo que dicten los jueces o establezcan los científicos.
Si Bayer dejase de financiar a quienes defienden aleccionadamente al glifosato y apoyase a los que buscan opciones a su uso, daría una verdadera muestra de responsabilidad ambiental y cumpliría con lo que declara al mundo en su afamado lema: ciencia para una vida mejor.
Podéis leer aquí la noticia sobre los trabajos de la UAH y aquí el artículo científico publicado en PNAS.