Los trece años de presidencia de Hugo Chávez en Venezuela y el desarrollo de la revolución bolivariana pasarán a la historia como el mayor fenómeno político mundial del que más cosas han contado los medios de comunicación para, paradójicamente, desinformar de la realidad. Comencemos por las odiosas comparaciones.
Mientras en España votábamos a gobiernos que han llevado a un 21,1% de la población por debajo del umbral de pobreza y disparaban un 45% la pobreza infantil, el Hugo Chávez estigmatizado en nuestros medios reducía la pobreza de Venezuela un 44%, según datos de la CEPAL, lo que suponía que cinco millones de venezolanos dejaron de ser pobres.
Venezuela ocupó, por cuarto año consecutivo, el primer puesto regional en apoyo a la democracia, con un 77% de respaldo popular que se demuestra con una participación electoral de más del 80 %, el 55% de la cuál votó a Chávez en las últimas elecciones presidenciales. En 1998 la participación era tan solo del 54%. En España, en cambio, un 86% asegura que la situación política es mala o muy mala y un 93% de españoles está a favor de modificar la Constitución. En las últimas elecciones generales la abstención, junto con el voto nulo y el blanco, sumaron el 30%, y Mariano Rajoy fue presidente del gobierno por el apoyo a su partido de tan solo el 22% de los españoles.
Mientras Hugo Chávez subió el gasto social al 60% de todos los ingresos nacionales percibidos, en España, en 2010, fue del 25,7% del PIB. Cuando España se ha convertido en el país con más desigualdad social de la eurozona, Venezuela, entre 1998 y 2008, vio una disminución del 17'9% de esta desigualdad social, según la CEPAL.
Mientras 14 millones de venezolanos acceden a alimentos subsidiados por el Estado y el 61% de la población venezolana compró este año alimentos en puntos de venta del Estado, en España aumenta el IVA de los alimentos del 8 al 10% y decenas de miles de ciudadanos dependen de la caridad de comedores sociales privados para subsistir.
Durante 2011 el gobierno venezolano ha repartido 146.022 viviendas entre los más empobrecidos. En España, según el Consejo General del Poder Judicial, se producen 526 desahucios diarios (Público, 2-10-2012).
Gracias a estas políticas, Hugo Chávez ha sido el líder político que más apoyo ha ido logrando en la urnas y en la calle de su país durante más de una década pero, curiosamente, es el que ha sufrido en España más editoriales críticos, más insultos, más acusaciones de dictador, más mentiras y más conspiraciones mediáticas para derrocarle. Al final los medios lograron su objetivo: que Hugo Chávez tuviera una mala imagen en España. Según el Barómetro del Real Instituto Elcano de diciembre de 2010, Chávez era con diferencia el líder peor valorado por los españoles: recibe un 1,7 en una escala de 10. Pero no son los españoles quienes deben elegir al presidente venezolano, son los venezolanos, y éstos no eran rehenes de los medios españoles porque podían apreciar cada día sus políticas. No es la primera vez que la valoración de un líder político es muy diferente fuera que dentro de su país. Mientras los ciudadanos soviéticos maldecían a Mijaíl Gorbachov, al que responsabilizaban del derrumbe de su confederación y el fin de las ayudas estatales, la opinión pública internacional, gracias a la campaña mediática mundial, veía en el último presidente soviético el hombre que llevaba la democracia a la Unión Soviética.
Sin duda la opinión pública que posee más rigor y conocimiento del líder es la que vive bajo sus políticas y no la que las conoce a través de medios de comunicación. Por tanto podemos afirmar que las víctimas del crimen mediático no han sido ni Hugo Chávez ni los venezolanos. Han sido los ciudadanos españoles, a los que se les ha negado la posibilidad de conocer y comprender lo que sucedía en Venezuela.
En la historia de Venezuela, de toda América Latina, y en el recuerdo de todos los hombres y mujeres del mundo que hayan buscado la verdad entre las tinieblas desinformativas de los grandes medios, Hugo Chávez quedará como el líder que mejoró como nadie las condiciones de vida de los venezolanos más desfavorecidos, que impulsó de un modo ya irreversible la unidad latinoamericana y que dio ánimos y esperanzas a la humanidad de que un mundo más justo, fuera del capitalismo, es posible. Por eso los venezolanos le seguían votando y su revolución seguirá adelante. Muchos españoles se habrán quedado sin saber todo eso. Ese es el crimen mediático del que la historia no nos absolverá.