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¿Te gusta respirar?

Un empleado de Volkswagen trabaja en una cadena de montaje de motores diésel MDB en la planta de Salzgitter (Alemania).

José Luis Gallego

Inolvidable anuncio. La mano por la ventanilla del coche, moviéndose en el aire como si fuera un pájaro: libertad, confianza, placer. ¿Te gusta conducir?

Las campañas de publicidad de las marcas alemanas de coches figuran entre las más premiadas. Sin embargo, los valores que intentan transmitirnos contrastan con las malas prácticas de los fabricantes, cuyos escándalos no dejan de sucederse. El último lo hemos conocido esta misma semana.

Someter a personas sanas a la inhalación de gases tóxicos para comprobar cómo les afecta a la salud. Hasta esos niveles de infamia ha llegado la industria alemana del automóvil en su desesperado intento por salvar al diésel, base de su desarrollo, de una muerte segura.

Tocado y hundido por las medidas que se están tomando en todo el mundo para combatir la contaminación atmosférica, los fabricantes alemanes de automóviles parecen dispuestos a hacer lo que sea necesario para alargar al máximo la vida del motor de gasóleo, incluso a poner en juego el alto prestigio alcanzado por sus propias marcas.  

Tras el bochornoso caso del “dieselgate” sobre las artimañas de Volkswagen para falsificar las emisiones de sus coches, el New York Times revelaba hace un par de semanas que un lobby promovido por BMW, Volkswagen, Mercedes-Benz (Daimler) y Bosch, había financiado ensayos de laboratorio con monos para intentar demostrar el efecto inocuo de las emisiones de los vehículos diésel en su organismo y negar los informes de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que los acusa de cancerígenos. Pero hay más.

Esta misma semana la prensa alemana informaba sobre ensayos con personas. Un grupo de veinticinco personas fueron sometidas a la inhalación de “niveles reducidos” de dióxido de nitrógeno (NO2) para comprobar sus efectos en la salud humana. Las pruebas se llevaron a cabo en la clínica universitaria de Aquisgrán bajo el auspicio de la denominada Asociación Europea de Estudios sobre la Salud y el Medio Ambiente en el transporte, el lobby de los fabricantes.

Al parecer la decisión de alcanzar esta última fase se tomó tras los resultados negativos de las pruebas con los micos. Según el “Bild”, el diario de más tirada en Europa y tercero del mundo, los efectos sobre la salud de los animales expuestos a las emisiones de los coches de última tecnología diesel fueron peor de lo esperado.   

Los principales responsables de las empresas automovilísticas implicadas han tardado poco en posicionarse radicalmente en contra de este tipo de prácticas, denunciar que no sabían nada y empezar a cesar empleados. Pero la desconfianza de la opinión pública hacia sus marcas se ha vuelto a disparar.

¿Te gusta respirar? Pues no conduzcas un diésel. Eso es lo que han decidido en París, donde los coches a gasóleo tendrán prohibida la circulación a partir de 2024, o en Madrid, donde dejarán de hacerlo un año más tarde. Unas medidas que deberían avanzar los ocho países, España entre ellos, que están incumpliendo la legislación europea en materia de contaminación del aire y que la próxima semana han de presentar medidas concretas para mejorarla. De lo contrario deberán hacer frente a fuertes sanciones del Tribunal de Justicia de Luxemburgo.

En lo político, la Comisión Europea ha vuelto a pedir explicaciones a Alemania instándole a que emprenda acciones urgentes para acabar con los escándalos de sus empresas del automóvil. Pero la respuesta más sería debe ser la de los consumidores. Quien esté pensando en cambiar de coche debe muy en cuenta estas informaciones y actuar en consecuencia.

El presente del automóvil es el motor híbrido, el futuro inmediato es el eléctrico, pero el diésel, especialmente después de todo lo que vamos conociendo, debe formar parte cuanto antes del pasado.

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